Primero se acalla al intelectual con amenazas y gritos, luego se manipula a las masas: ¿pasa hoy?
La extraña unanimidad de los grandes partidos respecto a la ideología de género, las asombrosas leyes de género en España que incluso multan la libertad de expresión, la profusión de banderas arcoiris y de declaraciones de adhesión al Orgullo Gay, los asaltos agresivos a capillas en las universidades, a templos por parte de grupos políticos como Arran, la extremada violencia verbal anticlerical y abucheos violentos (el obispo Novell bajo escolta), las represiones contra intelectuales que han criticado la ideología de género (como la profesora Alicia V. Rubio)...
Ese tipo de cosas han pasado antes y seguirán sucediendo porque es una fórmula probada que tiene dos fases, explicadas por el científico y divulgador de la ciencia Manuel Alfonseca en su blog:
1) A los intelectuales, gente tranquila, se les amenaza y se les grita (o se les multa) para acallarlos; no se les puede seducir, sólo asustar y amedrentar
2) A las masas, se les lleva a "una especie de histeria", por usar una frase de Hitler, que era experto al menos en esta disciplina. "Una especie de histeria que las ha empujado a la acción", decía él.
¿Es aplicable esto a la ideología de género, el Orgullo Gay o las multas contra quien critique la transexualidad? ¿Es aplicable a quien incita al odio contra los cristianos, quien intenta quemar iglesias? ¿Y a otros regímenes y estilos?
Unos cristianófobos aúllan y hacen gestos groseros
contra unas jóvenes peregrinas de la JMJ Madrid 2011
En marzo de 2011, cinco meses antes de la JMJ de Madrid, Rita Maestre (hoy portavoz del Ayuntamiento de Madrid) y unas feministas anticlericales asaltaron una capilla universitaria entre gritos y gestos groseros. El objetivo era amedrentar a los estudiantes y profesores católicos: demostrar quién tiene la fuerza. Ahora, en junio de 2017, se ha intentado quemar la capilla de la Universidad Autónoma de Madrid (léalo aquí) y se han usado pintadas anticlericales en la Universidad Rey Juan Carlos de la misma ciudad (léalo aquí).
El historiador inglés Paul Johnson, en su libro de 1987 "La historia de los judíos" (950 páginas en Zeta Bolsillo) describe cómo los nazis se apoderaron del ambiente universitario alemán (pág. 696 a 700). Cuando aún eran muy débiles en Alemania, los nazis empezaron a adquirir poder amedrentando a los profesores y alumnos judíos debido a la inacción e impunidad de las autoridades.
El historiador lo escribe así: "Las propias autoridades jamás adoptaron medidas decididas para frenar la prepotencia estudiantil. No es que los profesores fuesen pronazis, pero eran enemigos de Weimar y la democracia, y sobre todo se mostraban cobardes frente a actos estudiantiles que ellos sabían que eran condenables, un presagio de la cobardía más general que la nación demostraría después. En consecuencia, los nazis controlaron de modo efectivo los claustros dos o tres años antes de apoderarse del país".
En el caso de la capilla de Madrid no hubo inacción: más de 3.800 personas de ámbitos universitarios firmaron la Declaración de Somosaguas en 2011 contra esas técnicas de amedrentamiento. Pero, ¿y si el ataque fuera hoy contra una entidad estudiantil que criticase la ideología de género?
Publicamos a continuación el artículo de Manuel Fonseca por su análisis de las dos fases: la histeria para mover masas irracionalmente y el amedrentamiento para acallar intelectuales.
Abucheos y gritos contra el obispo Novell en Tárrega en mayo; dijo que los niños necesitan padre y madre y que la ausencia de padre tiene relación con la confusión sexual; nadie le refutó con argumentos, solo con aullidos y amenazas
La manipulación de las masas
por Manuel Alfonseca, publicado en su blog "Divulgación de la ciencia", aquí
«Ser un líder significa ser capaz de mover a las masas. La fuerza impulsora que ha provocado las más tremendas revoluciones en la Tierra no fue una enseñanza científica que ganara poder sobre las masas, sino siempre una devoción que las ha inspirado, a menudo una especie de histeria que las ha empujado a la acción. Quien quiera ganarse a las masas, debe conocer la llave que abre la puerta de su corazón. La propaganda eficaz debe reducirse a lo mínimo necesario y expresarse en fórmulas estereotipadas, cuya constante repetición conseguirá implantarlas en la memoria de una multitud».
En la conga del Orgullo Gay bailan la alcaldesa de Madrid, la presidenta regional Cristina Cifuentes (PP), los líderes políticos... ¿hay un elemento de histeria de masas?
