Ludopatías: hay que «erradicar la cultura del azar para reemplazarla por la dignidad del trabajo»
La Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina publicó un documento bajo el título Con tu vida y la de tu familia no se juega. Una oferta que crece y enriquece a unos pocos advirtiendo sobre los peligros derivados de la multiplicación en la oferta de los juegos de azar en la Argentina: “Han proliferado los casinos, los bingos, unidos al negocio de las máquinas tragamonedas, aun en cercanía de barrios pobres. También se han multiplicado las ofertas de juegos de apuestas en locales de lotería", afirma el texto.
Asimismo, alerta de que "internet hace emerger nuevas y cada vez más masivas formas de juego”, lo cual “pone en peligro especialmente a los más jóvenes, con una escasa barrera de acceso a los mismos”. Ya a finales del año pasado, la Comisión de Drogodependencia de los obispos argentinos calificó como "problemática, inoportuna y nociva" la legalización de las apuestas on line.
“El juego de azar es un negocio que mueve gran cantidad de dinero para beneficio de unos pocos en detrimento de muchos, especialmente de los más pobres a quienes muchas veces el agobio lleva a probar salidas mágicas que terminan sumiéndolos en mayor pobreza y desazón”, continúa el documento, quien reclamó de las autoridades fomentar, por el contrario, "el trabajo honesto como camino de construcción de futuro" y "erradicar la cultura del azar para reemplazarla por la dignidad del trabajo”.
Uno de los resultados de esta proliferación es la ludopatía, que domina "la vida del enfermo en perjuicio de sus valores y obligaciones sociales, laborales, materiales y familiares. La falta de esperanza, de un proyecto de vida, la baja estima de sí mismo, van generando dependencias que limitan la libertad de las personas”.
Por todo ello, "el Estado debe trabajar por la protección integral de la familia. El juego puede llevar a una adicción que daña la comunión familiar, y puede llevar a su destrucción. Otro tanto puede decirse de la compulsión a videojuegos, que se instalan desde muy temprana edad en la vida de los más chicos, que también son parte de otros esquemas de negocios y que crean también formas de adicción o dependencia, vinculados en muchos casos con la explotación de pulsiones violentas, individualistas e intolerantes”,
“Nuestra actitud no es de condena a quienes sufren esta adicción, sino acogerlos y alentarles a recorrer el camino de la libertad de toda esclavitud, porque ‘para ser libres nos liberó Cristo’”, concluyen: “La esperanza del cristiano está puesta en el Señor, el único que salva. No en soluciones mágicas. Sabemos también que de Dios hemos recibido la tarea de trabajar para completar su obra creadora, y así obtener lo necesario para la vida. El juego por dinero no salva ni dignifica a la persona, sino que la daña seriamente a ésta y a su familia... ¡No permitamos que avance este lobo disfrazado de cordero!”