Peregrinación a los mártires (5)
Beato Manuel Basulto Jiménez
Si nuestra peregrinación nos lleva a tierra jienenses podremos venerar en la Catedral los restos del Obispo mártir, que subió a los altares, aún no hace un año, en Tarragona, en la última beatificación de mártires de la persecución religiosa española.
La iglesia del Sagrario de la ciudad de Jaén, es una edificación adosada a la fachada norte de la Catedral, construida debido al desnivel y a los daños ocasionados por el terremoto de Lisboa en 1755. El proyecto de esta obra es del arquitecto madrileño Ventura Rodríguez en el año 1764, aunque la realiza su sobrino Manuel Martín Rodríguez. Se inaugura en el año 1801 y se consagra el 22 de marzo de ese año.
Bajo el Sagrario -en la foto el altar mayor de la Iglesia- se encuentra la cripta. Presenta una planta igual a la de la iglesia, que tiene su entrada por la plaza de San Francisco, así como una escalera que desciende desde la Iglesia. Se ilumina por una ventana de medio punto. Está cripta fue limpiada en 1940 para acoger los restos de los muertos en la persecución religiosa.
En su interior existe un óleo del pintor Rafael Hidalgo de Caviedes y la magnífica talla del Cristo expirante obra del escultor Jacinto Higueras, a cuyos pies, en el presbiterio, se instaló una lápida de mármol con un epitafio en memoria del Obispo mártir.
En la portada de esta publicación podemos ver la lápida sepulcral del Obispo en primer término.
En las paredes están colgadas ocho enormes losas de mármol con los nombres de 328 fallecidos durante la guerra, llevando, la losa principal, el título:
Relación de los mártires inmolados por Dios y por España cuyos gloriosos restos yacen en esta cripta bajo el signo de la Santa Cruz trazada en el suelo.
Esta es la historia del Beato Manuel Basulto:
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=17065
En la página ODISUR, estupenda agencia de noticias, que se crea como Servicio para la comunicación de los Obispos del Sur de España, podemos completar la información sobre su sepultura, exhumación de los restos y traslado a Jaén.
Terminada la operación, los cadáveres fueron llevados en camiones al cementerio del Puente de Vallecas, fueron sepultados en fosas comunes que habían mandado abrir al efecto, así junto al obispo quedaron los cadáveres su hermana, su cuñado y el vicario general de la diócesis, seis sacerdotes más y 179 compañeros de prisión. Las noticias llegaron a Jaén y poco a poco se fue sabiendo toda la verdad y la magnitud de la masacre. El hecho impresionó profundamente y en voz baja, en la ciudad y en la diócesis, se iban pasando la noticia. El carácter martirial de la muerte del Sr. Obispo fue reconocido, desde el primer momento. La vida del Pastor de la Diócesis, ya era ejemplar y modelo para sus sacerdotes y fieles, pero su muerte fue el testimonio más firme de caridad pastoral, de seguimiento del único Pastor, Cristo, y de responsabilidad con su comunidad, una iglesia local con la que se había desposado. Había desoído la oferta de escondite o salida de Jaén, pues sabía muy bien que quien pone la mano sobre el arado y mira hacia atrás, no es digno del Reino y menos aún puede dirigir hacia el Reino. Don Manuel Basulto Jiménez había recibido la plenitud del Sacerdocio con la fuerza de Espíritu; ese don fructificó en él a lo largo de su vida y en el momento definitivo se hizo de tal manera presente que confesó su fe a costa de la propia vida. "Quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta".
Terminada la guerra se pidió al Obispado de Madrid-Alcalá se pusiera especial interés en la exhumación que se realizaba en el cementerio del Puente de Vallecas, y que los restos del querido Prelado jiennnense fueran identificados e individualizados. Así fue. El Obispo de Madrid, Doctor Eijo-Garay, antiguo Canónigo de Jaén, agilizó los trámites y el 15 de diciembre de 1939 se autorizó la exhumación; los restos del Sr. Obispo son identificados por una prótesis dental y algún signo episcopal. En un tren funerario partieron de Madrid hacia Jaén los restos de cuantos habían muerto en aquella cruel matanza del 12 de agosto de 1936; por donde pasaban recibían el reconocimiento debido. El 11 de marzo de 1940 los restos del Sr. Obispo, junto a los demás, fueron recibidos en la capital del Santo Reino por clero y fieles que rindieron un fervoroso homenaje a aquellos testigos de la fe, capitaneados por su Padre y Pastor.
Al pie del Altar de la Cripta de Sagrario de la Catedral, presidido por un impresionante Crucifijo del escultor jiennense Jacinto Higueras, quedaron guardados los restos del Obispo de Jaén beato Manuel Basalto Jiménez y una lápida de mármol recuerda a cuantos la vieren:
"A la Buena Memoria del Obispo Mártir Excmo. y Rvdmo. Señor Don Manuel Basulto Jiménez, que apresado en su casa por los marxistas y conducido a Madrid en un tren de presos, antes de llegar a la Capital, postrándose de rodillas y bendiciendo a sus impíos ejecutores, fue inicuamente fusilado el día 12 de agosto de 1936. Piadoso. Afable. Sabio. Elocuente. Vivió 67 años. Recibió público y solemne homenaje fúnebre en la ciudad de su título episcopal el día 10 de marzo de 1940. Sus restos fueron depositados en esta cripta de su Iglesia. En espera de la resurrección de la carne".
