Sin esperanza... te volverás triste
por Vive mejor
Platón (428-347 a.C.) discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles tiene este sublime pensamiento:
«El combate es hermoso y la esperanza grande.»
Es una gran verdad: si no hay esperanza... la vida se vuelve triste.
Si renunciamos a toda esperanza... desaparecerá la alegría de la vida...
Sin esperanza... pronto aparecerán la precupación, el abatimiento, una tristeza profunda y angustiosa de la vida de quien no cree en nada y en nada espera...
Es entonces cuando nos vamos por caminos equivocados: el placer por el placer, la risa fácil, artificial, hueca... las diversiones que nada tienen que ver con la alegría verdadera, la alegría del espíritu...
Tal vez nos volvamos agresivos, destructores de la felicidad y de la alegría de los pequeños, de los sencillos, de aquellos a quienes tratamos y con quienes convivimos en sociedad...
«¿Qué sería de nosotros —decía Calvino— si no nos apoyásemos en la esperanza, y si, en este camino a través de las tinieblas, iluminado por la palabra y por el espíritu de Dios, no se apresurase nuestro entendimiento a ir más allá de este mundo?»
Quien vive sin esperanza... se volverá triste.
«El pecado contra la esperanza —afirmaba Bernanos— es el más mortal de todos, y acaso, por parte de algunos, el pecado mejor acogido, el más acariciado» e incluso quienes renegaron de la esperanza llegaron al suicidio...
Tenía razón Péguy al decir:
«Sin esperanza, todo esto no sería más que un cementerio.»
Moltmann, filósofo y teólogo hacía la comparación siguiente:
«La esperanza es como el aire que respiramos y el pan que comemos. La necesitamos como pez el agua, para movernos. Si se nos quita la esperanza somos como un ser echado a tierra donde se seca y muere.»
El agua de la esperanza quita tristezas... da vida y con ella nos viene la alegría.
Alimbau, J.M. (2017). Palabras para la alegría. Madrid: Voz de Papel.
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