¿Es una herejía el islam moderado?
Los atentados llevados a cabo el jueves por terroristas musulmanes en Cataluña, pues no han sido sólo en Barcelona, fuerzan a replantear de nuevo la cuestión de si el islam es o no una religión que lleva implícita la justificación de la violencia.
Lo “políticamente correcto”, lo que es obligatorio decir e incluso pensar si no se quiere ser perseguido, es que el islam es una religión de paz y que algunos pervertidos la están utilizando para justificar la violencia con fines exclusivamente políticos. Sin embargo, llevamos tanto tiempo diciendo eso sin que disminuyan los atentados terroristas que son cada vez más los analistas que se plantean si esta tesis es correcta, aunque todavía son pocos los que se atreven a cuestionar la versión oficial porque hay mucho miedo en el ambiente, y no sólo miedo a la represión violenta de los musulmanes radicales.
Entre los que disienten están, por ejemplo, dos destacados islamistas egipcios que además son jesuitas.
El P. Henri Boulad, rector durante muchos años del colegio de los jesuitas en El Cairo, dice en una entrevista: “¿De qué islam hablamos? Éste es el punto. En el Corán hay versículos de la época de la Meca y otros de la época de Medina. En los escritos en la Meca, Mahoma formula un discurso muy abierto que habla de amor, de que los judíos y los cristianos son nuestros amigos, de que no hay obligaciones en la religión y de que Dios está muy próximo a nosotros. Como se puede ver, la primera parte de la vida de Mahoma transmite un mensaje espiritual, de reconciliación y de apertura.
Pero cuando Mahoma deja la Meca para huir a Medina, hay un cambio. De jefe espiritual pasa a ser un jefe de Estado, militar y político. Hoy las tres cuartas partes del Corán son versículos elaborados en la época que Mahoma vivió en Medina y constituyen un llamado a la guerra, a la violencia y a la lucha contra los cristianos.
En los siglos XIX y XX los musulmanes tomaron nota de esta contradicción y se reunieron para intentar resolverla. Tomaron una decisión: los versículos de Medina derogan los de La Meca. No sólo eso. Se rechaza el sufismo -una variante espiritual del islam-, por eso bibliotecas enteras fueron incendiadas en Egipto y en África del Norte.
Sería necesario entonces retomar los versículos originales, los cuales son la fuente, que son los versículos de La Meca, pero éstos han sido abrogados, por eso la religión musulmana se ha convertido en una religión de la espada.
El Islam moderado es una herejía, pero debemos distinguir entre las personas y la ideología: la mayor parte de los musulmanes son muy abiertos, amables y moderados. Pero la ideología presentada en los manuales escolásticos es radical. Por fortuna esto no es practicado, pero los Hermanos Musulmanes y los salafitas prefieren esta doctrina; los musulmanes moderados no tienen voz y los que tienen hoy el poder no son los musulmanes que han tomado del Islam lo que es compatible con la modernidad y con la vida en común con otras personas, sino los musulmanes radicales, los que aplican una interpretación literal, y a veces también instrumental, del Corán y que rechazan cualquier tipo de diálogo.
Otro erudito, el también jesuite egipcio Samir Khalil Samir, afirma: “Todo lo que hace el Isis se encuentra en el Corán o en la Sunna, es decir, la recolección de hechos y de dichos de la vida de Mahoma. Pongo un ejemplo: cuando el Isis capturó un piloto jordano, lo puso en una jaula y lo quemó vivo. Al-Azhar -la principal universidad de teología del islam sunnita- reaccionó sosteniendo que ese acto no era islámico, porque hay un dicho de Mahoma que establece que el castigo con fuego es propio de Alá. Pero hay otro dicho, del mismo Mahoma. Le presentan dos hombres sorprendidos mientras llevaban a cabo un acto sexual entre ellos. Él dijo: 'quémenlos y arrojen sus cuerpos en el desierto'. Esta variedad de citas posibles, opuestas entre sí, para el islam es una tragedia".
Es, efectivamente, una tragedia para el islam, pero también lo es para aquellos que conviven con ellos. Y no sólo por los atentados terroristas.
Un reciente estudio sobre lo que piensan los musulmanes en Egipto acerca de determinados temas dio el siguiente resultado: El 75% considera que la sharia –es decir, la normativa extraída del Corán y de la Sunna y que se aplica como ley civil en muchos estados de mayoría musulmana– es palabra de Dios revelada. El 74% quiere que la sharia sea ley del Estado. El 74% quiere que la sharia sea aplicada no sólo a los musulmanes, sino también a los no-musulmanes. El 95% quiere que sean jueces religiosos los que decidan las disputas sobre la familia y sobre la propiedad. El 70% está a favor de castigos corporales para castigar crímenes como el robo. El 81% está a favor de la lapidación de quien comete adulterio. El 86% está a favor de la pena de muerte para quien abandona el islam. Esto cuestiona la visión optimista del P.Boulad sobre la moderación de la mayoría de los musulmanes.
El islam necesita aclararse. Hay en él elementos que podrían descartar todo uso de la violencia -los primeros escritos de La Meca-, pero otros, que son los que prevalecen, afirman lo contrario. El islam moderado tiene que imponerse y dejar de ser, como dice el P. Boulad, una herejía. El islam necesita salir del laberinto donde se encuentra, por su bien y el de todos.
