El arzobispo de Maracaibo y presidente de la conferencia episcopal venezolana, José Luis Azuaje Ayala, considera insuficiente los objetivos de la Cruz Roja para ayuda humanitaria: “En algunos estados del país, se ha sentido muy poco la presencia de la Cruz Roja. Creo que su meta está muy por debajo de las necesidades del pueblo venezolano, puesto que hablamos de casi 6 millones de personas que están en situaciones dramáticas tanto en el ámbito de la alimentación como en el de medicamentos, salud, intervenciones quirúrgicas, etcétera”.
La dimensión humanitaria
“En Venezuela, para que puedan entender la realidad”, explica monseñor Azuaje a Vatican News, “todos los servicios colapsaron, y colapsaron de manera sistemática: los servicios están todos deteriorados, tanto la corriente eléctrica como los sistemas de agua, alimentación, medicamentos, y también el transporte terrestre. Parece mentira pero en un país petrolero no tenemos gasolina. En mi región, Maracaibo, donde se produce el petróleo, para tener 50 litros de gasolina hay que perder un día, si no más”.
El prelado considera que hay que abrir las fronteras para que también llegue la colaboración de otros organismos: “Agradecemos a todos los que están haciendo algo por Venezuela, pero realmente la ayuda es muy poca y se necesita un número mayor de productos, también de atención médica y demás”.
La dimensión internacional y la dimensión política
El presidente de los obispos recuerda además dos dimensiones de la crisis.
Por un lado, la dimensión internacional: “Hasta el momento ha salido entre el 12 y el 14% de la población venezolana hacia distintos países, principalmente de suramérica. Esto genera una conflictividad, pues tener 500.000, 600.000 personas en un país pequeño que no estaba preparado para recibir este contingente de personas, ciertamente afecta la cotidianidad de la población y también la de los gobiernos. Todos los días están saliendo venezolanos por nuestras fronteras, tanto a través de las fronteras de Colombia como de Brasil y ahora también hacia El Caribe. Esto marca una problemática en toda la región”, que es también humanitaria, pues está siendo aprovechado por organizaciones delictivas para capturar víctimas hacia la trata de personas, la prostitución y la esclavitud. Hay que “minimizar los daños humanos que causa una migración así masiva y sin control”, pues “el hecho de que haya más de cuatro millones de venezolanos fuera del país acredita que algo está pasando en Venezuela”.
Un adolescente de 16 años, Rufo Chacón, perdió los ojos y quedó ciego al recibir a bocajarro 52 perdigonazos por parte de un miembro de las fuerzas represoras de la dictadura socialista de Nicolás Maduro. Fue durante una protesta por la falta de gas en el estado de Táchira.
Por otro lado, la dimensión política: los obispos insisten “en la necesidad de un cambio político”, pues “se ha sembrado división y desmotivación total en el pueblo venezolano”. “El gobierno se ha quedado solamente en lo político, en lo ideológico, y quiere sembrar una cultura que de hecho no es la nuestra, como lo es el choque de ideas o el revanchismo”, añade. Y luego hay un problema de legitimidad: “Hay una forma ilegítima de gobernar, porque las elecciones fueron ilegítimas y realizadas con muchas irregularidades. Consideramos que el gobierno asumió el poder de manera ilegítima, lo que comporta también consecuencias jurídicas”. Por eso piden elecciones “con garantías”, que incluya la posibilidad de votar a los cuatro millones de refugiados, para lo cual es imprescindible “la supervisión de organismos internacionales”.