Sábado, 21 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

¿Quién es el gran santo mariano y autor de la consagración total a la Virgen?

Luis María Griñón de Montfort, esclavo de María: ¿son suyos el Totus Tuus y el «A Jesús por María»?

San Luis María Grignion de Montfort es conocido como el "esclavo de María" y el que propuso el "a Jesús por María".
San Luis María Grignion de Montfort es conocido como el "esclavo de María" y el que propuso el "a Jesús por María".

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El 28 de abril se celebra la fiesta de San Luis María Grignion [Griñón] de Montfort (1673-1716), santo francés y uno de los santos más marianos que existen. De su amor a la madre de Cristo creó toda una espiritualidad mariana que ha tenido gran influencia en la Iglesia, pese a no haber sido comprendido por muchos hermanos suyos en su tiempo.

Creó una congregación mariana, los Misioneros de la Compañía de María, pero sobre todo por sus escritos sobre la Virgen, en especial la consagración total a María que tantos millones de católicos han realizado en estos siglos. Suyo es además el famoso "Totus Tuus", que tomaría como lema San Juan Pablo II para su pontificado.

Índice para conocer en profundad a San Luis María Grignion de Montfort 

-¿Quién es San Luis María Grignion de Montfort?

-“Totus Tuus”, el lema de San Juan Pablo II tomado de San Luis María Grignion de Montfort

-¿Qué es la consagración total a María, conocida como método montfortiano?

-¿Cuál es la oración de consagración a María que propone San Luis María Grignion de Montfort?

-¿Cuáles son las 10 virtudes principales de la Virgen según San Luis María Grignion de Montfort?

-¿Quiénes son los Misioneros de la Compañía de María o misioneros monfortianos?

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¿Quién es San Luis María Grignion de Montfort?

San Luis María Grignion de Monfort dedicó su vida y sufrió numerosos padecimientos para conseguir justamente esto, que cada vez más personas volvieran su mirada a María y llegasen a Jesús a través de Ella. En su Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen propuso un método de consagración a la Virgen que durante estos últimos siglos han seguido millones de fieles, entre ellos importantes santos. Este santo afirmaba que “a quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace muy devoto de la Virgen María”. Era tal la devoción que San Juan Pablo tenía por él que le tenía como gran referencia en relación con la Virgen y así quedó de manifiesto en su encíclica Redemptoris Mater y en la visita a su tumba durante su visita a Francia.

San Luis María nació en Montfort el 31 de enero de 1673 y desde muy niño sentía ese profundo amor a la Virgen, que tantos problemas le provocó incluso en su vida sacerdotal. Fue con 20 años cuando sintió la llamada vocacional. En el seminario de París fue bibliotecario y esto le permitió leer muchos más libros de la Virgen María aumentando así todavía más su amor a la madre de Cristo.

Sus compañeros y superiores no entendían esta devoción mariana tan arraigada de Luis por lo que fue mortificado, humillado y hasta insultado.  A los 27 años fue ordenado sacerdote, y escogió como lema “ser esclavo de María”. La animadversión contra él llevó a sus superiores a negarle que ejerciera la confesión y la predicación. Más adelante estuvo en un pueblo enseñando catequesis y después fue capellán del Hospital de Poitiers. Su naturalidad, simplicidad y sus enseñanzas marianas volvieron a provocar que fuera señalado. De vuelta a París sufrió más calumnias e incluso el obispo le mandó callar. Con el tiempo comprendió que Satanás no podía soportar la doctrina mariana que predicaba.

Por ello, San Luis decidió consultar al Papa Clemente XI para saber si estaba equivocado en sus enseñanzas. El Pontífice le recibió, escuchó y decidió otorgarle el título de Misionero Apostólico. De esta manera realizó cientos de misiones y retiros que se caracterizaron por el rezo del Santo Rosario, procesiones y cánticos a la Virgen, animando a retornar a los sacramentos. “A Jesús por María”, era su propuesta.

Este religioso falleció el 28 de abril de 1716 con tan sólo 43 años. Fue enterrado en la Iglesia de Saint-Laurent. 43 años después, la Beata María Luisa de Jesús, la primera de las “Hijas de la Sabiduría”, murió el mismo día, a la misma hora y en el mismo lugar que San Luis. Luego fue enterrada al lado de Montfort.

“Totus Tuus”, el lema de San Juan Pablo II tomado de San Luis María Grignion de Montfort

San Juan Pablo II era un gran devoto de la figura de este santo. Su marcado carácter mariano marcó enormemente primero a Wojtyla y más tarde ya siendo el Papa Juan Pablo II. En su encíclica Redemptoris Mater (1987) cita específicamente a San Luis María como ejemplo de “maestro de la espiritualidad mariana”.

