«Vive, ama, cree, sueña; Dios es tu amigo», afirma el Papa, que pide no caer en la «desesperación»
El Papa Francisco presidió este miércoles la Audiencia General de los miércoles y centró su catequesis en educar en la esperanza. “Piensa que donde Dios ha sembrado, espera. No pienses que la lucha que conduces aquí en la tierra es del todo inútil, porque en nosotros late una semilla de absoluto. Dios no desilusiona, y si ha puesto una esperanza en nuestro corazón no la quiere truncar con frustraciones continuas”.
Francisco quiso insistir en que “todo nace para florecer en una eterna primavera”, y “también Dios nos hizo para florecer”, para lo que recordó “ese diálogo cuando el roble pidió al almendro, háblame de Dios y,... ¡el almendro floreció!”.
"Este mundo es un milagro de Dios"
De este modo, el Santo Padre indicó a los miles de fieles presentes que “donde Dios te ha plantado, espera. No cedas al desánimo. Recuerda que el enemigo que tienes que derrotar está dentro de ti. Cree firmemente que este mundo es un milagro de Dios, que él nos da la gracia de realizar nuevos prodigios, porque la fe y la esperanza caminan juntas. Confía en Dios Creador, que llevará su creación a cumplimiento definitivo, en el Espíritu Santo que guía todo hacia el bien, en Cristo que nos espera al final de nuestra existencia”.
Tal y como recoge Radio Vaticano, Francisco instó a los creyentes a que si “estás sentado, ponte en camino, si el aburrimiento te paraliza, échalo con obras de bien. Si te sientes vacío y desmoralizado, pide al Espíritu Santo que pueda de nuevo llenar tu vacío. Obra la paz en medio de los hombres, y no escuches la voz de quien derrama odio y divisiones. Ama y respeta el camino de cada persona, porque cada uno tiene la propia historia que contar”.
"Vive, ama, cree, sueña"
“¡No! Nunca pienses nunca que has luchado en vano, que al final de la vida nos espera el naufragio. Dios no nos engaña, llevará a plenitud como una eterna primavera, la esperanza que ha puesto en nuestro corazón. No te quedes paralizado, levántate, camina, confía: sueña. Sé constructor de paz y no de odio o división. Ama a tu prójimo, respeta el camino de cada uno, sé compasivo y justo. Sueña con un mundo nuevo. Pide a Dios la gracia de ser valiente. Recuerda que Jesús venció por nosotros al miedo, el enemigo más grande contra nuestra fe. Reconoce que por el Bautismo tu vida pertenece a Cristo y él vive en ti, y a través tuyo, con su mansedumbre, quiere someter a los enemigos del hombre: el pecado, el odio, el crimen, la violencia”, agregó.
En su catequesis, el Papa quiso recordar a todos que “no eres superior a nadie y que, como cristiano, eres hermano de todos los hombres. Cultiva ideales y sé fiel a ellos. Y si te equivocas, no dudes en levantarte siempre, pues no somos infalibles, y el Hijo de Dios ha venido para rescatarnos a todos”.
“No estés encarcelado en tus errores, ellos no deben ser una prisión”, nos consoló Francisco, y reafirmó que “Dios ha venido para los enfermos no para los sanos”, por lo que “vino también para ti”. Y “si te golpea la amargura” –añadió – “cree en las personas que trabajan por el bien: en su humildad está la semilla de un mundo nuevo. Y frecuenta las personas que han custodiado el corazón como el de un niño: aprende de la maravilla, cultiva el estupor: ‘Vive, ama, cree, sueña. Dios es tu amigo, y con su gracia, nunca caigas en la desesperación’”, concluyó.
Francisco quiso insistir en que “todo nace para florecer en una eterna primavera”, y “también Dios nos hizo para florecer”, para lo que recordó “ese diálogo cuando el roble pidió al almendro, háblame de Dios y,... ¡el almendro floreció!”.
"Este mundo es un milagro de Dios"
De este modo, el Santo Padre indicó a los miles de fieles presentes que “donde Dios te ha plantado, espera. No cedas al desánimo. Recuerda que el enemigo que tienes que derrotar está dentro de ti. Cree firmemente que este mundo es un milagro de Dios, que él nos da la gracia de realizar nuevos prodigios, porque la fe y la esperanza caminan juntas. Confía en Dios Creador, que llevará su creación a cumplimiento definitivo, en el Espíritu Santo que guía todo hacia el bien, en Cristo que nos espera al final de nuestra existencia”.
Tal y como recoge Radio Vaticano, Francisco instó a los creyentes a que si “estás sentado, ponte en camino, si el aburrimiento te paraliza, échalo con obras de bien. Si te sientes vacío y desmoralizado, pide al Espíritu Santo que pueda de nuevo llenar tu vacío. Obra la paz en medio de los hombres, y no escuches la voz de quien derrama odio y divisiones. Ama y respeta el camino de cada persona, porque cada uno tiene la propia historia que contar”.
"Vive, ama, cree, sueña"
“¡No! Nunca pienses nunca que has luchado en vano, que al final de la vida nos espera el naufragio. Dios no nos engaña, llevará a plenitud como una eterna primavera, la esperanza que ha puesto en nuestro corazón. No te quedes paralizado, levántate, camina, confía: sueña. Sé constructor de paz y no de odio o división. Ama a tu prójimo, respeta el camino de cada uno, sé compasivo y justo. Sueña con un mundo nuevo. Pide a Dios la gracia de ser valiente. Recuerda que Jesús venció por nosotros al miedo, el enemigo más grande contra nuestra fe. Reconoce que por el Bautismo tu vida pertenece a Cristo y él vive en ti, y a través tuyo, con su mansedumbre, quiere someter a los enemigos del hombre: el pecado, el odio, el crimen, la violencia”, agregó.
En su catequesis, el Papa quiso recordar a todos que “no eres superior a nadie y que, como cristiano, eres hermano de todos los hombres. Cultiva ideales y sé fiel a ellos. Y si te equivocas, no dudes en levantarte siempre, pues no somos infalibles, y el Hijo de Dios ha venido para rescatarnos a todos”.
“No estés encarcelado en tus errores, ellos no deben ser una prisión”, nos consoló Francisco, y reafirmó que “Dios ha venido para los enfermos no para los sanos”, por lo que “vino también para ti”. Y “si te golpea la amargura” –añadió – “cree en las personas que trabajan por el bien: en su humildad está la semilla de un mundo nuevo. Y frecuenta las personas que han custodiado el corazón como el de un niño: aprende de la maravilla, cultiva el estupor: ‘Vive, ama, cree, sueña. Dios es tu amigo, y con su gracia, nunca caigas en la desesperación’”, concluyó.
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