Unos 400 jóvenes en España entraron como novicios o novicias en alguna comunidad religiosa en 2013
Unos 400 jóvenes entraron como novicios en 2013 a alguna de las más de 6.000 comunidades y congregaciones religiosas que hay en España, una cifra que se mantiene estable en los últimos años y a la que hay que sumar la de monjes y monjas de vida contemplativa (clausura), de la que no hay estadísticas.
Todos ellos celebran este domingo la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
El monje cisterciense Paco Rivera tiene 34 años, es licenciado en Derecho y en agosto de 2007, con 28 años, recorrió 700 kilómetros hasta el Monasterio de Santa María de la Huerta (Soria).
Seis años después, no duda en afirmar que «si no existiera la vida monástica, habría que inventarla». Rivera explica que ya con 15 años se sintió llamado por Dios y que su inquietud siguió creciendo con el «boom» en los años 90, de los cantos gregorianos del coro de los Monjes de Silos, que obtuvieron varios discos de platino.
Sin embargo, los padres de Rivera le animaron a estudiar una carrera, tiempo durante el que «se enfrió» su vocación, hasta que un día, mientras preparaba las oposiciones, encontró en Internet la página del Monasterio de Santa María de Huerta y allí se fue.
Desde entonces, a sus amigos les dice que le «ha tocado la lotería». En su día a día, tanto Rivera como los 22 monjes con los que vive —unos cuantos de entre 30 y 50 años, hasta el mayor, de 85—, se levantan a las cinco menos veinte cada mañana para la primera oración, «la más monástica». Después, tienen muchos momentos de rezo aunque también trabajan —elaboran mermelada y dulce de membrillo—, estudian y se echan la siesta.
Rivera admite que existen «muchísimas leyendas urbanas» sobre ellos, como que viven «apartados del mundo», cuando en realidad están al tanto de la crisis y las dificultades.
De hecho, cada monje dispone de un ordenador personal desde el que pueden conectarse a Internet una media hora diaria.
Otro de los mitos, según apunta, es el del silencio. «Un chico vino a hacer una experiencia (al Monasterio) y creía que tenía que comunicarse a través de papelitos», recuerda.
Dios la estaba «esperando»
A menos de cien kilómetros se encuentra otro Monasterio, el de Buenafuente del Sistal, al que llegó hace una década una joven de 39 años en busca de un nuevo lugar para orar.
Trabajaba en la Generalitat Valenciana y era diplomada en Trabajo Social y no se imaginaba que Dios la estaría «esperando».
No transcurrió ni un año cuando esta joven ingresó en el Monasterio, 24 horas después de morir Juan Pablo II.
Cuatro años después hizo sus votos perpetuos y durante este tiempo ha podido compartir su vida con sus hermanas, también con Sor Teresita, que a sus 105 años tenía el récord mundial de clausura.
En su monasterio, la monja más joven tiene 40 años y la mayor 86 pero, en su opinión, juventud y clausura son totalmente compatibles: «Cuando se es joven se tienen ganas de hacer cosas grandes, de no quedarse a medias tintas». No obstante, subraya que «parece que ahora hay mucha inmadurez y eso sí dificulta».
Con los más pobres
Diferente fue la vocación de Esperanza de Pinedo, que a sus 36 años, es ejemplo de vida consagrada activa pues el carisma de su congregación apostólica del Sagrado Corazón es «el servicio a los más empobrecidos». Ella sintió la «llamada» cuando era voluntaria en una casa de acogida de mujeres maltratadas, se empezó a plantear un voluntariado «para toda la vida» y en el año 2000, entró en la congregación.
Ahora, De Pinedo dedica su tiempo a los inmigrantes en una plataforma que lucha por el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) donde, dice, se «priva de libertad» a las personas y «no se respetan los derechos humanos».
Además visita a los internos. Su primer contacto con los inmigrantes fue en el coro de su parroquia de Parla, aunque en Málaga descubrió la cara más difícil de la inmigración.
«Fue durísimo: desarraigo, redadas, persecución policial, expulsión, violencia, dentro de los CIE y en todo el entramado, porque los CIE son el último eslabón de la cadena», afirma.
Según señala, su conexión con Dios «no» la «saca del mundo» sino que la mete «más» en él. Además, añade que en este tiempo de crisis en el que se observa una «deshumanización», la vida consagrada «tiene mucho que decir de humanizar».
Consagradas de nuevos carismas
Por otro lado, entre las nuevas formas de Vida Consagrada se encuentran las consagradas del Regnum Christi (mismo carisma específico que la Legión de Cristo), que en España ya son 60, muchas de ellas, entre 23 y 30 años.
«Una cosa que me pasa muchas veces es que cuando me ven me preguntan, ´¿Pero cómo?, estás joven, eres una persona capaz, normal´ y yo les digo ´¿Tendría yo que ser rara?», cuenta la directora territorial de las consagradas del Regnum Christi en España, Bernardita García.
