Sábado, 21 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Los grandes gurús de la izquierda en los 70 pedían libertad para el sexo con niños

La hipocresía de la élite progre: lapidó a Matzneff por la pederastia que todos jaleaban desde el 68

Denise Bombardier  y Gabriel Matzneff.
Denise Bombardier tuvo el coraje de reprochar en público a Gabriel Matzneff su defensa y práctica de la pedofilia. Pero era el año 1990 y el escritor gozaba del aura de la liberación sexual del 68... que ahora le quitan los hijos intelectuales del 68.

Carmelo López-Arias / ReL

El mundo intelectual en Francia reaccionó en 2019 con gran dureza contra uno de sus iconos, el escritor Gabriel Matzneff, que tenía entonces 83 años, tras la publicación en diciembre de ese año de un libro de Vanessa Springora donde describe las relaciones sexuales que mantuvieron cuando ella tenía 14 años y él rondaba la cincuentena. Las editoriales que hasta ahora publicaban los libros y diarios de Matzneff, como la prestigiosa Gallimard, los retiraron del mercado.

Desde la publicación en 1974 de Les moins de 16 ans [Los menores de 16 años], Matzneff hizo siempre una defensa pública de la pederastia si es "consentida", y presumía de practicarla. Pero lo que supuso cuarenta años después su lapidación pública era en otros tiempos considerado la originalidad de un glamuroso transgresor. Se recordó en aquellos días un incidente durante su participación en 1990 en el programa cultural Apostrophes, que dirigió durante quince años Bernard Pivot en Antenne 2.

Acudió para hablar de su libro Mes amours descomposés [Mis amores descompuestos]. El presentador y casi todos los presentes le reían las gracias sobre el beneficio mutuo de las relaciones pedófilas que había mantenido. Le retrataban jocosamente como "coleccionista de menores" y contaban como una hazaña que se hubiese acostado con tres niñas distintas en tres días seguidos, dos de ellas vírgenes.

Hasta que, al fin, la escritora canadiense Denise Bombardier le puso en su sitio (minuto 1:23) considerándole un personaje "lamentable" y denunciando que en Francia la "literatura" fuese una coartada para justificar y respaldar estos abusos: "El señor Matzneff nos cuenta que sodomiza a chicas de 14 y 15 años que están locas por él. Sí, sabemos que algunas chicas pueden enamorarse de un hombre que tiene una cierta aura literaria, y también sabemos que señores mayores atraen a las niñas con caramelos. El señor Matzneff las atrae con su reputación. Pero lo que no sabemos es cómo quedan después estas chicas de 14 y 15 años que no solamente han sido seducidas, sino que han sufrido un abuso de poder en una relación entre adultos y jóvenes. Yo creo que quedan marchitas, y la mayor parte de ellas marchitas para toda la vida". 

Cuando Matzneff se defendió hablándole de lo cortés que había sido con ellas y de la importancia literaria de su libro, Bombardier insistió en que "la literatura no puede servir de coartada y también tiene límites". Posteriormente en el debate, cuando otra de las personas presentes quiso justificar que "en Francia estas cosas son toleradas", Denise puso el dedo en la llaga: "No creo que sea en Francia, creo que es en ciertos medios parisinos".

Porque, efectivamente, esos "ciertos medios parisinos", que no son otros que quienes siguen conformando el establishment cultural de la izquierda progre, llevaba desde los años sesenta y setenta justificando la pedofilia. Esa intervención de Denise le costó el ostracismo. "Desde que interpelé a aquel hombre, tan alabado por las élites parisinas, en el estudio de Bernard Pivot en 1990, siempre me he sentido sola", confesó en enero de 2020 a Le Journal de Montreal. Aunque es feminista y no precisamente conservadora, Bombardier, quien fue también hace años objeto de las iras gays por oponerse a considerar matrimonio las uniones del mismo sexo, afirma que de su "cultura religiosa" ha conservado "el sentido de lo sagrado y la convicción de que el mal existe": "No creo que todos los comportamientos humanos sean excusables. Y soy escéptica en cuanto a la idea de que se perdone todo".