“La espiritualidad mariana, a la par de la devoción correspondiente, encuentra una fuente riquísima en la experiencia histórica de las personas y de las diversas comunidades cristianas, que viven entre los distintos pueblos y naciones de la tierra. A este propósito, me es grato recordar, entre tantos testigos y maestros de la espiritualidad mariana, la figura de san Luis María Grignion de Montfort, el cual proponía a los cristianos la consagración a Cristo por manos de María, como medio eficaz para vivir fielmente el compromiso del bautismo”, señalaba el Papa santo.

San Luis María Grignion de Montfort

Sin embargo, la verdadera devoción de San Juan Pablo II por este santo se ve en el famoso “Totus Tuus”, su lema episcopal y el lema de un Pontificado histórico. Una expresión mariana de entrega a la Virgen tomada de San Luis María de Grignion.

El propio Papa explicaba la elección de este lema en 2002, en la carta Rosarium Virginis Mariae:  “Cuántas gracias he recibido de la Santísima Virgen a través del Rosario en estos años: Magnificat anima mea Dominum! Deseo elevar mi agradecimiento al Señor con las palabras de su Madre Santísima, bajo cuya protección he puesto mi ministerio petrino: Totus tuus!”.

Y entonces explicaba: “Es el principio iluminador expresado por el Concilio Vaticano II, que tan intensamente he experimentado en mi vida, haciendo de él la base de mi lema episcopal: Totus tuus. Un lema, como es sabido, inspirado en la doctrina de San Luis María Grignion de Montfort, que explicó así el papel de María en el proceso de configuración de cada uno de nosotros con Cristo”.

En la consagración a María que proponía el santo, el Totus Tuus era parte fundamental: "Soy todo tuyo oh María, y todo cuanto tengo, tuyo es".

Una esclavitud que el propio Papa citó en Zaragoza durante su primer viaje apostólico a España, el 6 de noviembre de 1982, al apuntar a su origen en nuestro país: "San Ildefonso de Toledo, el más antiguo testigo de esa forma de devoción que se llama esclavitud mariana, justifica nuestra actitud de esclavos de María por la singular relación que Ella tiene con respecto a Cristo: 'Por eso soy yo tu esclavo, porque mi Señor es tu hijo. Por eso tú eres mi Señora, porque tú eres la esclava de mi Señor. Por eso soy yo el esclavo de la esclava de mi Señor, porque tú has sido hecha la madre de tu Señor. Por eso he sido yo hecho esclavo, porque tu has sido hecha la madre de mi Hacedor' (San Ildefonso de Toledo, De verginitate perpetua Sanctae Mariae, 12: PL 96, 106)".

¿Qué es la consagración total a María, conocida como método montfortiano?

En su libro Tratado sobre la verdadera devoción a la Santísima Virgen, San Luis María habla sobre la consagración total a María, un método ideado por él y que en estos siglos han realizado millones de creyentes. Con esta consagración, tal y como aseguraba el santo, quien la realiza se convierte en esclavo de la Virgen María.

La consagración o la santa esclavitud de Amor consiste en darse todo por entero, como esclavo, a María y a Jesús por Ella; y además, en hacer todas las cosas con María, en María, por María y para María. Cuanto más se consagre un alma a María, tanto más se unirá a Jesucristo -y por tanto-, la perfecta consagración a Jesucristo no es otra cosa sino una perfecta y total consagración de sí mismo a la Santísima Virgen.

De este modo la consagración total a María que propone este santo debe realizarse coincidiendo con alguna fiesta mariana, un día dedicado a la Virgen. Los más usuales suelen ser la fiesta de la Anunciación (25 de marzo), la Inmaculada Concepción (8 de diciembre), 15 de agosto (Asunción de la Virgen), 2 de febrero (Purificación de María), 31 de mayo (la Visitación del Señor) o fechas importantes como Nuestra Señora de Lourdes (11 de febrero) o de Fátima (13 de mayo)...

Pero para realizar este acto de entrega el corazón debe estar bien dispuesto. San Luis María realizó una preparación previa de 33 días antes de la consagración como un camino del alma para llegar a la cima en la que espera la Virgen María, que a su vez guiará el camino hacia Jesús.

A su vez, esta preparación se divide en varias etapas: los 12 primeros días para vaciarse del espíritu del mundo, luego 7 días para realizar el conocimiento de uno mismo, otros siete para conocer a María, y otros siete más para conocer a Jesús.

Para cada uno de estos 33 días hay una serie de lecturas espirituales y oraciones que van preparando el corazón para esta consagración total a María que se producirá en un día dedicado a la Virgen.

¿Cuál es la oración de consagración a María que propone San Luis María Grignion de Montfort?

La oración propuesta por el santo para consagrarse totalmente a la Virgen dice así:

“¡Oh Jesús, sabiduría eterna y encarnada!, verdadero Dios y verdadero hombre, hijo único del Padre eterno y de María, siempre virgen! te adoro en la gloria del Padre, durante la eternidad y en el seno virginal de María, tu madre, en el tiempo de tu encarnación.

Te doy gracias porque, anonadándote, has venido al mundo, hombre entre los hombres y servidor del Padre, para librarme de la esclavitud del pecado.

