Natalia Payán luchó «contra todo pronóstico» por hallar la fe desde pequeña… y mantenerla de adulta
En una familia atea, buscó la fe, sola, desde los 7 años: hoy, actriz, es «la favorita de Dios»
Natalia Payán es hoy una incipiente actriz mexicana conocida por sus papeles nacionales en Si nos dejan o Valentino.
Su historia en el mundo del cine es muy semejante a la de su fe: todo tuvo que alcanzarlo por sus propios medios, luchando por hacer crecer una fe que nació desde la inocencia pero también desde el desconocimiento fomentado por una familia nada proclive a la fe. Cuenta que en todo su camino no dejó de recibir la compañía de Dios.
Payán fue criada en una familia "profundamente atea" en la que "nadie cree absolutamente en nada". La única imagen religiosa de su hogar era una virgen que pasaba cuanto menos desapercibida y la relación con la fe en su vida era inexistente, también en su escuela, "totalmente laica", cuenta en El Rosario de las 11 pm.
Una niña persiguiendo la fe: dulces, vestidos de princesa y ahorros
Su primer encuentro con la fe fue tan inocente como natural. Tenía 9 años cuando supo que en agosto se celebraría "por todo lo alto" la fiesta de San Lorenzo, que se preparaba nueve días antes con un rosario en comunidad, seguido de reuniones con dulces. En un principio ella iba por esto último, pero la condición era rezar primero… "Y así lo aprendí, a base de escucharlo", comenta.
La espontaneidad siguió marcando sus siguientes pasos en la fe, ante la total oposición de su familia. En esta ocasión, una vecina le regaló un vestido de comunión, que ella recibió como "un vestido de princesa" y que le llevó a querer recibir al mismo Jesús.
Y topó con otro problema, la catequesis y el no estar bautizada. Lejos de achantarse, buscó resolverlo una vez más por sus propios medios. Ahorró los 75 pesos -hoy, unos 4 euros, o 4 dólares y medio- que costaba el catecismo y con 7 años empezó a estudiarlo entusiasmada. Tanto que el día de su cumpleaños llegó a irse sola porque ese día tocaba catequesis, teniendo todo preparado para recibir a sus amigas en casa.
Una fe débil, pero sostenida por Dios
Pese a su tajante rechazo, la madre sabía que no podría hacer nada por frenar el deseo de Natalia de comulgar, así que buscó junto a ella una iglesia donde la bautizasen y sin poner problemas por la edad. Tras varios intentos, la niña se desesperó. "A Jesús le bautizaron con 30 y yo solo tengo 9", lamentaba llorando.
Tras recurrir a un sacerdote amigo de la familia, Natalia recibió su bautismo, la comunión… y a eso le siguió su deseo de ser confirmada, lo que nuevamente le fue negado por su familia.
Pasados los años, fue enviada a un internado católico de Irlanda con otras niñas. "Me encantaba rezar todo el tiempo, leí la Biblia y en algún momento dije que sería monja. Pero quería ser actriz desde niña, es mi sueño de toda la vida, así que cuando mi padre se enteró, me dijo que volvería a México a estudiar y me olvidaría de eso", explica.
De nuevo en casa, Natalia trataba de vivir la fe como podía y sabía, iba a misa cuando podía, pero se iba alejando de Dios cada vez más: "Mi fe iba y venía, no la entendía bien, pero siempre había algo que me hacía no soltarla. Puede que no estuviera tan comprometida, pero Él nunca dejó de buscarme y ponerme a las personas concretas".
Tocando fondo: "Dormir, salir de fiesta y ver series"
Cansada de su tedioso trabajo administrativo, Natalia dejó la única ocupación que daba un sentido a sus días y se dirigió al "precipicio". "No hacía nada más que dormir, salir de fiesta y ver series. Un día, en la discoteca, me desmayé porque no había comido en 3 días. `¿Qué estás haciendo con tu vida?´", se preguntó.
Al día siguiente de haber tocado fondo, el 18 de mayo, la joven abrió un libro. Romance con Jesús, con las lecturas del día, una reflexión y una plegaria. Recuerda que aquel día y su lectura, la II epístola de San Pablo a los Corintios, "lo cambió todo": "Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados…"
Profundamente identificada, la joven comenzó a albergar en su interior una profunda fe. Sabía que "todo estaría bien" y que "Dios estaría ahí, que todo pasa por algo". Y cuando pensó en eso, todo empezó a salir "rodado".
Especialmente cuando ese mismo día recibió una llamada ofreciéndole un trabajo que llevaba meses buscando. Y su libro de oración volvió a entrar en juego, que ese día citaba Proverbios 14-4: "El perezoso codicia y su deseo es vano, pero el deseo de los laboriosos será colmado".
La condición para confirmarse, su sueño
Desde entonces no solo no le ha faltado trabajo, sino que comprendió que fue también un medio para poner un orden en su vida que le llevaría a volver a misa, comprometerse más, soñar con irse de misiones y, sobre todo, confirmarse.
Precisamente la única condición que le pusieron para recibir este sacramento fue irse a una misión en México cuando llegó la pandemia. Lejos de derrumbarse, aprovechó el encierro para "estudiar, entrar a todos los grupos y ver todas las conferencias y vídeos católicos" que podía ver. Uno de ellos fue la película de HM Televisión sobre la hermana Clare.
Pasado el confinamiento, la joven actriz había dado muestras de estar preparada, por lo que fue llevada al sacramento de la confirmación, convencida de "haber encontrado el camino y religión" correctos aún "en contra de todo pronóstico".
"Podría haber escogido cualquier otra religión y mis padres no me habrían dicho nada, pero Dios me llamó, me regaló ese vestido y puso a las personas correctas", expresa agradecida.
"La favorita de Dios"
Desde entonces, Natalia Payán reconoce sentirse como "la favorita de Dios" y "dichosa" por su fe, que considera "un regalo inmerecido". A raíz de su confirmación, la actriz reconoce haber visto su fe reafirmada, se comprometió más con la Iglesia y el apostolado y, al fin, alcanzó su sueño de irse de misiones mientras le empezaban a llamar con nuevas producciones y castings.
La actriz Natalia Payán, en uno de sus proyectos de Misión Emaús, gracias a los cuales pudo recibir su deseada confirmación.
La fe y la actuación fueron siempre "los sueños" de la mexicana, pero incluso cuando coincidían, Natalia siempre sabía cuál debía escoger. No tardó en comprobar que poner su fe por encima de su trabajo era respondido por Dios "llenando la vida de regalo".
"Desde ese momento, desde que le dije sí, he visto a Dios. Y he visto cumplir incluso los sueños que ya no recordaba, de la mejor forma que nunca hubiera imaginado. No hay mejor lugar para poner tus sueños que en las manos de dios", concluye.