“Invitamos a todo el pueblo de México a unirse en una intensa y especial jornada de oración el 6 de enero, pidiendo a Dios que toque el corazón de quien hace daño a sus propios hermanos”, han exhortado los obispos mexicanos en un comunicado difundido el 5 de enero.
Se refieren a los brotes de violencia desatados en el Estado de Sinaloa tras la captura del narcotraficante Ovidio Guzmán, uno de los líderes criminales del Cártel de Sinaloa.
Los obispos aseguran tener un sentimiento de “profundo dolor e indignación” y que están orando en “solidaridad con las comunidades de Culiacán y de Ciudad Juárez que viven días de incertidumbre y angustia”.
Este jueves 5 de enero, el Gobierno de México confirmó la captura de Ovidio Guzmán, hijo menor de Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien fue la cabeza del Cártel de Sinaloa hasta su extradición a Estados Unidos en 2017. La captura sucedió de madrugada en el municipio de Culiacán.
Después, grupos de personas violentas iniciaron disturbios con disparos, carreteras bloqueadas y vehículos incendiados.
El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, pidió este jueves a los ciudadanos “conservar la calma y resguardarse en sus hogares”. Asimismo, se suspendieron las labores de todos los trabajadores públicos.
La Diócesis de Culiacán ha publicado su propio comunicado, comentando la “irreal serenidad” que se vive este 5 de enero en la “vacía ciudad”, se deba a que “algunas zonas se encuentran sitiadas por el crimen organizado”. Culiacán tiene 800.000 habitantes y es la capital de Sinaloa.
La diócesis anima a las personas de buena voluntad a apoyar los esfuerzos de las autoridades para “hacer frente a esta lacerante situación que afecta la convivencia familiar, escolar, laboral y social”.
En su comunicado, el Episcopado mexicano también exigió “a todo grupo criminal recapacitar ante el dolor y el sufrimiento que ocasionan a sus propios hermanos”.
Los prelados piden también a las autoridades “mantener la estabilidad nacional y el Estado de Derecho ante el crimen organizado”.