Te alabo y glorifico señor, porque has vivido en obediencia amorosa a María, para hacerme fiel discípulo suyo. Desgraciadamente, no he guardado los votos y promesas de mi bautismo y no soy digno de llamarme hijo de Dios. Por ello, acudo a la misericordiosa intercesión de tu madre, esperando obtener por su ayuda el perdón de mis pecados y una continua comunión contigo, oh sabiduría encarnada.

Te saludo pues, oh María Inmaculada, templo viviente de Dios: en ti ha puesto su morada la sabiduría eterna para recibir la adoración de los ángeles y de los hombres. Te saludo, oh reina del cielo y de la tierra: a ti están sometidas todas las criaturas. Te saludo, refugio seguro de los pecadores: todos experimentan tu gran misericordia. Acepta los anhelos que tengo de la divina sabiduría y mi consagración total.

Yo, ___________ consciente de mi vocación cristiana, renuevo hoy en tus manos mis compromisos bautismales. Renuncio a satanás, a sus seducciones, a sus pompas y a sus obras, y me consagro a Jesucristo para llevar mi cruz detrás de él, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre. En presencia de toda la corte celestial, te elijo en este día por mi madre y maestra. Me entrego y consagro a ti, como tu esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis posesiones tanto internas como externas, incluso el valor de todas mis buenas acciones, pasadas, presentes y futuras, dejando en ti, entero y completo derecho de disponer de mí, y todo lo que me pertenece, sin excepción, de acuerdo a tu voluntad, para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad.

Madre del Señor, acepta esta pequeña ofrenda de mi vida y preséntala a tu hijo; si él me redimió con tu colaboración, debe también ahora recibir de tu mano, el don total de mí mismo. En adelante, deseo honrarte y obedecerte en todo como verdadero esclavo tuyo.

¡Oh Corazón Inmaculado de María!, que yo viva plenamente esta consagración para prolongar en mí la amorosa obediencia de tu hijo y dar respuesta a la misión trascendental que Dios te ha confiado en la historia de la salvación. ¡Madre de misericordia!, alcánzame la verdadera sabiduría de Dios, y hazme plenamente disponible a tu acción maternal. Colócame así, entre los que tú amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como hijos tuyos. ¡Oh virgen fiel!, haz de mí un auténtico discípulo e imitador de tu hijo, la sabiduría encarnada. Contigo, madre y modelo de mi vida, llegaré a la perfecta madurez de Jesucristo en la tierra y a la gloria del cielo, amén."

¿Cuáles son las 10 virtudes principales de la Virgen según San Luis María Grignion de Montfort?

San Luis María Grignion de Monfort, en su Tratado de la Verdadera Devoción a María recuerda cuáles son las diez principales virtudes de Nuestra Señora que debemos imitar a modo de utilizarlas luego como “autopista hacia el cielo”. Son éstas:

-Profunda humildad

-Fe viva

-Obediencia ciega

-Oración incesante

-Negación de sí mismo

-Pureza absoluta

-Amor ardiente

-Paciencia heroica

-Amabilidad angelical

-Sabiduría celestial

Como dice el mismo San Luis María, “los mayores santos, los más ricos en gracia y virtud, serán quienes recen con mayor frecuencia a la Santísima Virgen, contemplándola como un perfecto modelo a imitar y como una ayuda poderosa”.

¿Quiénes son los Misioneros de la Compañía de María o misioneros monfortianos?

El celo por anunciar el Evangelio caracterizó la vida de San Luis María Grignion de Montfort, que poco después de ser ordenado supo que debía fundar una congregación que llevase a Jesús y María a todo aquel que no lo conocía. El fruto fueron los Misioneros de la Compañía de María, conocidos popularmente como misioneros monfortianos. Se trata de una congregación religiosa presente hoy en una treintena de países y que tiene algo menos de 1000 miembros entre sacerdotes y hermanos.

La Compañía de María fue fundada en 1713 por este santo. Tal y como explica la propia congregación, para realizar su idea de las misiones parroquiales, como un medio para revitalizar la fe en los suburbios y en los campos más marginados, este todavía joven sacerdote quiso reunir a su alrededor sacerdotes para la predicación y administración de los sacramentos, y algunos hermanos laicos para la organización material, para liderar encuentros, celebraciones, procesiones y enseñar el catecismo a los pobres y niños marginados. Para muchos de estos últimos, esta fue una oportunidad para aprender a leer. Luis María había encontrado a un joven de 18 años llamado Mathurin Rangeard dispuesto a ayudarlo. Lo acompañó durante muchos años en las misiones parroquiales y se mantuvo fiel a él durante toda su vida, pero nunca hizo sus votos. Con el tiempo, otros hermanos se unieron al misionero: Gabriel, Louis, Nicolas y Philippe, así como dos sacerdotes: René Mulot y Adrien Vatel, y algunos auxiliares laicos como Jean, Jacques y Mathurin. Estos formaron el primer núcleo de la Compañía. 

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