Lo “políticamente correcto”, lo que es obligatorio decir e incluso pensar si no se quiere ser perseguido, es que el islam es una religión de paz y que algunos pervertidos la están utilizando para justificar la violencia con fines exclusivamente políticos. Sin embargo, llevamos tanto tiempo diciendo eso sin que disminuyan los atentados terroristas que son cada vez más los analistas que se plantean si esta tesis es correcta, aunque todavía son pocos los que se atreven a cuestionar la versión oficial porque hay mucho miedo en el ambiente, y no sólo miedo a la represión violenta de los musulmanes radicales.
Entre los que disienten están, por ejemplo, dos destacados islamistas egipcios que además son jesuitas.
El P. Henri Boulad, rector durante muchos años del colegio de los jesuitas en El Cairo, dice en una entrevista: “¿De qué islam hablamos? Éste es el punto. En el Corán hay versículos de la época de la Meca y otros de la época de Medina. En los escritos en la Meca, Mahoma formula un discurso muy abierto que habla de amor, de que los judíos y los cristianos son nuestros amigos, de que no hay obligaciones en la religión y de que Dios está muy próximo a nosotros. Como se puede ver, la primera parte de la vida de Mahoma transmite un mensaje espiritual, de reconciliación y de apertura.
Pero cuando Mahoma deja la Meca para huir a Medina, hay un cambio. De jefe espiritual pasa a ser un jefe de Estado, militar y político. Hoy las tres cuartas partes del Corán son versículos elaborados en la época que Mahoma vivió en Medina y constituyen un llamado a la guerra, a la violencia y a la lucha contra los cristianos.
En los siglos XIX y XX los musulmanes tomaron nota de esta contradicción y se reunieron para intentar resolverla. Tomaron una decisión: los versículos de Medina derogan los de La Meca. No sólo eso. Se rechaza el sufismo -una variante espiritual del islam-, por eso bibliotecas enteras fueron incendiadas en Egipto y en África del Norte.
Sería necesario entonces retomar los versículos originales, los cuales son la fuente, que son los versículos de La Meca, pero éstos han sido abrogados, por eso la religión musulmana se ha convertido en una religión de la espada.
El Islam moderado es una herejía, pero debemos distinguir entre las personas y la ideología: la mayor parte de los musulmanes son muy abiertos, amables y moderados. Pero la ideología presentada en los manuales escolásticos es radical. Por fortuna esto no es practicado, pero los Hermanos Musulmanes y los salafitas prefieren esta doctrina; los musulmanes moderados no tienen voz y los que tienen hoy el poder no son los musulmanes que han tomado del Islam lo que es compatible con la modernidad y con la vida en común con otras personas, sino los musulmanes radicales, los que aplican una interpretación literal, y a veces también instrumental, del Corán y que rechazan cualquier tipo de diálogo.
Otro erudito, el también jesuite egipcio Samir Khalil Samir, afirma: “Todo lo que hace el Isis se encuentra en el Corán o en la Sunna, es decir, la recolección de hechos y de dichos de la vida de Mahoma. Pongo un ejemplo: cuando el Isis capturó un piloto jordano, lo puso en una jaula y lo quemó vivo. Al-Azhar -la principal universidad de teología del islam sunnita- reaccionó sosteniendo que ese acto no era islámico, porque hay un dicho de Mahoma que establece que el castigo con fuego es propio de Alá. Pero hay otro dicho, del mismo Mahoma. Le presentan dos hombres sorprendidos mientras llevaban a cabo un acto sexual entre ellos. Él dijo: 'quémenlos y arrojen sus cuerpos en el desierto'. Esta variedad de citas posibles, opuestas entre sí, para el islam es una tragedia".
Es, efectivamente, una tragedia para el islam, pero también lo es para aquellos que conviven con ellos. Y no sólo por los atentados terroristas.
Un reciente estudio sobre lo que piensan los musulmanes en Egipto acerca de determinados temas dio el siguiente resultado: El 75% considera que la sharia –es decir, la normativa extraída del Corán y de la Sunna y que se aplica como ley civil en muchos estados de mayoría musulmana– es palabra de Dios revelada. El 74% quiere que la sharia sea ley del Estado. El 74% quiere que la sharia sea aplicada no sólo a los musulmanes, sino también a los no-musulmanes. El 95% quiere que sean jueces religiosos los que decidan las disputas sobre la familia y sobre la propiedad. El 70% está a favor de castigos corporales para castigar crímenes como el robo. El 81% está a favor de la lapidación de quien comete adulterio. El 86% está a favor de la pena de muerte para quien abandona el islam. Esto cuestiona la visión optimista del P.Boulad sobre la moderación de la mayoría de los musulmanes.
El islam necesita aclararse. Hay en él elementos que podrían descartar todo uso de la violencia -los primeros escritos de La Meca-, pero otros, que son los que prevalecen, afirman lo contrario. El islam moderado tiene que imponerse y dejar de ser, como dice el P. Boulad, una herejía. El islam necesita salir del laberinto donde se encuentra, por su bien y el de todos.
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