Presos de Panamá construyen los confesionarios de la JMJ: emocionados por el sentido del perdón
El próximo mes de enero se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, y que contará con la presencia del Papa y de cientos de miles de jóvenes provenientes de los cinco continentes.
Los preparativos para estas jornadas están ya culminándose, y en ellos también están participando los presos de las cárceles panameñas. Precisamente, un grupo de reclusos de la prisión de La Joya y La Nueva Joya, está construyendo los 250 confesionarios que se instalarán en el Parque del Perdón durante los días en los que se celebre la JMJ.
Este encargo es algo más que un trabajo para los reclusos, pues se sienten parte de algo mucho más grande pese a que no podrán ver sus obras expuestas en dicho parque. En un reportaje que recoge la web oficial de la JMJ de Panamá, los 35 presos ofrecen su propio testimonio asegurando que no se trata de “un simple trabajo de ebanistería”, sino de sentirse incluidos en un proyecto para los jóvenes, que igual que ellos enfrentan riesgos sociales, pero que “aún pueden tomar un camino diferente”.
Allí en el taller han ganado horas de sosiego, aprendizaje, trabajo en equipo y confianza en sí mismos, aptitudes que piensan poner en práctica una vez salgan del centro penitenciario. Jesús Ramos estaba convencido que pagaría su condena en medio de cuatro paredes, con la Biblia como su única compañera; sin embargo, fue elegido para participar de esta iniciativa y, a pesar de no ser católico, está seguro del valioso aporte que la Jornada Mundial de la Juventud les deja a los jóvenes del mundo.
“Yo soy evangélico y agradezco que me hayan tomado en cuenta porque aquí he aprendido a utilizar las herramientas, a trabajar con base al respeto y juntos hacia una misma meta. Gracias a la JMJ me siento incluido y feliz de trabajar para Dios”, destacó.
Al pensar en estos 250 confesionarios que serán ubicados en el Parque Recreativo Omar en enero de 2019, dijo sentirse orgulloso al poder aportar su granito de arena para el éxito de esta obra de Dios.
Mientras tanto, Luis Domínguez se encarga de pintar y supervisar el lijado de los confesionarios. Su experiencia ha sido igual de gratificante que la de sus compañeros al sentirse parte de la JMJ, y asegura que lo aprendido en el taller, lo pondrá en práctica una vez salga de la cárcel.
Los presos, muy identificados con el sentido del confesionario
“Aunque nosotros no podamos estar allí, ya sentimos que estamos haciendo algo importante, y le doy gracias a Dios por la oportunidad que nos han dado a nosotros como privados de libertad de aportar con una misión tan importante como es la JMJ”, explicó.
Alma De León, Coordinadora de Proyectos del Sistema Penitenciario explicó que este trabajo se realiza con el apoyo de un instructor del INADEH y es una manera de demostrar a la sociedad la capacidad que tienen los presos, y los deseos que albergan de ser personas diferentes y útiles.
Explicó que al poner todo su empeño en estos confesionarios ellos se sienten muy ligados a un interés espiritual de lo que significa el confesionario en sí; se sienten muy íntimamente relacionados con la JMJ y la juventud del mundo.
Por su parte Sharon Díaz, subdirectora general del Sistema Penitenciario, señaló que este tipo de proyectos marca al recluso, no solo en la parte técnica. “Saber que están aportando al proyecto país en lo espiritual, les hace sentir presentes dentro de la Jornada Mundial de la Juventud, sin importar la fe que cada uno de los privados profese, son un solo equipo, y saben la importancia de trabajar en un proyecto único como éste”.
Los confesionarios
Los días de estos 35 privados de libertad transcurren más rápido, asistiendo de 8 de la mañana a 4 de la tarde con mucho entusiasmo a armar cruces, lijar, pintar y tapizar.
La diseñadora de interiores Lilibeth Bennet creó dos modelos distintos de estos confesionarios, ambos inspirados en las líneas curvas que tiene el logo de la JMJ y utilizando los mismos colores. Para ella, sus diseños cobran un significado aún más especial al ser llevados a la realidad por reclusos, ya que en ellos está la obra transformadora de Cristo, capaz de sacar lo mejor de cada uno de nosotros.