Para ella, uno de los mitos que existen sobre esta forma de vida consagrada es «que esta opción es para gente extraña, que no tiene otros caminos, que no sabe disfrutar de la vida», cuando, en realidad, lo que hacen es seguir a Jesucristo, «una persona absolutamente normal».
Hay 45.100 religiosos en España
Según la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), en España hay unos 45.100 religiosos y religiosas de vida activa con una media de edad de 63 años. De ellos, el 6% son extranjeros y el 76% son mujeres.
Además, hay 407 congregaciones y 5.700 comunidades religiosas —de las que 4.000 son femeninas—, todas ellas dedicadas a la vida activa —atención sanitaria, a inmigrantes, educación, etcétera—.
El presidente de la CONFER, Luis Ángel de las Heras, ha indicado que los religiosos y religiosas afrontan el 2014 con «esperanza» aunque «conscientes de las dificultades» como el «envejecimiento» de la vida religiosa y la escasez de vocaciones.
A su juicio, la vida consagrada es una opción para los jóvenes, «un proyecto alternativo» para «dar testimonio de alegría y esperanza en medio de tanta crisis y tantos problemas».
De hecho, apunta que los religiosos a veces se ven «desbordados» por las necesidades de la gente. Por ello, piden al Gobierno, tanto al actual como a los próximos, «que se preocupe por los más afectados por la crisis, los desfavorecidos, los que están en paro, los inmigrantes y que defienda la vida y la dignidad de las personas».
La exhortación apostólica postsinodal «Vita consecrata», explicaba cuáles y cuántas son las formas de vida consagrada que han ido surgiendo a lo largo de la historia: orden de las vírgenes, monacato y vida religiosa apostólica, sociedades de vida apostólica, institutos seculares y nuevas formas de vida consagrada.
En este sentido, la directora del Secretariado de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal, Lourdes Grosso, explica que «no se puede hablar de estadísticas, por la variedad de formas de consagración» porque «numerosos institutos son internacionales y misioneros», pero dice que «cada año, cada día, hay quienes inician un camino de consagración».
También concreta que el perfil de la vida consagrada en España va «a la par» de la población: «mayoría de mujeres, internacionalidad e interculturalidad y edad media alta».
Desde el año 1997 se celebra la Jornada de la Vida Consagrada, para que se valore «cada vez más» el testimonio de quienes han elegido este camino y que este año se preparan para dos fechas significativas: el Año de la Vida Consagrada, convocado por el Papa Francisco, y la Celebración del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús.
Todos ellos celebran este domingo la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
El monje cisterciense Paco Rivera tiene 34 años, es licenciado en Derecho y en agosto de 2007, con 28 años, recorrió 700 kilómetros hasta el Monasterio de Santa María de la Huerta (Soria).
Seis años después, no duda en afirmar que «si no existiera la vida monástica, habría que inventarla». Rivera explica que ya con 15 años se sintió llamado por Dios y que su inquietud siguió creciendo con el «boom» en los años 90, de los cantos gregorianos del coro de los Monjes de Silos, que obtuvieron varios discos de platino.
Sin embargo, los padres de Rivera le animaron a estudiar una carrera, tiempo durante el que «se enfrió» su vocación, hasta que un día, mientras preparaba las oposiciones, encontró en Internet la página del Monasterio de Santa María de Huerta y allí se fue.
Desde entonces, a sus amigos les dice que le «ha tocado la lotería». En su día a día, tanto Rivera como los 22 monjes con los que vive —unos cuantos de entre 30 y 50 años, hasta el mayor, de 85—, se levantan a las cinco menos veinte cada mañana para la primera oración, «la más monástica». Después, tienen muchos momentos de rezo aunque también trabajan —elaboran mermelada y dulce de membrillo—, estudian y se echan la siesta.
Rivera admite que existen «muchísimas leyendas urbanas» sobre ellos, como que viven «apartados del mundo», cuando en realidad están al tanto de la crisis y las dificultades.
De hecho, cada monje dispone de un ordenador personal desde el que pueden conectarse a Internet una media hora diaria.
Otro de los mitos, según apunta, es el del silencio. «Un chico vino a hacer una experiencia (al Monasterio) y creía que tenía que comunicarse a través de papelitos», recuerda.
Dios la estaba «esperando»
A menos de cien kilómetros se encuentra otro Monasterio, el de Buenafuente del Sistal, al que llegó hace una década una joven de 39 años en busca de un nuevo lugar para orar.
Trabajaba en la Generalitat Valenciana y era diplomada en Trabajo Social y no se imaginaba que Dios la estaría «esperando».
No transcurrió ni un año cuando esta joven ingresó en el Monasterio, 24 horas después de morir Juan Pablo II.