Sesentayochismo y pederastia

Ese "sentido de lo sagrado" es lo que la civilización occidental empezó a perder en mayo del 68. Por eso no es casualidad que toda la nomenklatura de izquierdas que hunde sus raíces en aquella revolución cultural se lanzase entonces en tromba a defender la pederastia como una forma más de sexo libre.

"Hace poco", comenta Laurent Landete en Famille Chrétienne, "algunos ridiculizaron a Benedicto XVI" por vincular los casos de abuso en la Iglesia con el 68, en su escrito del pasado abril La Iglesia y el escándalo del abuso sexual. Ciertamente, añade Landete, la permisividad de la "liberación" sexual no es la única causa de la pedofilia, pero "el vínculo es evidente": "Estamos ante una lacra que afecta a toda nuestra sociedad y desde hace demasiado tiempo muchas personalidades de primer nivel se han dejado anestesiar o se han comprometido en ese fango inmundo".

Al hilo del escándalo Matzneff, un reportaje de Cécile de Kervasdoué y Fiona Moghaddam en France Culture recoge exhaustivamente hechos y circunstancias.

Por ejemplo, el 26 de enero de 1977, 69 intelectuales franceses firmaron un comunicado en defensa de tres hombres que llevaban tres años en la cárcel por abuso de menores. Alegaban que las relaciones habían sido consentidas. Matzneff estaba entre los firmantes, además de Guy Hocquenghem, fundador del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria. Y junto a ellos, nada menos que Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, Roland Barthes (uno de los padres del estructuralismo), Louis Aragon (comunista), Jack Lang (socialista y ministro de Cultura con Lionel Jospin durante la cohabitación con Jacques Chirac, y luego bajo François Mitterrand), Bernard Kouchner (co-fundador de Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo, ex ministro de Sanidad con Jospin y luego de Asuntos Exteriores con Nicolas Sarkozy), André Glucksmann (saliendo en aquella época de su etapa de izquierdas), Daniel Guérin (anarquista)...

El 23 de mayo de 1977, en Le Monde, 80 intelectuales pidieron la despenalización de las relaciones sexuales entre adultos y menores. Repitieron algunos de los anteriores (Sartre, Beauvoir, Barthes), a los que añadir Louis Althusser (marxista), Michel Foucault y Jacques Derrida (sesentayochistas, postestructuralistas, postmodernos), Jean-François Lyotard (freudo-marxista) y, por supuesto, el ahora maldito Matzneff.

Otra de las estrellas del 68, Daniel Cohn-Bendit, contaba en aquellos años que, como "educador" en una guardería alternativa, se dejaba en ocasiones tocar sus partes íntimas por los niños: "La sexualidad de un niño es absolutamente fantástica, para ser sinceros. He trabajado con niños que tenían entre 4 y 6 años. Cuando una niña de 5 años comienza a desvestirte, es fantástico, es un juego erótico-maniaco".

La misma hipocresía que #MeToo

Todo este pequeño elenco de gurús progres veía toleradas sus posiciones, a pesar del rechazo social de las conductas que promovían, gracias a la protección mutua del establishment cultural progresista y su aura mediática. Según Virginie Girod, doctora en Historia especializada en feminismo y sexualidad, este "núcleo duro de intelectuales" encontraba acomodo en "periódicos que consideraban geniales los famosos mantras Prohibido prohibir o Gocemos sin obstáculos. En la pequeña intelligentsia parisina se defendían los valores de la libertad absoluta para plantearse estas cuestiones".

Aunque buena parte de aquellos intelectuales o bien han fallecido o bien carecen ya de presencia pública relevante, siguen siendo los padres de la izquierda francesa. Y ésta se rasgó las vestiduras para apropiarse de la indignación suscitada por el caso Matzneff, de modo similar a como la izquierda norteamericana montó #MeToo cuando vio que todos los nombres de abusadores que salían al calor del caso Harvey Weinstein (gran donante de la industria del aborto) eran 'de los suyos'.

Publicado originalmente en ReL el 9 de enero de 2020.

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