Flores, rosarios y sombreros quiteños con el Papa en el hogar de ancianos de las calcutas en Ecuador
En su último día en Ecuador, y antes de dirigirse al santuario mariano de la Virgen del Quinche, Francisco realizó una emotiva visita a la casa de reposo “Hogar San José” de las Misioneras de la Caridad en Tumbaco, donde saludó, bendijo y estuvo casi media hora con los residentes, voluntarios y religiosas de la congregación fundada por la Beata Madre Teresa de Calcuta.
Cientos de personas esperaban al Pontífice en las afueras del hogar en el último día de su visita a Ecuador. El Pontífice llegó a las 9:30 a.m. y fue recibido por la superiora de las religiosas quien le colocó una corona de flores azules y blancas, los colores del hábito de las Misioneras de la Caridad, un gesto típico de la India.
El Papa inició su visita con un momento de oración en la capilla del hogar, en donde colocó una flor ante la imagen de la Madre Teresa, luego pasó al patio donde lo esperaban los ancianos, los voluntarios y las religiosas.
En medio de un ambiente de fiesta, el Pontífice saludó uno a uno a todos los presentes. Uno de los ancianos le colocó un típico sombrero quiteño de color negro, gesto que respondió agradecido y con una sonrisa.
Uno de los miembros de la seguridad del Santo Padre iba detrás de él obsequiando un rosario a cada uno de los asistentes.
En honor al Pontífice, las misioneras lanzaron una gran cantidad de flores en el patio del hogar.
Luego, pasó a un salón junto a la superiora, con quien dialogó por unos minutos, rezó junto a una imagen de la Virgen de Fátima y tocó un corazón de madera que parecía un relicario.
En uno de los momentos más emotivos, saludó y bendijo a más de diez religiosas y se tomó una foto con ellas. Las religiosas comenzaron a gritar “Te queremos Santo Padre” para despedir al Pontífice.
Antes de partir, el Santo Padre recibió como obsequio una fuente con comida y no dudó en bromear. “¿Esto es para mí? Me voy a empachar”.
El Santo Padre se dirigió luego hacia el Santuario de la Virgen del Quinche, pero previamente saludó a muchas personas que lo esperaban a la salida, entre ellos algunos niños que le dieron varios obsequios.
Cientos de personas esperaban al Pontífice en las afueras del hogar en el último día de su visita a Ecuador. El Pontífice llegó a las 9:30 a.m. y fue recibido por la superiora de las religiosas quien le colocó una corona de flores azules y blancas, los colores del hábito de las Misioneras de la Caridad, un gesto típico de la India.
El Papa inició su visita con un momento de oración en la capilla del hogar, en donde colocó una flor ante la imagen de la Madre Teresa, luego pasó al patio donde lo esperaban los ancianos, los voluntarios y las religiosas.
En medio de un ambiente de fiesta, el Pontífice saludó uno a uno a todos los presentes. Uno de los ancianos le colocó un típico sombrero quiteño de color negro, gesto que respondió agradecido y con una sonrisa.
Uno de los miembros de la seguridad del Santo Padre iba detrás de él obsequiando un rosario a cada uno de los asistentes.
En honor al Pontífice, las misioneras lanzaron una gran cantidad de flores en el patio del hogar.
Luego, pasó a un salón junto a la superiora, con quien dialogó por unos minutos, rezó junto a una imagen de la Virgen de Fátima y tocó un corazón de madera que parecía un relicario.
En uno de los momentos más emotivos, saludó y bendijo a más de diez religiosas y se tomó una foto con ellas. Las religiosas comenzaron a gritar “Te queremos Santo Padre” para despedir al Pontífice.
Antes de partir, el Santo Padre recibió como obsequio una fuente con comida y no dudó en bromear. “¿Esto es para mí? Me voy a empachar”.
El Santo Padre se dirigió luego hacia el Santuario de la Virgen del Quinche, pero previamente saludó a muchas personas que lo esperaban a la salida, entre ellos algunos niños que le dieron varios obsequios.
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