Este misionero trabaja con pandillas y logra que dejen la violencia... y ahora tiene una «ayudante»

El sacerdote misionero José Antonio Maeso, de Burgos, trabaja en Ecuador desde 2001, primero cinco años en Puyo y después en la región de Esmeraldas, con mayoría de población afrodescendiente.

Una de sus alegrías ha sido ver como se consolidaban alternativas a las pandillas violentas, que a menudo se han ido reconvirtiendo en asociaciones culturales juveniles pacíficas.

Esa es una de las grandes tareas que va logrando el Vicariato Apostólico de Esmeraldas con su proyecto Nación de Paz, dirigido a la niñez, adolescencia y juventud en cercanía de violencia.

José Antonio Maeso es también capellán de la cárcel y por lo tanto trata con jóvenes que saben lo que es la peor violencia. Pero muchos pueden integrarse bien y colaborar en Nación de Paz ( naciondepaz.org ) .

Jesús Maeso en algunos juegos; los muchachos llevan camisetas de Pazita, en el programa Nación de Paz

"Saben lo que es un tiroteo, un motín carcelario..."

“Todos saben qué es una balacera [tiroteo], cómo es un motín en la cárcel, todos han sido víctimas, han mamado la violencia y se han convertido en constructores de cultura de paz. Es gente que sabe a lo que juega”, explica.

Maeso y Son de Paz saben que el juego es una metodología eficaz para transformar a estos jóvenes y sus sociedades, Para eso usan los títeres, el fútbol callejero (con reglas propias), el arte urbano...

“El juego nos relaja, nos da mucha libertad y a la vez quita mucha peligrosidad a nuestro trabajo”, asegura. “No se nos ve como una amenaza”.

En su último proyecto educativo, Maeso habla con libertad por la boca de Pazita, su marioneta, una señora afroamericana. Es Pazita quien cuenta los mensajes del papa Francisco, del Magisterio de la Iglesia, quien habla de paz frente a la violencia... “Cuando escuchan el mensaje, dicen: qué bonito, qué bien escribe, padre… ‘No lo digo yo, lo dice Pazita’, respondo".

Cuando haya conflicto, que sea de menor intensidad

“Yo creo que nuestra misión fundamental no es cambiar el mundo, porque está bien complicado, pero sí hacer personas resilientes, personas supervivientes y sobrevivientes que, en medio de las dificultades, vean motivos de esperanza. Nosotros decimos que trabajamos en la prevención, que es como el jarabe para la tos, y la prevención, que es como una mochila de herramientas que nos ayuda, cuando estalle el conflicto, a tener las habilidades suficientes para que sea de menor intensidad”, explica en una nota de la diócesis de Burgos.

“También nos hemos convertido un poco en los bomberos de las emergencias educativas”. El Estado acude a ellos para intervenir directamente con los profesores, con los niños, con toda la comunidad, y ofrecer atención psicosocial ante sucesos graves como secuestros, abuso sexual, incluso suicidios. “Acabamos siendo un instrumento de mediación”.

Cuando comenzó a trabajar en el proyecto hace más de diez años hubo ciertos recelos por ser cura, reconoce. “Son países que generalmente, en cuanto a la educación, quieren ser muy laicos, para nosotros ha sido una dificultad”. No obstante, aclara, “si a veces no podemos anunciar explícitamente el evangelio, anunciar a Jesús, sí lo hacemos implícitamente. Ahora que estamos en Navidad, cuando decimos que el nacimiento de Jesús se anunció como ‘gloria Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres’ o que cuando resucita dice ‘la paz esté con ustedes’, al trabajar en educación para la paz estamos transmitiendo los valores del evangelio. Al fin y al cabo, no creo que ser misionero sea tanto hacerlo de una forma explícita sino anunciar los valores del Reino de forma implícita”.

En esta entrevista en la TV de Burgos, habla su experiencia durante el terrible terremoto de Ecuador; en el minuto 7.55 pasa a hablar de su trabajo con jóvenes y prevención de violencia