En 1999, cuando se promulgó el nuevo ritual de exorcismos, el exorcista de Roma y el más célebre del mundo, Gabriele Amorth, criticó su ineficacia en comparación con el ritual anterior, cuya última edición es de 1952, pero con oraciones de una antigüedad secular.
Un joven sacerdote de la diócesis de Madrid, Antonio Doñoro, licenciado en Teología Litúrgica por la Facultad de San Dámaso, acaba de publicar su tesina justo sobre esa cuestión: Exorcismos. Fuentes y teología del Ritual de 1952 (Toledo, 2011), con prólogo de José Rico Pavés, director del Instituto Teológico de San Ildefonso, que lo ha publicado. Y donde aborda también, con un estudio pionero, la situación de las diócesis españolas ante los exorcismos en los últimos cincuenta años.
Sobre ambos aspectos ha conversado con ReL.
¿Comparte la opinión de Gabriele Amorth?
Como exorcista experimentado que era y sigue siendo, el padre Amorth da su opinión conforme a su experiencia. Yo creo que en algún punto, sin embargo, sus afirmaciones pueden ser matizadas porque no tienen la precisión que requiere una afirmación teológica.
¿Cuál sería ese matiz?
En mi estudio y al consultar con exorcistas experimentados que llevan años realizando esta tarea (ejercen desde antes de 1999), he comprobado que sustancialmente están de acuerdo con el padre Amorth. El matiz consistiría en precisar la palabra “ineficaz”. A mi modo de ver, y por la misma experiencia de otros exorcistas, el nuevo ritual sí es eficaz, válido y útil en algunos casos.
¿En cuáles?
La experiencia dice que en las posesiones hay que distinguir entre casos más graves y más leves. Para
estos últimos el nuevo ritual sí es eficaz.
¿No en los más graves?
En mi libro cito un caso concreto atendido por el exorcista de Cartagena, un caso grave de posesión ante el cual el ritual nuevo no resultó eficaz, y sin embargo el antiguo sí lo fue.
¿Todo depende del ritual?
No, la eficacia del exorcismo también depende principalmente de la colaboración de la persona a quien se le realiza, y de la santidad del sacerdote. No obstante, Dios puede tener en cada caso particular razones conocidas por Él de oponerse a la salida de los demonios, y así el poder de exorcizar no sería eficaz de ningún modo.
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Un estudio a tener en cuenta tanto a nivel teológico como pastoral. |
¿Cuáles son las principales diferencias entre los rituales de 1999 y 1952?
En el ámbito de las oraciones. La principal diferencia es que el ritual de 1999 introduce oraciones ex novo, totalmente nuevas, mientras que el antiguo se componía de oraciones que tenían muchísimos siglos, y que a lo largo de la historia de la Iglesia habían probado su eficacia.
¿Por qué unas oraciones son más eficaces que otras?
Es que no hay que olvidar que el exorcismo es un sacramental muy especial, porque al realizarlo hay oraciones que se dirigen a los ángeles caídos. Y los demonios son seres personales, por ello no es absurdo pensar que reaccionan de distinta manera según se les hable. En el ritual antiguo encontramos dos aspectos que el nuevo no tiene: el modo contundente de imperar a los demonios y las amenazas del castigo eterno que les espera (el infierno). Y pienso que puede haber otra razón. Decía San Atanasio que las oraciones de los santos refuerzan la lucha contra el demonio. ¿Quizá la mayor eficacia del ritual antiguo se deba a que lo elaboraron santos como San Ambrosio o San Martín de Tours?
Es una idea interesante…
Aunque nos movemos en el campo de la reflexión teológica, no es una enseñanza definitiva del Magisterio.
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La célebre escena de la levitación en "El exorcista". |
¿Cuándo nació el ritual fijado en 1952?
La primera edición es del Papa Pablo V, en 1614, tras el Concilio de Trento. Pero ya antes había rituales particulares, como el Liber sacerdotalis del teólogo Alberto Castellani, o el Rituale del cardenal Santori, que recogían oraciones que habían demostrado su eficacia, y que fueron incluidas en el ritual de 1614. En principio éste no era obligatorio, pero acabó siendo el oficial.
Y sigue siendo posible emplearlo…
Cuando se edita el de 1999, una nota de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos abrió la puerta a continuar empleando el de 1952. El sacerdote tiene que pedirlo al obispo, y éste a la Congregación, que la concede, afirma la nota, “con gusto”… Y pienso que esta concesión no se refiere sólo a las oraciones, sino que puede alcanzar también a la normativa del exorcismo. Por ejemplo, a las prescripciones que había que cumplir si se exorcizaba a una mujer y que ahora han desaparecido.
Usted ha realizado el primer estudio sistemático sobre la presencia de exorcistas en las diócesis españolas en los últimos decenios…
Sí. Ya en su momento el que fuera obispo auxiliar de Madrid, monseñor Eugenio Romero Pose, q.e.p.d., sugirió la necesidad de un estudio sobre la situación en España de esta pastoral en el último medio siglo. Yo he querido poner un primer peldaño y ofrecer esta reflexión que pueda servir a la Iglesia en España, aunque muchos datos deben completarse.
¿Hay una atención suficiente a este problema?
Actualmente sólo el 26% de las 69 diócesis españolas tienen exorcistas. Me parece insuficiente. Lo achaco a que muchos sacerdotes no creen en los exorcismos, o lo ven como un instrumento innecesario, o piensan que la acción extraordinaria del Maligno es escasa. En mi opinión, no es tan escasa. El exorcismo es un oficio de caridad de la Iglesia (como la pastoral de migraciones), y la Iglesia tiene que dar una respuesta a esta necesidad.
Porque sí se dan casos…
Se afirma que con la difusión universal del cristianismo el demonio ha visto su poder disminuido. Sin embargo, hoy se da un proceso inverso: lo que está sucediendo en los países antes cristianos es una proliferación de sectas y de secularismo. ¡Por eso ha creado Benedicto XVI el Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelizacion, justo en países de tradición cristiana! Las potencias del mal van avanzando. Pero obviamente la respuesta no se reduce a los exorcismos, consiste sobre todo en la vida sobrenatural: la oración, los sacramentos…
Éste es sólo un instrumento más…
Sí, pero en España hay pocos exorcistas. Incluso en una diócesis pequeña, de cien mil habitantes, ¿no habrá una sola persona que necesite ese servicio? Creo que este aspecto se ha descuidado. Una de las finalidades de la Nueva Evangelización es promover formas e instrumentos adecuados para realizarla. Y éste lo es. También lo fue para la primera evangelización. Jesucristo envía a los apóstoles a evangelizar junto a la autoridad “para expulsar a los espíritus inmundos”.
¿Ayuda el cine de exorcismos a comprender su naturaleza, o la deforma?
Las películas pueden servir para dejar constancia de esta acción que la Iglesia realiza. El cine tiende a mostrar lo más espectacular, sí… pero lo cierto es que los exorcistas te cuentan levitaciones, y también los Santos Padres las relatan. Pero más que recordar la realidad del demonio para tener miedo, estas películas pueden servir para recordarnos que existe un poder superior al de los demonios: Jesucristo resucitado, ante el cual tiemblan los espíritus malignos, y le obedecen. Frente a Él, no pueden hacer nada.