Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El sociólogo Paolo Sorbi

Fue militante comunista, admira a Benedicto XVI y tiene un grupo de «marxistas-ratzingerianos»

Abandonó la militancia porque "sentó la cabeza", y ha fundado ese grupo llamado compartido con los colegas Pietro Barcelona, Mario Tronti y Giuseppe Vacca.

H. Sergio Mora / Zenit

Paolo Sorbi
Paolo Sorbi
Lotta continua, Berlinguer, los movimientos estudiantiles, el partido comunista y la ideología marxista. Pero también Radio María, la Conferencia Episcopal Italiana, el Movimiento por la Vida, la defensa de los valores cristianos y de la familia natural y la afinidad intelectual con el magisterio de Benedicto XVI.

La vida del sociólogo Paolo Sorbi es una continua revolución siempre en favor de los grandes ideales fundamentales de la humanidad, “conquistados” a través de las protestas del 68 o de las doctrinas sociales de la Iglesia católica.

Y hoy, que abandonó la militancia porque “sentó la cabeza”, sigue haciendo oír su voz, expresando un pensamiento libre sobre la situación política y social actual, italiana e internacional, a través del llamado grupo de “marxistas-ratzingerianos”, compartido con los colegas Pietro Barcelona, Mario Tronti y Giuseppe Vacca.

El profesor Sorbi trata una serie de temas como la “Manif pour tous”, que se realizó este domingo en Francia.

- Más de 800.000 personas se manifestaron el domingo 13 de enero en París, para protestar por la propuesta de ley del gobierno Hollande sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, y la posibilidad de que adopten menores. ¿Cuál es su opinión?
- Considero muy original que una gran manifestación sobre ideales o valores emerja de una situación europea de gran depresión social y de movilidad.

Esta manifestación es oxígeno antes que todo por la cantidad de gente y la originalidad laica que participó, no homófoba y anti radical, o sea contra la propuesta carente de valores del partido socialista de Hollande.

Un viento muy positivo porque en su interior tiene movimientos homosexuales que no quieren saber nada del matrimonio gay -que dicho sea de paso es una contradicción de términos- además de tantas fuerzas laicas, y aproximadamente 27 exponentes del partido socialista que no aceptan a ojos cerrados esta propuesta nihilista del partido del presidente.

Y para concluir, fue muy importante la presencia fuerte de islámicos, musulmanes y de la comunidad judía con la presencia del gran rabino de Francia, Gilles Bernheim.

- Este último confirmó que no fue una protesta debido a la “beatería” de católicos, como la opinión pública y muchos medios de comunicación sugieren, sino la afirmación de valores universales que van más allá del propio credo, ¿verdad?
- Seguramente, la “Manif pour tous” se realiza a nivel laico y racional, en donde no entra entra directamente el pensamiento católico. Había allí católicos en cuanto ciudadanos y hombres de buena voluntad, y de la misma manera islámicos, judíos, etc. Los valores que se cuestionan no son exclusivos de la fe o de la religión a la cual uno pertenece, sino un que tienen un carácter antropológico y humano. La propuesta de ley es una instrumentalización de la cultura mayoritaria que se ha difundido en Europa de tipo radical-nihilista, o sea sin valores.

Tenemos que entender que somos una minoría, más allá de las 800.000 personas presentes en la manifestación, que si bien es un número elevado, no lo es para una elección o como número de votos.

Como decía Pietro Nenni, “Atención a no confundir la plaza con el voto”.

- Usted dijo que matrimonio gay es una contradicción de términos ¿Por qué?
- En el sentido de que si dos personas homosexuales quieren vivir una vida común, es lícito, mismo si personalmente no estoy de acuerdo y no comparto la homosexualidad. Pero transportar esto a la idea de matrimonio, absolutamente no. Es una contradicción y está previsto también en Francia que en un matrimonio no haya el ´progenitor 1´ y el ´progenitor 2´ como refiere el texto de Holland, sino por un hombre y una mujer y orientado a la procreación. Esto lo subraya bien, siempre en Francia, el Derecho Civil. Es un principio natural que no tiene que ser deformado por proyectos o deseos de una comunidad minoritaria como lo es la homosexual.

- Entonces, ¿cómo explica una reciente sentencia de la Corte de Casación de Italia, según la cual un menor pueda crecer de modo equilibrado en una familia homogenitorial?
- La queremos explicar como algo irracional y una mala interpretación de las investigaciones y de los sondeos por parte de los magistrados que, como todos, pueden también equivocarse.

- Y sobre las próximas elecciones en Italia, un católico ¿por quien debería votar?
- ¡Libertad de conciencia!, un católico debe debe mostrar su identidad, no integrista sino de su propio ser cristiano.

No estoy de acuerdo con la unidad política de los católicos, más bien comparto la idea de que ellos puedan estar esparcidos en todos los lugares.

- Usted es parte del llamado grupo de “marxistas ratzingerianos”. ¿De qué se trata exactamente?
- Explico como primera cosa que esta es una simpática etiqueta de “marketing político” que nos dio el diario Il Corriere della Sera, que entretanto no refleja la realidad.

Somos un grupo de cuatro personas, provenientes todos del Partido Comunista, que testimoniaron, tres como no creyentes y yo como creyente, desde siempre el primado de la persona humana, mismo en las décadas en las cuales habíamos adherido a la militancia activa.

Nos llaman “ratzingerianos” porque estimamos, yo por mi fe, mis amigos por el respeto a su humanidad, la elaboración doctrinal y antropológica de Joseph Ratzinger.

En particular pensemos que la relación entre fe y razón, elaborada por este gran intelectual europeo que es el santo padre, así como sus reflexiones sobre la actualidad de una crisis económica, formulada en la Caritas in Veritate, son una contribución fundamental a las perspectivas futuras de la humanidad y de la nueva evangelización.

- Usted tiene una historia emblemática, la de un comunista de extrema izquierda que encontró las respuestas de la revolución por la que luchó en los grandes ideales cristianos. ¿Cómo sucedió esto?
- Digamos que sucedió casi lo contrario, o sea que un cristiano ha llegado a la militancia activa.

Soy el clásico hijo de los años 60 y 70, que militaron hasta 1989 en la izquierda, después de un largo período de ´reflexión´. Me politicé cuando tenía 1718 años, en aquella parte de la izquierda que se definía católica comprometida, en la época del preconcilio, sobre temas sociales como los pobres, los movimientos de liberación nacional, la solidaridad, etc. Todo bajo el magisterio de grandes personalidades, como el profesor La Pira, don Lorenzo Milani, y sobre todo Juan XXIII, de quien tengo gran nostalgia.

Soy de aquella generación que dio lugar al clima del Vaticano II y que creó o participó en movimientos como el de los estudiantes de Trento, que a continuación fue el extremismo extraparlamentario de izquierda con Lucha Continua, y al final con el Partido Comunista

- ¿Y después que sucedió?
- El comunismo perdió. Yo no entré en el mecanismo perverso de la generación de los comunistas que se volvieron Partido Socialista, Democráticos de Izquierda, y cosas “radicales liberales” que no compartía, especialmente por la ruptura con los valores de la persona humana.
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