Viernes, 15 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El hijo adoptivo de Lewis habla de su fe

«Yo y mi padre C.S. Lewis»: Douglas Gresham, converso, vela para que Narnia no sea tergiversada

Una escena de la tercera película de Narnia, en el país de Aslan, signo del Más Allá
Una escena de la tercera película de Narnia, en el país de Aslan, signo del Más Allá

Silvia Guzzetti / Avvenire

​Esas «Crónicas de Narnia» (El león, la bruja y el armario; El príncipe Caspian y La travesía del Viajero del Alba) de las que han gozado millones de espectadores en todo el mundo nacieron de dos conversiones al cristianismo, la del escritor C.S.Lewis y la de su hijo adoptivo, Douglas Gresham. 

Tal vez se acuerden de él en la película Tierras de penumbra, con Anthony Hopkins y Debra Winger, donde aparecía como un chiquillo que se ha quedado sólo tras la muerte de su madre, Joy Davidman.

En Malta, donde vive, Gresham dirige la "C. S. Lewis Company", la sociedad que controla las reediciones de los libros del padre adoptivo, y vigila para que las películas que se inspiran en ellos sean fieles al contenido moral y literario original.

A pocas semanas del cincuentenario de la muerte del escritor (el próximo 22 de noviembre), Gresham recuerda su primer encuentro.

«Mi madre, Joy Davidman, fue a Inglaterra para buscar un editor para su libro Humo en la Montaña – cuenta –. Se escribía con C. S. Lewis desde hacía años, convirtiéndose en amiga suya enseguida. “Jack”, éste era su sobrenombre, era muy afectuoso también conmigo. Un afecto que se convirtió en verdadero amor cuando se casó con mi madre y nos adoptó a mi hermano y a mí».

Casados "por papeles", y luego enamorados
Inicialmente, Lewis se casa con Joy para que ésta pueda conseguir el visado necesario para quedarse en Inglaterra; pero cuando a ella se le diagnostica un tumor incurable, el escritor entiende que está profundamente enamorado y los dos viven como marido y mujer: «Los cuatro años más felices de su vida», dice Gresham. [Bajo estas líneas, una foto de Lewis y Joy en esa época].



Crecido en la Iglesia anglicana, C. S. Lewis se alejó de la fe en la adolescencia para volver a ella cuando enseñaba en la universidad de Oxford, gracias también a la influencia de J.R.R. Tolkien, con el cual fundó el grupo de los Inklings.

Gran apologeta del cristianismo en obras famosas como Mero cristianismo y El regreso del peregrino, Lewis es uno de los escritores más importantes del siglo XX.

En Una pena en observación contó, con palabras desgarradoras, la pérdida de su esposa, la crónica de un luto convertida en obra maestra y leída por millones de personas de todo el mundo.

[Joy Davidman también era conversa; antes era judía atea comunista; la historia de su experiencia mística puede leerse aquí].

«Han pasado cincuenta años desde la muerte de Jack – dice Gresham – y, por tanto, ya no siento las emociones tan fuertes que sentía cuando le perdí, si bien permanecen la añoranza y el dolor. Siento la pérdida, pero he conseguido aceptarla. Él está siempre cerca de mí, sobre todo cuando la vida es dura y tengo que enfrentarme a dificultades».



-Usted es un cristiano convencido al que le gusta recalcar que no pertenece a ninguna Iglesia en particular. ¿Debe su fe a C. S. Lewis?
-Sin duda alguna. Me enseñó con su ejemplo qué significa amar a Cristo. Si hubiera intentado convertirme, me hubiera rebelado. En cambio, respondía a todas las preguntas que le planteaba y vivía su fe, desde el momento en que se despertaba por la mañana al momento de acostarse por la noche. Pensaba siempre en qué podía hacer para servir mejor a Jesús. Intento imitarlo y ser como él. No soy tan bueno, pero aprendo poco a poco. Mirándolo entendí que la vida cristiana era la mejor posible».

-Sin embargo, se han necesitado muchos años antes de que usted volviera al cristianismo.
-¡El problema es que he tenido una infancia tremenda! Cuando tenía diez años a mi madre se le diagnosticó un cáncer terminal que la mató al cabo de cuatro años. Un año y medio después mi padre, en América, se suicidó y dos años después de él, Jack murió. Era prisionero de estos dolores y estaba enfadado con Dios, pero no llegaba a ninguna parte.

»Después, un día, en 1990, tras haber hablado con un archidiácono de la Iglesia anglicana en Tasmania, donde vivía entonces, el Espíritu Santo me alcanzó y toda mi actitud ante la vida cambió.

-¿Se remonta a este momento su decisión de ocuparse de la herencia literaria y moral de su padrastro?
-Sí. Le pregunté a Dios: “¿Qué quieres que haga?”. Y entendí que quería esto, por lo que me convertí en el director artístico y creativo de la "C. S. Lewis Company". Es mi deber asegurar que los libros de Jack se vuelvan a publicar de la manera más fiel posible, y que las películas no tergiversen el contenido».



-¿Cómo vivía C. S. Lewis su cristianismo?
-Ayudaba siempre a todos. Entregaba mucho dinero a los pobres pero sostenía también, con donaciones anónimas, a sus estudiantes más necesitados. Junto a esta caridad, de tipo material, había otra más profunda, de naturaleza moral. Jack pensaba siempre muy bien de todos, y si alguien se comportaba mal, intentaba entender qué llevaba a una persona a comportarse así. En resumen, buscaba siempre el lado positivo de cada situación. Si en la calle se le acercaba un mendigo, Jack le daba enseguida todo el dinero que tenía en la cartera.

-Usted se ha ocupado, como productor, de todas las películas de Narnia. ¿Hay alguna otra en preparación?
-Estamos trabajando en ella y haremos el anuncio cuando esté lista. Pienso que será La silla de plata, el cuarto libro, en orden de publicación, de la saga para jóvenes formada por los siete libros de las “Crónicas de Narnia”.

[Más sobre la cuarta película, La Silla de Plata, aquí].

(Traducción de Helena Faccia Serrano)
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