Si nuestra peregrinación nos lleva a tierra jienenses podremos venerar en la Catedral los restos del Obispo mártir, que subió a los altares, aún no hace un año, en Tarragona, en la última beatificación de mártires de la persecución religiosa española.
La iglesia del Sagrario de la ciudad de Jaén, es una edificación adosada a la fachada norte de la Catedral, construida debido al desnivel y a los daños ocasionados por el terremoto de Lisboa en 1755. El proyecto de esta obra es del arquitecto madrileño Ventura Rodríguez en el año 1764, aunque la realiza su sobrino Manuel Martín Rodríguez. Se inaugura en el año 1801 y se consagra el 22 de marzo de ese año.
Bajo el Sagrario -en la foto el altar mayor de la Iglesia- se encuentra la cripta. Presenta una planta igual a la de la iglesia, que tiene su entrada por la plaza de San Francisco, así como una escalera que desciende desde la Iglesia. Se ilumina por una ventana de medio punto. Está cripta fue limpiada en 1940 para acoger los restos de los muertos en la persecución religiosa.
En su interior existe un óleo del pintor Rafael Hidalgo de Caviedes y la magnífica talla del Cristo expirante obra del escultor Jacinto Higueras, a cuyos pies, en el presbiterio, se instaló una lápida de mármol con un epitafio en memoria del Obispo mártir.
En la portada de esta publicación podemos ver la lápida sepulcral del Obispo en primer término.
En las paredes están colgadas ocho enormes losas de mármol con los nombres de 328 fallecidos durante la guerra, llevando, la losa principal, el título:
Relación de los mártires inmolados por Dios y por España cuyos gloriosos restos yacen en esta cripta bajo el signo de la Santa Cruz trazada en el suelo.
Esta es la historia del Beato Manuel Basulto:
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=17065
En la página ODISUR, estupenda agencia de noticias, que se crea como Servicio para la comunicación de los Obispos del Sur de España, podemos completar la información sobre su sepultura, exhumación de los restos y traslado a Jaén.
Terminada la operación, los cadáveres fueron llevados en camiones al cementerio del Puente de Vallecas, fueron sepultados en fosas comunes que habían mandado abrir al efecto, así junto al obispo quedaron los cadáveres su hermana, su cuñado y el vicario general de la diócesis, seis sacerdotes más y 179 compañeros de prisión. Las noticias llegaron a Jaén y poco a poco se fue sabiendo toda la verdad y la magnitud de la masacre. El hecho impresionó profundamente y en voz baja, en la ciudad y en la diócesis, se iban pasando la noticia. El carácter martirial de la muerte del Sr. Obispo fue reconocido, desde el primer momento. La vida del Pastor de la Diócesis, ya era ejemplar y modelo para sus sacerdotes y fieles, pero su muerte fue el testimonio más firme de caridad pastoral, de seguimiento del único Pastor, Cristo, y de responsabilidad con su comunidad, una iglesia local con la que se había desposado. Había desoído la oferta de escondite o salida de Jaén, pues sabía muy bien que quien pone la mano sobre el arado y mira hacia atrás, no es digno del Reino y menos aún puede dirigir hacia el Reino. Don Manuel Basulto Jiménez había recibido la plenitud del Sacerdocio con la fuerza de Espíritu; ese don fructificó en él a lo largo de su vida y en el momento definitivo se hizo de tal manera presente que confesó su fe a costa de la propia vida. "Quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta".
Terminada la guerra se pidió al Obispado de Madrid-Alcalá se pusiera especial interés en la exhumación que se realizaba en el cementerio del Puente de Vallecas, y que los restos del querido Prelado jiennnense fueran identificados e individualizados. Así fue. El Obispo de Madrid, Doctor Eijo-Garay, antiguo Canónigo de Jaén, agilizó los trámites y el 15 de diciembre de 1939 se autorizó la exhumación; los restos del Sr. Obispo son identificados por una prótesis dental y algún signo episcopal. En un tren funerario partieron de Madrid hacia Jaén los restos de cuantos habían muerto en aquella cruel matanza del 12 de agosto de 1936; por donde pasaban recibían el reconocimiento debido. El 11 de marzo de 1940 los restos del Sr. Obispo, junto a los demás, fueron recibidos en la capital del Santo Reino por clero y fieles que rindieron un fervoroso homenaje a aquellos testigos de la fe, capitaneados por su Padre y Pastor.
Al pie del Altar de la Cripta de Sagrario de la Catedral, presidido por un impresionante Crucifijo del escultor jiennense Jacinto Higueras, quedaron guardados los restos del Obispo de Jaén beato Manuel Basalto Jiménez y una lápida de mármol recuerda a cuantos la vieren:
"A la Buena Memoria del Obispo Mártir Excmo. y Rvdmo. Señor Don Manuel Basulto Jiménez, que apresado en su casa por los marxistas y conducido a Madrid en un tren de presos, antes de llegar a la Capital, postrándose de rodillas y bendiciendo a sus impíos ejecutores, fue inicuamente fusilado el día 12 de agosto de 1936. Piadoso. Afable. Sabio. Elocuente. Vivió 67 años. Recibió público y solemne homenaje fúnebre en la ciudad de su título episcopal el día 10 de marzo de 1940. Sus restos fueron depositados en esta cripta de su Iglesia. En espera de la resurrección de la carne".
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