Lunes, 04 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Desvelado en «Enseñarte podría: viaje al fondo de Star Wars»

¿Qué tipo de espiritualidad prima en el universo de Star Wars: la oriental o la judeocristiana?

Fotograma de Star Wars El Despertar de la Fuerza - detrás del aparente escapismo, toda la saga tiene una propuesta de exporación espiritual, aunque no siempre coherente
Fotograma de Star Wars El Despertar de la Fuerza - detrás del aparente escapismo, toda la saga tiene una propuesta de exporación espiritual, aunque no siempre coherente

Pablo J. Ginés / ReL

¿Qué espiritualidad prima en el universo de Star Wars: una basada en religiones orientales como el budismo y el taoísmo o una basada en el pensamiento judeocristiano?

Francisco Torres García, un apasionado de Star Wars que es profesor de secundaria y explora las posibilidades pedagógicas de la popular saga en su reciente libro “Enseñarte podría: viaje al fondo de Star Wars” (Actas Editorial), cree que la franquicia nació quizá con una primacía del elemento oriental, pero con la segunda trilogía de películas se reforzó la tendencia judeocristiana, que ha quedado como dominante en el canon.



Hay que tener en cuenta que el “universo expandido de Star Wars” incluye las seis películas anteriores a 2015, dos series de animación principales y los cómics, novelas y juegos de video o de rol ligados a ellas.

Durante casi 4 décadas, numerosos escritores y guionistas han intentado lograr una cierta coherencia entre todos estos productos, aunque en buena parte la séptima película, El despertar de la fuerza, dirigida por J.J.Abrams, viola el canon establecido con tanto esfuerzo en cómics, novelas y juegos.

Pero es cierto que en lo espiritual, como en otros aspectos, el creador de las películas, George Lucas, ha marcado una línea general, que él mismo ha ido luego retocando.

La espiritualidad de George Lucas
George Lucas nunca ha sido del todo claro en su definición espiritual. Nos explica Torres García en su libro que a veces ha declarado tajante “yo creo en Dios”, y otras ha afirmado “yo creo en una mezcla de religiones y filosofías”.

Fue educado en el cristianismo metodista, y le apasionó el budismo. Siempre ha admitido que su universo de Star Wars busca despertar preguntas espirituales en los jóvenes.



En cierta ocasión George Lucas describió así como diseñó el concepto de la Fuerza: “Trabajé en una teoría general para la Fuerza y después jugué con ella; traté de tomar todas las religiones, mayores o minoritarias, actuales o primitivas, y quise encontrar una idea que todas tuviesen en común”.

No al materialismo: lo espiritual importa
Un elemento que tanto la primera de las películas como la séptima recogen, mediante el personaje de Han Solo, es que el materialismo no basta, que no sólo existe la materia medible y observable: hay Algo más, es Real y es importante y es espiritual. Han Solo es el cínico materialista que descubre que estaba equivocado y que lo espiritual es de gran relevancia.



No al relativismo: existe el bien y el mal
Un segundo elemento es una refutación del relativismo. La Luz y la Oscuridad en la Fuerza no valen lo mismo, no son ambas necesarias, no se busca un equilibrio entre caos y orden, no encajan con la complementariedad de los opuestos en el signo del yin y el yang del taoísmo. Hay más bien una dualidad básica, la misma que en el cristianismo: está el bien y el mal, y el mal no es necesario.

Francisco Torres García lo explica así: “Lo que nos dice el argumento es que el Bien y el Mal, los jedi y los sith, son excluyentes; que el equilibrio pasa por el fin de los sith, porque son los que producen el desequilibrio de la Fuerza, o trasladado de nivel de concreción: que solo escogiendo el Bien se alcanza la paz, el orden y el equilibrio. El triunfo final de la luz sobre la oscuridad es una tesis cristiana, son los hijos de la luz los que vencen definitivamente a los de las tinieblas, y lo que hace Lucas es recuperar para siempre el ángel caído Anakin/Darth Vader. El planteamiento histórico es lineal y no cíclico, más cristiano que oriental”.

Más aún, aunque es cierto que “los opuestos, la luz y la oscuridad, están en todos los seres, especialmente los sensibles a la Fuerza, pueden escoger entre la senda difícil o el reverso tenebroso, lo que tampoco está muy lejos de las tesis cristianas”. Que el bien es difícil y el mal es fácil es algo que repite el Maestro Yoda... y el Evangelio. 


