Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

En Santo Domingo hay mucha fe y se comparte, pero también hay carencias: habla un misionero español

ReL

El Padre Rodrigo, con barba, al llegar a la Casa de Siervos de Cristo Vivo
El Padre Rodrigo, con barba, al llegar a la Casa de Siervos de Cristo Vivo
Según las estadísticas (como ésta de PewForum de 2014), la República Dominicana es uno de los lugares de América donde los católicos están más dispuestos a "compartir su fe", es decir, a hablar de ella con personas de otros entornos. 

Así declara hacerlo "al menos una vez a la semana" un 20% de dominicanos católicos. 

Es un porcentaje similar al de nicaragüenses (20%), hondureños (21%), panameños (19%), costarricenses (17%), inferior a los salvadoreños (24%) y guatemaltecos (34%). 

Y es muy superior al de argentinos (5%), chilenos y uruguayos (4%), bolivianos y peruanos (7%)..

Pero en este país caribeño, en el que el 86% de la población se declara católica (8 millones de sus 9,3 millones de habitantes) y muestra esa capacidad de compartir la fe, se requieren muchos sacerdotes para atender a la población. En la diócesis de Santo Domingo, con 3,6 millones de habitantes, hay un sacerdote para cada 7.200 habitantes católicos, mientras que en Madrid hay uno cada 1.150... con la diferencia, además, de que en Santo Domingo la gente es fervorosa y reclama a los sacerdotes. 

Un madrileño en la Casa del Padre Tardif
El sacerdote misionero madrileño Rodrigo Hernández llegó hace un año a Santo Domingo como miembro de la OCSHA, la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana, que desde hace 70 años envía sacerdotes diocesanos a esos países hermanos.

Se instaló en la Casa de la Anunciación, casa madre de la comunidad carismática Siervos de Cristo Vivo (cscv.info), fundada por el sacerdote Emiliano Tardif, predicador itinerante de la Renovación Carismática, famoso por su don de sanación, que falleció en 1999. Ya conocía a los Siervos de Cristo Vivo. Y allí no le falta trabajo porque la gente pasa sin cesar por esa casa. 


  La casa de la Comunidad Siervos de Cristo Vivo, en una foto con arco iris que se hizo popular hace unos años 

“Atendemos a miles de personas que vienen con todo tipo de necesidades. Muchos vienen con enfermedades del cuerpo, otros con problemas espirituales… Hay que salir al paso de las necesidades de todos, confesar, tener momentos para escuchar”, explica el padre Rodrigo.

Siempre hay infinidad de retiros y cursos de evangelización y para formar evangelizadores dominicanos, que sean misioneros y líderes de sus comunidades. De hecho, los predicadores de Siervos de Cristo Vivo acuden a encuentros para formar evangelizadores por numerosos países, incluyendo España y Estados Unidos. 

Director de Obras Misionales y animador juvenil
El nuevo arzobispo de Santo Domingo, Francisco Ozoria Acosta, que lleva en el cargo desde 2016, pidió a Rodrigo Hernández que fuera el director de Obras Misionales Pontificias en la diócesis, por lo que dedica buena parte de su tiempo a la animación misionera. Colaborando con el obispo auxiliar, Jesús Castro, se está poniendo en marcha el grupo de Universitarios Misioneros: en realidad, se entiende que cada universitario católico debe recibir la formación suficiente para evangelizar en su entorno.  

Rodrigo también es director espiritual de secundaria y bachillerato en el colegio bilingüe “Follow me Jesus”, además de dar clases de religión.

La infancia y la juventud son la esperanza de Santo Domingo, a pesar de que hay muchísimos niños y jóvenes que viven en la pobreza. Rodrigo habla de la increíble labor que los religiosos mercedarios realizan en su dispensario con los niños de la calle y los “limpiabotas”. 

Es un pueblo con fe, experiencia real del poder de Dios y ganas de comunicarlo, pero falta mucha formación. El padre Rodrigo cuenta que le habló a un enfermo católico, al darle la Extremaunción, de la posibilidad de ofrecer sus dolores a Dios a través del Cuerpo Místico de Cristo, como intercesión, y que podía unirse a la Unión de Enfermos Misioneros. Luego las hijas vieron muy contento al enfermo. El hombre les dijo: “Es que el padre me ha hecho un regalo. En 7 años que tengo de cáncer es la primera vez que me siento útil”.
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