«Mantener a la población en marcha parecía ser un desperdicio sin sentido de tiempo y energía. Sólo más tarde se reveló una intención sutil basada en la adaptación de los fines y los medios. Marchar desvía los pensamientos. Marchar mata los pensamientos... Hacerles marchar es el golpe mágico indispensable que acostumbra al pueblo a una actividad mecánica, casi ritual, hasta que se convierte en su segunda naturaleza».
¿Qué pasa con los intelectuales, los de verdad, los que tienen mentalidad filosófica o científica y no se dejan arrastrar por ideologías? Veamos lo que dice de ellos Aldous Huxley:
En principio –no siempre– los intelectuales son más difíciles de manipular que las masas, porque suelen pensar por sí mismos. Por eso los dictadores los consideran el enemigo a batir.
Así, el tirano Dionisio de Siracusa recibió al principio a Platón como a un sabio, pero acabó vendiéndole como esclavo (sus amigos tuvieron que reunir dinero para liberarle).
Veamos algo de lo que escribió Hitler respecto a los intelectuales:
Estamos asistiendo al intento de la ideología dominante, el pensamiento único, por tomar el control completo de la sociedad y convertirnos a todos en masa, en rebaño. Los métodos que utilizan son los de siempre, pero ahora tienen muchos más medios para llegar hasta nosotros.
Alicia V. Rubio, profesora acosada por su libro que critica el feminismo y la ideología de género, explica las técnicas que usan para intentar acallarla
Ese tipo de cosas han pasado antes y seguirán sucediendo porque es una fórmula probada que tiene dos fases, explicadas por el científico y divulgador de la ciencia Manuel Alfonseca en su blog:
1) A los intelectuales, gente tranquila, se les amenaza y se les grita (o se les multa) para acallarlos; no se les puede seducir, sólo asustar y amedrentar
2) A las masas, se les lleva a "una especie de histeria", por usar una frase de Hitler, que era experto al menos en esta disciplina. "Una especie de histeria que las ha empujado a la acción", decía él.
¿Es aplicable esto a la ideología de género, el Orgullo Gay o las multas contra quien critique la transexualidad? ¿Es aplicable a quien incita al odio contra los cristianos, quien intenta quemar iglesias? ¿Y a otros regímenes y estilos?
Unos cristianófobos aúllan y hacen gestos groseros
contra unas jóvenes peregrinas de la JMJ Madrid 2011
En marzo de 2011, cinco meses antes de la JMJ de Madrid, Rita Maestre (hoy portavoz del Ayuntamiento de Madrid) y unas feministas anticlericales asaltaron una capilla universitaria entre gritos y gestos groseros. El objetivo era amedrentar a los estudiantes y profesores católicos: demostrar quién tiene la fuerza. Ahora, en junio de 2017, se ha intentado quemar la capilla de la Universidad Autónoma de Madrid (léalo aquí) y se han usado pintadas anticlericales en la Universidad Rey Juan Carlos de la misma ciudad (léalo aquí).
El historiador inglés Paul Johnson, en su libro de 1987 "La historia de los judíos" (950 páginas en Zeta Bolsillo) describe cómo los nazis se apoderaron del ambiente universitario alemán (pág. 696 a 700). Cuando aún eran muy débiles en Alemania, los nazis empezaron a adquirir poder amedrentando a los profesores y alumnos judíos debido a la inacción e impunidad de las autoridades.
El historiador lo escribe así: "Las propias autoridades jamás adoptaron medidas decididas para frenar la prepotencia estudiantil. No es que los profesores fuesen pronazis, pero eran enemigos de Weimar y la democracia, y sobre todo se mostraban cobardes frente a actos estudiantiles que ellos sabían que eran condenables, un presagio de la cobardía más general que la nación demostraría después. En consecuencia, los nazis controlaron de modo efectivo los claustros dos o tres años antes de apoderarse del país".
En el caso de la capilla de Madrid no hubo inacción: más de 3.800 personas de ámbitos universitarios firmaron la Declaración de Somosaguas en 2011 contra esas técnicas de amedrentamiento. Pero, ¿y si el ataque fuera hoy contra una entidad estudiantil que criticase la ideología de género?
Publicamos a continuación el artículo de Manuel Fonseca por su análisis de las dos fases: la histeria para mover masas irracionalmente y el amedrentamiento para acallar intelectuales.
Abucheos y gritos contra el obispo Novell en Tárrega en mayo; dijo que los niños necesitan padre y madre y que la ausencia de padre tiene relación con la confusión sexual; nadie le refutó con argumentos, solo con aullidos y amenazas
La manipulación de las masas
por Manuel Alfonseca, publicado en su blog "Divulgación de la ciencia", aquí
Albert Speer, ministro de armamentos del gobierno de Adolf Hitler, dijo estas palabras cuando se disculpó públicamente durante el juicio de Nuremberg:
«La dictadura de Hitler difería en un punto fundamental de todos los precedentes históricos: fue la primera dictadura del periodo actual de tecnología moderna, una dictadura que hizo un uso total de todos los medios técnicos para dominar a su propio país. Mediante dispositivos técnicos como la radio y los altavoces, a ochenta millones de personas se les privó del pensamiento independiente».
