Aprobado un segundo milagro de la Madre Francisca Rubatto: será la primera santa de Uruguay
Ana María Rubatto, fundadora de las Hermanas Terciarias Capuchinas de Loano, cuyos restos descansan en un santuario en el barrio Belvedere de Montevideo, será canonizada, considerándose así la primera santa de Uruguay. El Papa Francisco aprobó en un decreto publicado el pasado 22 de febrero un segundo milagro que permite canonizar a la Madre Rubatto, que ya era beata.
Fue beatificada por Juan Pablo II el 10 de octubre de 1993 y ya entonces la saludó como "primera beata del Uruguay". Su beatificación fue posible por un primer milagro atribuido a su intercesión en Génova en 1951, ratificado en 1991.
Fundadora a los 40 años, "reclutada" por un capuchino
Nació en Italia (en Carmagnola, Piamonte) en 1844, a los 4 años quedó huérfana de padre, y a los 19 murió su madre. Vivía como acompañante de una señora de la buena sociedad a la que ayudaba en sus obras de caridad. Ana María era una seglar devota, que daba catequesis a niños y visitaba enfermos en el Cottolengo y en los Oratorios de Don Bosco en Turín.
Una vez atendió con generosidad a un obrero de la construcción que se acaba de accidentar en la calle. Lo vio un sacerdote capuchino, el padre Angelico, que la invitó a liderar un grupo de jóvenes con ganas de consagrarse. Ella tenía 40 años. Lo meditó un tiempo y aceptó. Así en 1885 nacían las Hermanas Terciarias Capuchinas de Loano, dedicada a los enfermos y, especialmente, a los niños y jóvenes abandonados. Tomó el nombre religioso de Madre Francisca de Jesús.
Abrió 18 casas en 20 años
En 1892, con cuatro de hermanas de su congregación, partió hacia América Latina. Ofrecer sus servicios en Uruguay, Argentina, y luego en el Nordeste de Brasil. Con tres hermanas llegó a Uruguay y se instalaron en el barrio de Belvedere donde crearon un taller de costura, que con el tiempo se transformó en el Colegio San José de la Providencia. También realizó viajes misioneros a Argentina y Brasil. Siete veces atravesó el océano para acompañar a las hermanas en ambos continentes. Abrió 18 casas en los 20 años de su gestión.
En 1901 los indígenas de la misión en la selva brasileña mataron a 6 de sus compañeras y a otros religiosos de la misión. Ella murió de cáncer en Montevideo en 1904. Sus restos reposan en el santuario a ella dedicado en el barrio Belvedere de Montevideo.
Hoy la congregación tiene comunidades en Italia, Brasil, Perú, Argentina (con 8 colegios), Uruguay (4 escuelas) y 5 países del África negra.
Capuchinas de la Madre Rubbato de varios países
La dimensión uruguaya
La Hermana Nora Azanza, superiora de la congregación en Montevideo, dice que hay que considerar a Madre Rubatto como uruguaya. “Cuando uno estudia su vida, ve que su pasión misionera se desarrolló en este país. Llegó a una zona que era un páramo y tenía una gran visión”, asegura.
En Belvedere impulsó una escuela y taller de corte y confección, para ayudar a mujeres pobres a ganarse la vida. Al morir en Uruguay, sus restos fueron enterrados en el cementerio de La Teja. Pero luego los trasladaron a la capilla que ella había logrado construir, que en septiembre del año 2000 fue erigida como Santuario de la Beata María Francisca Rubatto.
Las hermanas en Montevideo y Maldonado acompañan la evangelización, realizan visitas a enfermos en casas y en geriátricos. También visitan a las familias con sufrimientos. En el Santuario desarrollan la pastoral social a través de la cual se promociona y se asiste a personas carenciadas y en situación de calle.
El milagro para la canonización
Según ha difundido la Conferencia de Obispos de Uruguay, el milagro que va a permitir canonizar a Madre Rubatto benefició a un joven de Colonia de Sacramento (Uruguay) que tuvo un accidente de tráfico en el año 2000 y quedó en coma, con graves lesiones craneales y hemorragias. Una tía suya, relacionada con los colegios de las capuchinas, comenzó a rezar a la Madre Francisca. El joven despertó sin secuelas y los médicos no encontraron explicación científica para esa mejoría rápida y total.
"La invocación a la Madre Francisca fue muy fuerte y antecede a la curación. Es importante destacar que no le quedó a este joven ninguna secuela del accidente", según informó la Conferencia Episcopal del Uruguay en un comunicado.
Una presentación de Madre Rubatto en 2017, cuando se celebraban sus 125 años de presencia en Uruguay