Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

«Cuando Maduro se ve débil pide diálogo al Vaticano para ganar tiempo y luego incumple lo pactado»

ReL

José Luis Azuaje es el vicepresidente de los obispos venezolanos y presidente de Cáritas América Latina
José Luis Azuaje es el vicepresidente de los obispos venezolanos y presidente de Cáritas América Latina
Muchos se preguntan qué ha pasado con las distintas iniciativas de diálogo y negociación que el Vaticano ha intentado con el régimen venezolano, especialmente dado que el Secretario de Estado Pietro Parolin fue nuncio en Caracas durante años. 

La respuesta la da el obispo de Barinas, José Luis Azuaje Ayala, que es vicepresidente de los obispos venezolanos y presidente de Cáritas América Latina. 

“Cada vez que este gobierno se ha visto en desventaja, ha pedido dialogar; pero siempre es el mismo guión: el diálogo es usado para ganar tiempo y avanzar en el proyecto hegemónico de totalitarismo y mayor poder de dominación”, denuncia en una entrevista concedida a Álvaro de Juana para Aciprensa. 

“La Santa Sede ha estado siempre pendiente de lo que sucede en el país. Tanto el Papa Francisco como el Secretario de Estado, Cardenal Parolin, están bien informados de la problemática del país. Siempre han tenido la disposición de mediar, y eso se lo agradecemos. Pero las experiencias enseñan. El diálogo fallido del mes de octubre a diciembre ha enseñado que con gobiernos como éste se debe tener algo más que la buena voluntad”, afirmó categórico.

Además, explicó que el Vaticano “le ha recordado al Gobierno que para volver a sentarse en la mesa común se debe cumplir lo acordado en el mes de octubre del año pasado y recordado por el Cardenal Parolin en la carta dirigida al presidente Maduro el primero de diciembre del 2016”.


  Maduro con el Papa Francisco en el Vaticano en 2013

Las condiciones incumplidas
Las condiciones que se acordaron eran: “diseñar el calendario electoral, la liberación de los presos políticos, la apertura de un canal humanitario para dejar entrar alimentos y medicinas al país, y devolverle las atribuciones a la Asamblea Nacional”.

Ahora los obispos denuncian la violencia y "la degradación moral que se ha hecho presente en el país”.

“El gran número de asesinatos que según la fiscalía nacional son 121, de los cuales el 25% han sido asesinados por manos de organismos de seguridad del Estado y 40% por grupos de civiles armados afectos al régimen, con más de 1.500 heridos, con miles de detenidos, en poco más de tres meses, nos dan un cuadro dantesco que a cualquier persona o institución inquieta por estar en juego la vida de los ciudadanos”, aseguró.

Nefastas políticas e improvisación
Esto se une al desabastecimiento de productos básicos como alimentos y medicinas, lo que “es el resultado de las nefastas políticas gubernamentales, de la improvisación, de querer instaurar un socialismo sin asidero humanista, sino generando una permanente conflictividad plagada de corrupción y violencia”.

El obispo Azuaje Ayala afirmó que todos los obispos del país “mantenemos la esperanza que todo proceso histórico tiene un inicio y un fin” y “esto que nos sucede no es eterno, pero destruye a medida que avanza el tiempo”. Y esto a pesar de que “cada día se siente una mayor represión del gobierno a través de distintos organismos del estado o afectos al mismo por temor al pueblo organizado, y se va configurando la anarquía en la realidad nacional, es decir, el gobierno ha perdido su legitimidad y autoridad”.

Asamblea Constituyente y coacciones
El Prelado, al igual que gran parte de la comunidad internacional, se muestra convencido del fraude en el proceso electoral a la Constituyente con la que Maduro pretende perpetuarse en el poder. Sobre la confirmación de Smartmatic –empresa encargada del sistema de votación electrónico– de que hubo manipulación, el Prelado asegura que “no nos ha sorprendido”.

“El domingo 30 pudimos ver con nuestros ojos la poca participación de la gente en las elecciones. De esta forma se hizo una auditoría directa, informal, pero vivencial”. “Antes de las seis de la tarde, que era la hora oficial del cierre de las mesas, enviaron a hablar a una de las rectoras del Consejo nacional electoral (CNE) para que anunciara que por permanecer una inmensa cantidad de personas aún en las filas de votantes, se extendía la votación una hora más. Yo me asomé a la escuela que está cercana de la Curia diocesana donde había varias mesas electorales y parecía un desierto. Pretendían hacer creer que a esa hora había electores. Cosa más falsa. Era como el anuncio oficial del fraude".

Pero además reveló que “antes y durante el proceso electoral a la Constituyente, muchas personas fueron coaccionadas y amenazadas para que asistieran a votar”.

“Hay relatos de personas que son católicas, forman parte de nuestras parroquias y casi confiesan eso como si hubiera sido un pecado que no tuviera perdón, se sienten humilladas porque se les coartó la libertad, porque fueron amenazadas que perderían sus empleos o los beneficios recibidos en las misiones (programas sociales) del gobierno”. En definitiva, señaló que “es algo vergonzoso lo ocurrido”.

Propuesta: elecciones generales y gobierno de transición
En su opinión, la solución real pasa por un “cambio total de gobierno a través de elecciones generales”, comenzando quizás con un “posible gobierno nacional de transición”.

Sin embargo, señaló que “no podemos olvidar la justicia” porque “ha habido mucha corrupción y violencia” y “los responsables de esto no pueden quedar sin ser investigados”.

Pero, ¿cómo actúa un cristiano ante este drama? “Un católico en las circunstancias en que vivimos debe ser un permanente promotor del bien común, la solidaridad y la justicia”, respondió. “No es tiempo de adornos, sino de ir a lo esencial, a lo que da un sentido a la vida”.

“Sabemos que nada será fácil cuando se trabaja por el bien de la comunidad, pero los cristianos tenemos un valor fundamental que es la fuerza del Espíritu Santo que no sólo nos anima, sino que nos ilumina en el caminar en medio de cizaña. Nos propone retos, pero nos da su fuerza”, afirmó.

Además, manifestó que “yo quiero llegar al extremo de decir que un católico no se puede plegar a las políticas excluyentes y mucho menos a la voraz corruptela que existe en el país, ni levantar su mano para golpear la dignidad de cualquier persona”. “Un católico comprometido debe exigir justicia y trabajar por el pueblo con el único interés de desarrollar procesos que lleven a un mayor desarrollo humano integral”, expresó.
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