Desde los días de Hitler, las herramientas tecnológicas que un dictador podría utilizar para manipular a las masas han avanzado mucho.
Además de la radio y los altavoces, el cine y la prensa, de que disponía Hitler, ahora tenemos televisión, grabación de sonido e imagen, teléfonos móviles que proporcionan innumerable información, ordenadores capaces de procesarla, y redes sociales, que se están convirtiendo en uno de los instrumentos de manipulación social más poderosos que existen.
Como dije en otro artículo de este blog, todas estas herramientas no son ni buenas ni malas: lo que es bueno o malo es el uso que se haga de ellas. Todas se pueden usar bien, y todas se pueden usar mal. ¿Tenemos controles para impedir que se usen mal? ¿O más bien sabemos que ya se están usando mal?
Citemos al propio Hitler al respecto:
«Ser un líder significa ser capaz de mover a las masas. La fuerza impulsora que ha provocado las más tremendas revoluciones en la Tierra no fue una enseñanza científica que ganara poder sobre las masas, sino siempre una devoción que las ha inspirado, a menudo una especie de histeria que las ha empujado a la acción. Quien quiera ganarse a las masas, debe conocer la llave que abre la puerta de su corazón. La propaganda eficaz debe reducirse a lo mínimo necesario y expresarse en fórmulas estereotipadas, cuya constante repetición conseguirá implantarlas en la memoria de una multitud».
En la conga del Orgullo Gay bailan la alcaldesa de Madrid, la presidenta regional Cristina Cifuentes (PP), los líderes políticos... ¿hay un elemento de histeria de masas?
Hermann Rauschning, autor de Conversaciones con Hitler, escribió esto sobre los métodos nazis para manipular a las masas, en particular hacer marchar a la población de una ciudad a otra:
«Mantener a la población en marcha parecía ser un desperdicio sin sentido de tiempo y energía. Sólo más tarde se reveló una intención sutil basada en la adaptación de los fines y los medios. Marchar desvía los pensamientos. Marchar mata los pensamientos... Hacerles marchar es el golpe mágico indispensable que acostumbra al pueblo a una actividad mecánica, casi ritual, hasta que se convierte en su segunda naturaleza».
¿Qué pasa con los intelectuales, los de verdad, los que tienen mentalidad filosófica o científica y no se dejan arrastrar por ideologías? Veamos lo que dice de ellos Aldous Huxley:
«Los intelectuales son la clase de personas que exigen evidencias y se escandalizan ante las inconsistencias lógicas y las falacias. Consideran la simplificación excesiva como el pecado original de la mente, y no admiten los eslóganes, las afirmaciones sin base y las generalizaciones que utilizan los propagandistas».
En principio –no siempre– los intelectuales son más difíciles de manipular que las masas, porque suelen pensar por sí mismos. Por eso los dictadores los consideran el enemigo a batir.
Así, el tirano Dionisio de Siracusa recibió al principio a Platón como a un sabio, pero acabó vendiéndole como esclavo (sus amigos tuvieron que reunir dinero para liberarle).
Veamos algo de lo que escribió Hitler respecto a los intelectuales:
«Los intelectuales corren por aquí y por allá, como gallinas en un gallinero. Con ellos no se puede hacer historia; no se les puede utilizar para construir una comunidad».
¿Qué suelen hacer los tiranos con los intelectuales de verdad? Antes de alcanzar el poder los atacan y acallan sus voces a gritos. Después de alcanzar el poder, se los elimina. Como expresó Hitler, «[Las masas están convencidas] de que la razón está de parte del agresor activo».
Los sociólogos saben que las masas son fácilmente manipulables. Los seres humanos reunidos en pequeño número lo son mucho menos.
Veamos lo que dice al respecto Aldous Huxley, que no era una persona religiosa:
Veamos lo que dice al respecto Aldous Huxley, que no era una persona religiosa:
«En todas las religiones superiores del mundo la salvación es para las personas individuales. El reino de los cielos está en la mente de una persona, no en la carencia de mente de la masa. Cristo prometió estar presente cuando dos o tres se reunieran en su nombre. No dijo nada de que estaría presente cuando miles de personas se embriagan unas a otras con el veneno del rebaño».
Estamos asistiendo al intento de la ideología dominante, el pensamiento único, por tomar el control completo de la sociedad y convertirnos a todos en masa, en rebaño. Los métodos que utilizan son los de siempre, pero ahora tienen muchos más medios para llegar hasta nosotros.
Alicia V. Rubio, profesora acosada por su libro que critica el feminismo y la ideología de género, explica las técnicas que usan para intentar acallarla
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