Peligro, el poder del Gran Hermano: Walt Disney, Coca Cola, Google, Facebook...
El boicot a Dolce & Gabbana, un ejemplo de la intransigencia del homosexualismo político
Es necesario empezar por formular una pregunta evidente: ¿Por qué multinacionales como Walt Disney, Coca Cola, Google, Facebook, Twitter o Apple dedican esfuerzos acordes con su envergadura internacional en difundir la ideología del homosexualismo político? Porque realmente militan con sus postulados, propagan, financian, presionan, y amenazan –y pueden presionar y amenazar mucho.
A aquella primera pregunta es necesario añadirle una segunda: ¿Por qué al mismo tiempo ignoran toda otra cuestión, por vital que sea, relacionada con la discriminación y los derechos humanos? Son insensibles al conflicto racial en Estados Unidos, que se ha recrudecido, a la discriminación que sufren minorías como los latinos, ignoran el genocidio cristiano en países musulmanes donde venden sus productos y servicios.
La respuesta es que esto es así porque lo que hacen es actuar como sujetos políticos, tienen una agenda política, ultra liberal en lo económico, y centrada en la ruptura antropológica en lo social: matrimonio y adopción homosexual, ideología de género y aborto constituyen sus postulados, y en su nombre pagan, castigan, boicotean presionan a los gobiernos y a las instituciones sociales.
Y que no se utilice el absurdo argumento de que los homosexuales son un mercado importante, y ello por dos grandes razones. La primera, porque son un número muy reducido de personas, entre el 2,5% y 3% de la población, de acuerdo con todos los censos y datos disponibles; y, segundo, porque no todos los homosexuales comparten sus puntos de vista, no todos ni mucho menos son partidarios de convertir su preferencia sexual en un proyecto político.
Baste recordar el último caso, el de la pareja gay más famosa de la moda italiana, Dolce & Gabbana, que precisamente fueron criticados y boicoteados por el homosexualismo político, por la herejía de afirmar que "¿la familia tradicional? Una moda que no pasa".
No, la explicación es otra. Se trata de una nueva cultura, un nuevo proyecto social y económico que surge de la sociedad desvinculada y que ha conseguido –de momento- evitar el foco sobre la necesaria transformación social y económica, y convertir a los ultra liberales en gente de izquierdas por promover el matrimonio homosexual. Y a quienes postulamos la justicia social nos tildan de reaccionarios por oponernos a aquella mutación del matrimonio.
Pero con ser esto importante, no es todo. Estamos ante una transformación muy peligrosa: las multinacionales se han convertido en sujetos políticos, pero atención, que no soy un ingenuo: siempre lo han sido a través de personas interpuestas, organizaciones intermedias, partidos, asociaciones.
No se bastaban a sí mismas, temían la evidencia de su injerencia política. Este es el gran cambio, ahora muchas de ellas, como las mencionadas, actúan directamente como sujetos políticos, mezclan sin pudor el dinero y sus intereses con la ideología, y eso las hace terriblemente peligrosas.
Cuando les conviene son empresas, y cuando les interesa actúan como verdaderos partidos políticos, no como lobbys, sino como partidos. Utilizan su publicidad como propaganda, y su poder económico para amenazar a gobiernos y empresas, como ha sucedido recientemente en el caso de Louisiana, y esto es un grave peligro para la democracia, porque rompe la separación y el equilibrio entre instituciones, liquida la democracia porque el voto no cuenta, solo importa el poder de la empresa, que a su fin de lucrarse al máximo le añade otro, el de formatear nuestras mentes y corazones
Walt Disney, Coca Cola, Google, Facebook, Twitter o Apple son el Gran Hermano, y o nosotros terminamos con esto o ellas terminaran con la democracia.
© Forum Libertas
A aquella primera pregunta es necesario añadirle una segunda: ¿Por qué al mismo tiempo ignoran toda otra cuestión, por vital que sea, relacionada con la discriminación y los derechos humanos? Son insensibles al conflicto racial en Estados Unidos, que se ha recrudecido, a la discriminación que sufren minorías como los latinos, ignoran el genocidio cristiano en países musulmanes donde venden sus productos y servicios.
La respuesta es que esto es así porque lo que hacen es actuar como sujetos políticos, tienen una agenda política, ultra liberal en lo económico, y centrada en la ruptura antropológica en lo social: matrimonio y adopción homosexual, ideología de género y aborto constituyen sus postulados, y en su nombre pagan, castigan, boicotean presionan a los gobiernos y a las instituciones sociales.
Y que no se utilice el absurdo argumento de que los homosexuales son un mercado importante, y ello por dos grandes razones. La primera, porque son un número muy reducido de personas, entre el 2,5% y 3% de la población, de acuerdo con todos los censos y datos disponibles; y, segundo, porque no todos los homosexuales comparten sus puntos de vista, no todos ni mucho menos son partidarios de convertir su preferencia sexual en un proyecto político.
Baste recordar el último caso, el de la pareja gay más famosa de la moda italiana, Dolce & Gabbana, que precisamente fueron criticados y boicoteados por el homosexualismo político, por la herejía de afirmar que "¿la familia tradicional? Una moda que no pasa".
No, la explicación es otra. Se trata de una nueva cultura, un nuevo proyecto social y económico que surge de la sociedad desvinculada y que ha conseguido –de momento- evitar el foco sobre la necesaria transformación social y económica, y convertir a los ultra liberales en gente de izquierdas por promover el matrimonio homosexual. Y a quienes postulamos la justicia social nos tildan de reaccionarios por oponernos a aquella mutación del matrimonio.
Pero con ser esto importante, no es todo. Estamos ante una transformación muy peligrosa: las multinacionales se han convertido en sujetos políticos, pero atención, que no soy un ingenuo: siempre lo han sido a través de personas interpuestas, organizaciones intermedias, partidos, asociaciones.
No se bastaban a sí mismas, temían la evidencia de su injerencia política. Este es el gran cambio, ahora muchas de ellas, como las mencionadas, actúan directamente como sujetos políticos, mezclan sin pudor el dinero y sus intereses con la ideología, y eso las hace terriblemente peligrosas.
Cuando les conviene son empresas, y cuando les interesa actúan como verdaderos partidos políticos, no como lobbys, sino como partidos. Utilizan su publicidad como propaganda, y su poder económico para amenazar a gobiernos y empresas, como ha sucedido recientemente en el caso de Louisiana, y esto es un grave peligro para la democracia, porque rompe la separación y el equilibrio entre instituciones, liquida la democracia porque el voto no cuenta, solo importa el poder de la empresa, que a su fin de lucrarse al máximo le añade otro, el de formatear nuestras mentes y corazones
Walt Disney, Coca Cola, Google, Facebook, Twitter o Apple son el Gran Hermano, y o nosotros terminamos con esto o ellas terminaran con la democracia.
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