Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El P.José del Carmen Aquino García reparte alimentos, ánimos y oración

El sacerdote que va en lancha de remos ayudando en las inundaciones de Tabasco se ha hecho viral

El sacerdote que va en lancha de remos ayudando en las inundaciones de Tabasco se ha hecho viral
El padre Aquino reparte alimentos y agua en las zonas inundadas de Tabasco con su lancha de remos

ReL

Camiseta, pantalones cortos, gorra y una lancha de remos llena de víveres y recursos, entre edificios inundados. La lleva un hombre joven. Es el sacerdote José del Carmen Aquino García, de 31 años de edad, ordenado hace dos años, que intenta apoyar a los vecinos de la colonia Casa Blanca, en Villahermosa, (Tabasco, México), afectados por las inundaciones. Los vecinos temen que la cosa empeore aún más si se desborda el Río Grijalva, aunque las autoridades dicen que es poco probable. La madre del sacerdote le pide asustada que se vaya del lugar. Pero él tiene muchas tareas entre sus manos: llevar comida y agua potable, trasladar personas y muebles, dar ánimos, poner orden, dar esperanza...

La revista católica mexicana Desde la Fe recogió su imagen y testimonio, que se difundió mucho y empezó a recibir por redes sociales peticiones de pueblos cercanos afectados, de Ixtacomitán, Jalapa, Macuspana...

Ayuda de buenas personas, más que de entes públicos

Él ha usado las redes también para pedir ayudas a las personas de buena voluntad: asegura que buena parte de la ayuda que ya ha llegado es espontánea, por parte de personas generosas, más que de entidades públicas.

“Acabo de recibir a un equipo de beisbolistas del municipio de Cárdenas, que trajeron despensas, colchonetas, cobertores, ropa y zapatos para repartir entre la población. Ellos mismos se organizaron y recabaron estos artículos. Esto lo llevaremos el fin de semana a Tapijulapa, en el municipio de Tacotalpa”, explica como ejemplo en Desde la Fe.

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El padre Aquino transporta materiales y personas en las inundaciones de la región de Tabasco

La capilla en la que vive está inundada desde hace más de diez días, excepto por la parte superior que él usa ahora.

“Mis papás y mis hermanos están preocupados por mí, pero a la vez se admiran de lo que estoy haciendo. Mi mamá llora, pues le preocupa que, en caso de un desbordamiento, no tenga a dónde ir, pero yo considero que en su momento Dios me dirá qué hacer. Por ahora, lo que me toca es servir a mis hermanos”, explica el sacerdote.

“Yo le digo a mi mamá que la gente me necesita, que ellos también son mi familia. También le digo que si yo no estuviera haciendo esto, la gente necesitada no estaría recibiendo la ayuda que ahora recibe. Si yo me hubiera ido en el momento en que mi mamá me pidió que me saliera, la historia sería diferente”.

Lágrimas, cansancio... y el coronavirus ya no asusta

Con la inundación, visible y brutal, la gente de Tabasco ya no se preocupa por el coronavirus, que es invisible aunque enferma y mata. Muchos ya no mantienen las distancias ni usan mascarilla. “El tema del coronavirus lo tenemos olvidado por el momento. Ahorita nuestra atención está centrada en las familias que han perdido todo con estas inundaciones”, explica el sacerdote.

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El padre Aquino dice que ha visto crecer su fe pero también ha llorado y reflexionado mucho: puede ayudar a muchos, pero no a todos.

“Yo le digo a la gente que se arriesgue a ayudar sin importar a quién; les pido que se abran a los hermanos necesitados. Yo considero que si la gente acudiera personalmente a apoyar a los damnificados y experimentara la necesidad del otro, muchas cosas se resolvería de nuestra humanidad, y por ello los invito a que sigan colaborando”, explica.

Todos pueden ayudar, también los heridos y débiles. “En el momento en que se sumen a colaborar verán cómo el alma se va liberando poco a poco, la mente se va abriendo, y van sanando interiormente, pues se darán cuenta que no son los más golpeados, que hay gente más necesitada”, añade.

Cada noche se plantea: "¿Valdrá la pena todo esto que estoy haciendo?" Cada vez que le dicen gracias y le sonríen las personas que atiende con comida o agua, entiende que sí vale la pena.

Pero le entristece ver que muchos vecinos empobrecidos se van de la zona inundada o en riesgo de inundarse. “Vi a unos niños que ya se iban, y llevaban cargando sus cosas. Uno de ellos me preguntó: “padre, ¿cree usted que nos vamos a inundar?”. Yo le dije: “Pues yo no sé, pero si eso pasara, yo también me tendría que ir”. Los niños no dijeron nada, sólo siguieron caminando.

Se puede seguir al padre Aquino y ofrecerle ayuda desde su perfil de Facebook

Este reportaje resume la situación en la zona de Tabasco afectada; al irse muchas personas de las casas inundadas entran saqueadores; se habla de 150.000 damnificados

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