Jueves, 26 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Beato Bardo de Maguncia, obispo.

Valentía, inocencia y piedad.

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Beato Bardo. Catedral de Maguncia.
Beato Bardo. Catedral de Maguncia.

Beato Bardo de Maguncia, obispo. 10 de junio.

Su "vita" fue escrita a raíz de su muerte, y según esta, Bardo nació en Wetterau, en una familia noble, pues sus padres fueron Adalber y Cristina de Habprahteshoven. Cuando tenía 5 años un pariente le regaló un casco militar, un cordero y un salterio, para recordarle siempre las tres virtudes que debía tener para ser un buen hombre: valentía, inocencia y piedad. Y pronto usó del niño de ellos, pues con su salterio se dejó enseñar por una vieja ama de su casa, la cual le enseñó todos los salmos. no en balde su nombre es "bardo". Y ya mayor, en agradecimiento, Bardo cuidó de ella hasta su fallecimiento.

A los 10 años comenzó a estudiar en el célebre monasterio de Fulda, para prepararse para la carrera eclesiástica. Un día halló las Obras de San Gregorio (12 de marzo y 3 de septiembre, elección papal) y comenzó a leer sobre los deberes de los pastores para con sus súbditos; por lo cual los monjes se rieron de él. Pero él solo respondió "¿Quién sabe si algún rey me elegirá para gobernar un día?" Y ese día llegó. En 1027, cuando Bardo tenía 18 años, subió al trono imperial Conrado II de Franconia, cuya mujer, Gisela de Suabia, era pariente de Bardo. Inmediatamente le nombró abad de las abadías de Kaiserswerth y Hersfield, a pesar de su corta edad. Cosas de nobles y del "cesaro-papismo". Pero Dios proveyó y Bardo fue un buen abad, pues gobernó con prudencia y caridad, ajustándose a la Regla. Además, amplió la hospedería y el hospital para los pobres.

Un día en que estaba de visita en la corte, le halló el arzobispo Heriberto de Maguncia, que le dijo con sorna "¡Eh, abad!, me parece que tu báculo estaría en mi mano mejor que en la tuya". "Si lo piensas así" – replicó Bardo – "no será difícil para ti conseguirlo". Cuando llegó a su celda en el castillo, dio el báculo y una rica patena a un monje para que los llevase al arzobispo de regalo. El monje obedeció y cuando regresó, preguntó a su abad por qué había obrado así. Bardo respondió: "El cielo sabe que pronto serán míos de nuevo". Y efectivamente, en 1030 el arzobispado de Maguncia quedó vacante y le fue entregado a nuestro beato, que tenía 21 años.

Suponemos fue ordenado presbítero para la ocasión, pues ese mismo año cantó la misa de Navidad en Goslar. O era su primera misa, o de las primeras, pues la "vita" dice que estaba nervioso y el sermón fue un desastre, por falta de unción y profundidad. El emperador se irritó y pensaba que había dado tal obispado al monje más ignorante del imperio. Y más aún cuando la misa del día siguiente la cantó el obispo de Tréveris, el cual predicó con maestría. Y los reproches no se hicieron esperar. Le llamaron "monje burlón", "incapaz de predicar", y algunos consejeros llegaron a pedir al emperador que lo depusiera. Y llegó el día de San Juan Evangelista, cuya misa le correspondía cantar de nuevo a Bardo. Algunos monjes le pidieron no lo hiciera, pero nuestro beato se encomendó al santo apóstol y predicó regiamente, como nunca se había oído en el reino. Conrado II, de mucho mejor humor le invitó a su mesa diciéndole "me has devuelto el apetito, hoy es cuando es día de Navidad para mí".

Anécdotas como esta aparte, Bardo fue un modelo de prelado. Era penitente y orante. Jamás comió carne ni bebió vino, luego que en una ocasión se embriagase y un joven paje se burlara de él. Era caritativo, vivía pobremente y visitaba frecuentemente su diócesis. Evangelizó la región, fundó monasterios e iglesias y proveyó a los presbíteros pobres, además, fue azote de muchos poderosos que oprimían a los pobres. En 1036 completó la construcción y embellecimiento de la regia catedral de Maguncia, iniciada por San Willig (23 de febrero). En 1049 presidió el Sínodo de Maguncia, donde condenó la simonía y el amancebamiento de los presbíteros. El Domingo de Pentecostés de 1051 celebró misa para la familia imperial en Padeborn, y al terminar se sintió enfermo y murió el 10 de junio siguiente, cerca de Fulda. Fue sepultado en la iglesia en Dorneloh, y de allí sus reliquias se trasladaron a su catedral, donde se veneran.

Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo VI. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.

A 10 de junio además se celebra a
Santos Getulio y compañeros mártires.
San Landeric de París, obispo.

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