Cuatro años después hizo sus votos perpetuos y durante este tiempo ha podido compartir su vida con sus hermanas, también con Sor Teresita, que a sus 105 años tenía el récord mundial de clausura.
En su monasterio, la monja más joven tiene 40 años y la mayor 86 pero, en su opinión, juventud y clausura son totalmente compatibles: «Cuando se es joven se tienen ganas de hacer cosas grandes, de no quedarse a medias tintas». No obstante, subraya que «parece que ahora hay mucha inmadurez y eso sí dificulta».
Con los más pobres
Diferente fue la vocación de Esperanza de Pinedo, que a sus 36 años, es ejemplo de vida consagrada activa pues el carisma de su congregación apostólica del Sagrado Corazón es «el servicio a los más empobrecidos». Ella sintió la «llamada» cuando era voluntaria en una casa de acogida de mujeres maltratadas, se empezó a plantear un voluntariado «para toda la vida» y en el año 2000, entró en la congregación.
Ahora, De Pinedo dedica su tiempo a los inmigrantes en una plataforma que lucha por el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) donde, dice, se «priva de libertad» a las personas y «no se respetan los derechos humanos».
Además visita a los internos. Su primer contacto con los inmigrantes fue en el coro de su parroquia de Parla, aunque en Málaga descubrió la cara más difícil de la inmigración.
«Fue durísimo: desarraigo, redadas, persecución policial, expulsión, violencia, dentro de los CIE y en todo el entramado, porque los CIE son el último eslabón de la cadena», afirma.
Según señala, su conexión con Dios «no» la «saca del mundo» sino que la mete «más» en él. Además, añade que en este tiempo de crisis en el que se observa una «deshumanización», la vida consagrada «tiene mucho que decir de humanizar».
Consagradas de nuevos carismas
Por otro lado, entre las nuevas formas de Vida Consagrada se encuentran las consagradas del Regnum Christi (mismo carisma específico que la Legión de Cristo), que en España ya son 60, muchas de ellas, entre 23 y 30 años.
«Una cosa que me pasa muchas veces es que cuando me ven me preguntan, ´¿Pero cómo?, estás joven, eres una persona capaz, normal´ y yo les digo ´¿Tendría yo que ser rara?», cuenta la directora territorial de las consagradas del Regnum Christi en España, Bernardita García.
Para ella, uno de los mitos que existen sobre esta forma de vida consagrada es «que esta opción es para gente extraña, que no tiene otros caminos, que no sabe disfrutar de la vida», cuando, en realidad, lo que hacen es seguir a Jesucristo, «una persona absolutamente normal».
Hay 45.100 religiosos en España
Según la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), en España hay unos 45.100 religiosos y religiosas de vida activa con una media de edad de 63 años. De ellos, el 6% son extranjeros y el 76% son mujeres.
Además, hay 407 congregaciones y 5.700 comunidades religiosas —de las que 4.000 son femeninas—, todas ellas dedicadas a la vida activa —atención sanitaria, a inmigrantes, educación, etcétera—.
El presidente de la CONFER, Luis Ángel de las Heras, ha indicado que los religiosos y religiosas afrontan el 2014 con «esperanza» aunque «conscientes de las dificultades» como el «envejecimiento» de la vida religiosa y la escasez de vocaciones.
A su juicio, la vida consagrada es una opción para los jóvenes, «un proyecto alternativo» para «dar testimonio de alegría y esperanza en medio de tanta crisis y tantos problemas».
De hecho, apunta que los religiosos a veces se ven «desbordados» por las necesidades de la gente. Por ello, piden al Gobierno, tanto al actual como a los próximos, «que se preocupe por los más afectados por la crisis, los desfavorecidos, los que están en paro, los inmigrantes y que defienda la vida y la dignidad de las personas».
La exhortación apostólica postsinodal «Vita consecrata», explicaba cuáles y cuántas son las formas de vida consagrada que han ido surgiendo a lo largo de la historia: orden de las vírgenes, monacato y vida religiosa apostólica, sociedades de vida apostólica, institutos seculares y nuevas formas de vida consagrada.
En este sentido, la directora del Secretariado de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal, Lourdes Grosso, explica que «no se puede hablar de estadísticas, por la variedad de formas de consagración» porque «numerosos institutos son internacionales y misioneros», pero dice que «cada año, cada día, hay quienes inician un camino de consagración».
También concreta que el perfil de la vida consagrada en España va «a la par» de la población: «mayoría de mujeres, internacionalidad e interculturalidad y edad media alta».
Desde el año 1997 se celebra la Jornada de la Vida Consagrada, para que se valore «cada vez más» el testimonio de quienes han elegido este camino y que este año se preparan para dos fechas significativas: el Año de la Vida Consagrada, convocado por el Papa Francisco, y la Celebración del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús.
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