Un joven director George Lucas en 1976 con Alec Guinness, el actor católico converso que dio vida a Obi Wan, el primer maestro jedi conocido por los espectadores

Maestro y discípulo
Se ha señalado que la idea del Maestro y el Discípulo son típicamente orientales, pero Torres García señala que Lucas busca contar una fantasía heroica, y que sin salir de la tradición occidental tiene la figura de Merlín y Arturo, que pueden inspirar perfectamente al Maestro Yoda (o el Maestro Obi Wan) y el novato Luke Skywalker.

Podemos añadir que también el cristianismo presenta a Jesús como un Maestro itinerante, que lleva consigo a sus doce discípulos, les va enseñando a elegir el bien y combatir la tentación, conviviendo con ellos. Todo en el cristianismo busca convertir a cada cristiano en discípulo de este Maestro vivo, a través de un proceso de discipulado que consiste en conocer al Maestro, escuchar al Maestro e imitar al Maestro. Jesús, como Yoda, advierte del mal que viene de dentro: ira, odio, cólera… que llevan al lado oscuro.

La profecía, el Elegido...
La segunda trilogía desarrolló otros elementos judeocristianos, como es el caso de la profecía: los Jedi esperaban un Elegido, profetizado, para devolver el equilibrio a la fuerza (es decir, vencer al mal). He aquí un elemento mesiánico que no es propio del taoísmo ni del budismo. Y será Anakin, pero contra toda esperanza, dejando atrás su opción maligna como Darth Vader.

Torres García lo explica así: “La historia de Anakin demuestra, contradiciendo todas las advertencias de Yoda, que sí se puede salir del lado oscuro y volver a la senda. Porque es que Anakin es Arturo, esto es lo que explica las aparentes contradicciones, el sentido occidental y no oriental de la profecía. Arturo también volvería un día para restablecer Camelot desde una muerte a la que se resisten a dar crédito”.

Vale la pena insistir en que la moral de Star Wars no bebe del relativismo, sino la lucha del bien contra el mal. Torres García recoge una cita de Lucas en la que afirma: “Creo en lo correcto y lo equivocado. Siempre he creído que son principios básicos que cualquier historia ha de desarrollar en convicciones. Cosas como no matarás, no harás daño a los demás… es la filosofía que impregna mi obra”.

Algunos elementos orientales
En cuanto a los elementos orientales, están ahí en muchos aspectos de diseño y algunos elementos narrativos. El guionista Lawrence Kasdan y el director Irvin Kershner conocían bien las doctrinas zen y budistas y diseñaron al Maestro Yoda como un maestro zen.

Hay otros ejemplos:

- La instrucción jedi de atender el momento presente, propio del zen
- La intuición como conocimiento más valioso (el superior de los 8 niveles de conciencia del budismo)
- Las emociones aflictivas (dolor, ira, odio) como causa de que la ignorancia vele la conciencia y genere sufrimiento
- Las pruebas de reconocimiento que realizan a Anakin niño en el Consejo jedi
- El corte de pelo al estilo oriental de Anakin como padawan
- Padmé, la heroína… nombre que en sánscrito significa “loto”, signo de sabiduría
- Enseñanzas de estilo zen de Yoda a los niños en el templo jedi…

Una saga inspiradora
De todas formas, Torres García, que es un entusiasta de la serie y cree que puede ayudar a enseñar muchas cosas (su libro dedica capítulos a analizar las referencias literarias, la arquitectura y diseños aplicados a Historia del Arte, y otros a plantear los aspectos científicos y de la física que se usa en la saga) señala que al final es “una película y no un tratado de filosofía”, y apunta, por ejemplo, que el Maestro Yoda que se presentó en El Imperio Contraataca como un transmisor de sabiduría en Episodio II y III se nos reconstruye como un activo guerrero (con pocos años de diferencia).
 
Finalmente, en la conclusión de “Enseñarte podría”, Torres García dictamina: “Por debajo del aparente ejercicio de escapismo laten una serie de temas que siguen siendo objeto de reflexión y debate. Merced a ello esta epopeya galáctica se ha convertido en parte integrante de nuestra cultura popular, en el mito moderno de varias generaciones, en fuente de inspiración científica y literaria, en generador de un universo cultural propio pero que a la vez tienen la virtud de no estar en una galaxia muy lejana, sino a la vuelta de la esquina.”
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