Rafael Solís, militante sandinista durante 40 años y amigo cercanísimo durante mucho tiempo de Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua, publicó una carta el pasado día 10 que impactó a todo el país.Presento mi renuncia inmediata e irrevocable a partir de este momento a mi cargo de Magistrado de la Corte Suprema de Justicia y a todos los cargos políticos incluida la militancia en el Frente Sandinista de Liberación Nacional”, anunciaba.

Y después revelaba su oposición a Ortega y su esposa, que, según él, encabezan hoy un régimen brutal que pisotea los derechos civiles y que está llevando a la nación al borde de una guerra civil. “La separación de poderes en Nicaragua se acabó”, dijo. “La concentración de poder está en ellos, esas dos personas”.

Es la deserción de mayor rango en las filas orteguistas y para la Iglesia del país es una ocasión para volver a llamar al diálogo y evitar que la crisis política siga derivando en represión violenta.

Después de la misa de este domingo, el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, animó públicamente a que el Gobierno retome la senda del diálogo con la oposición.

Rectificar con caminos de diálogo

“Las cosas que ha revelado – en su carta de renuncia Rafael Solís, como magistrado de la Corte Suprema de Justicia – son otra ocasión propicia que tiene el Gobierno actual para rectificar, para abrir y buscar caminos de diálogo y presentarse con una nueva voluntad política en este conflicto que sigue sangrando a Nicaragua”, dijo el obispo Silvio Báez.

La crisis política estalló en abril de 2018 y desde entonces cuenta ya con cientos de muertos y detenidos. Serían 325 muertos desde abril de 2018, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aunque algunos grupos elevan a 561 las víctimas mortales, mientras que el régimen de Ortega solo reconoce 199 y denuncia un intento de golpe de Estado.

"Seguiremos apostando por la búsqueda pacífica"

El obispo Báez admitió que “a veces uno puede parecer iluso en insistir en algo que parece imposible, pero seguiremos apostando por la búsqueda pacífica de acuerdos, por la capacidad de encontrarnos a través de la palabra y de la razón; lo cual no significa olvido, lo cual no significa pasar por alto la justicia, sino que se trata de ver hacia el futuro para reconstruir una institucionalidad que asegure la no repetición de los crímenes que han ocurrido, pero hay que dialogar, ese es el camino”.

Siendo la fiesta del Bautismo de Cristo, señaló la actitud humilde de Jesús al bautizarse como uno más: “Esa actitud de Jesús en este momento resulta sumamente iluminadora para la Iglesia y para el pueblo de Nicaragua. Nunca hace bien estar encima de los demás. Nunca hace bien quedarnos lejos con indiferencia, para juzgar y criticar. Jesús murió en medio de la gente”.

En los años 80 y 90 la Iglesia ya fue mediadora, dice el cardenal Brenes

Por su parte, el Cardenal Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua, comentando la carta de renuncia del exmagistrado dijo que, “esa es una carta muy personal y tenemos que respetar lo que él ha expuesto. Pienso que ha sido una decisión, sin duda alguna, para él dura. Él – señaló Brenes respondiendo a los periodistas – externaba que la pensó mucho tiempo y yo sé es un hombre muy religioso y a lo mejor a los pies de Jesús Sacramentado le dio las luces necesarias para tomar esa decisión. Así que se la respetamos y no soy quien para juzgarlo. Él tiene sus motivos y yo creo que es bueno tenerlos en cuenta”.

Asimismo, el Arzobispo de Managua manifestó la disposición de la Iglesia Católica de seguir como mediadora y testigo del diálogo nacional. “No nos vamos a ofrecer para no ser sobrantes pero siempre estamos dispuestos. Lo mismo sucede cuando una familia tiene conflictos. No nos vamos a meter nosotros, sino que cuando nos llaman ofrecemos el servicio. En los años ochenta y noventa, la Iglesia también sirvió de mediadora, y estamos siempre al servicio como el Santo Padre nos ha llamado a hacerlo”.