El Papa, en la revista del Ministerio de Interior, anima a acoger al migrante como una riqueza
En una entrevista concedida a la revista “Libertà Civili”, del Ministerio de Asuntos Internos de Italia, el Santo Padre señaló que “para la comunidad cristiana, la integración pacífica de personas de varias culturas es, en cierto sentido, un reflejo de su catolicidad, ya que la unidad que no anula la diversidad étnica y cultural, constituye una dimensión de la vida de la Iglesia que, en el Espíritu de Pentecostés, se abrió a todos los que deseen abrazarla”.
Lesbos y Lampedusa, grito de los inocentes
En este sentido, el Pontífice explicó el significado de sus visitas a las islas de Lesbos –Grecia– y Lampedusa –Italia–, donde se encontró con refugiados y migrantes y donde rezó junto con el Arzobispo de Atenas y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla.
“La visita a Lesbos y la oración junto al Arzobispo de Atenas, Jerónimo, y el Patriarca de Constantinopla, Bartolomé, representan un relación fraterna y de cercanía al grito de tantos inocentes que sólo piden poder salvar sus vidas. La relación fraterna con las otras confesiones nos llama a la conciencia de que no podemos dar la espalda a la petición de ayuda y de esperanza de los hermanos y hermanas que se encuentran en dificultad”.
“La isla de Lesbos –continuó el Papa–, al igual que la de Lampedusa, descubren al mundo el rostro de personas inocentes que huyen de la guerra, de la violencia y de la persecución. Hombres, mujeres, niños que viajan solos, que llegan cansados y exhaustos, con la esperanza de salvar la vida por medio de viajes dramáticos por tierra y, sobre todo, por mar”.
Responsabilidad fraterna
Francisco hizo un llamado a una mayor responsabilidad en la gestión de la migración. “La migración se gestiona con humanidad, ofreciendo una oportunidad de encuentro y de crecimiento a todos. No podemos perder el sentido de la responsabilidad fraterna. La defensa del ser humano no conoce barreras: estamos todos unidos en el deseo de garantizar una vida digna a cada hombre, mujer y niño obligado a abandonar su tierra”.
“Ciertamente, hay una necesidad de cooperación internacional para que la gestión de las políticas migratorias sea respetuosa con los que acogen y con los acogidos”, indicó.
En concreto, se refirió a la situación de Europa, a cuyas costas mediterráneas llegan millones de refugiados que huyen de las guerras en Oriente Medio.
“En Europa, y en otras partes del mundo, se está atravesando un momento crítico en la gestión de las políticas migratorias. Los gobernantes tienen necesidad de altura de miras y de cohesión para mantenerse vigilantes en el respeto a los derechos fundamentales de la persona, y para poner fin a las causas de la migración forzada”.
Los migrantes europeos aportaron mucho al mundo
Además, recordó lo mucho que Europa debe a las migraciones, al enriquecimiento cultural que supone el ser tierra de cruce de caminos y confluencia de diferentes culturas. “El intercambio de cultura y de conocimientos es una riqueza, y como tal debe valorarse”. “Europa se formó por una continua integración de culturas, de muchas culturas”.
También destacó que, en el pasado reciente, tras las guerras mundiales, los europeos también se vieron obligados a dejar sus países, devastados por años de violencia. “Los países europeos, como tantos otros países que han experimentado en su propia piel tanto la inmigración como la emigración, deben hacer balance de su pasado. Cuando Europa estaba en dificultades, tras la guerra, millones de europeos partieron, frecuentemente con toda la familia, a través del Océano para establecerse en Sudamérica y en los Estados Unidos”.
“No fue una experiencia sencilla para ellos –señaló–. Tuvieron que sufrir el peso de ser considerados extranjeros, de estar lejos de sus hogares y de carecer de todo conocimiento de la lengua local. No fue fácil el proceso de integración, sin embargo, finalizó con éxito”.
Por lo tanto, “es importante ser conscientes de la contribución de los migrantes en los países de llegada. Los europeos han contribuido mucho al crecimiento de la sociedad ultra oceánica”.
Considerar al migrante como una riqueza
“Cuando seamos capaces de considerar al migrante como una riqueza para nuestra sociedad, entonces seremos capaces de practicar una verdadera acogida, y tendremos éxito a la hora de darles a ellos lo que en el pasado recibimos nosotros. Tenemos mucho que aprender del pasado: es importante actuar con responsabilidad, sin fomentar el miedo al extranjero”.
Asimismo, invitó a colaborar a la integración de los migrantes, e invitó también a los migrantes a no tener miedo a la integración, “porque integración no es asimilación”.
“Es necesario promover la acogida y la hospitalidad de los prófugos y refugiados, favoreciendo su integración, teniendo en cuenta los derechos y los deberes recíprocos para el que acoge y el acogido. La integración, que no es lo mismo que asimilación ni que incorporación, es un proceso bidireccional, que se fundamente esencialmente en el mutuo reconocimiento de la riqueza cultural del otro: no es imposición de una cultura sobre otra, y tampoco es aislamiento recíproco”.
Por otro lado, en la entrevista, el Papa explicó la misión del nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
Una atención personalizada
Su fundamento hunde sus raíces en la necesidad que tienen millones de migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de la trata “de una atención específica”. “Por ello, decidí ocuparme personalmente de ellos, al menos durante un tiempo”.
“La misión principal de esta Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio es ayudar a la Iglesia y a los pastores, a nivel local, regional e internacional, en el acompañamiento de las personas en cada etapa del progreso migratorio, con especial atención a aquellos que, de diferentes formas, se ven obligados a desplazarse o a huir, o que atraviesan dificultades o que padecen sufrimientos en sus países de origen, de tránsito o de destino”.
El Obispo de Roma explicó que en su pensamiento se encontraban “todos los que huyeron de los conflictos, de las persecuciones y de las emergencias humanitarias, ya sea por desastres naturales o como consecuencia de la acción humana. Pienso en las víctimas de la trata, en los migrantes en situación irregular, en los trabajadores migrantes en situación de sufrimiento y en las mujeres, adolescentes y niños migrantes en situación de vulnerabilidad”.
Lesbos y Lampedusa, grito de los inocentes
En este sentido, el Pontífice explicó el significado de sus visitas a las islas de Lesbos –Grecia– y Lampedusa –Italia–, donde se encontró con refugiados y migrantes y donde rezó junto con el Arzobispo de Atenas y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla.
“La visita a Lesbos y la oración junto al Arzobispo de Atenas, Jerónimo, y el Patriarca de Constantinopla, Bartolomé, representan un relación fraterna y de cercanía al grito de tantos inocentes que sólo piden poder salvar sus vidas. La relación fraterna con las otras confesiones nos llama a la conciencia de que no podemos dar la espalda a la petición de ayuda y de esperanza de los hermanos y hermanas que se encuentran en dificultad”.
“La isla de Lesbos –continuó el Papa–, al igual que la de Lampedusa, descubren al mundo el rostro de personas inocentes que huyen de la guerra, de la violencia y de la persecución. Hombres, mujeres, niños que viajan solos, que llegan cansados y exhaustos, con la esperanza de salvar la vida por medio de viajes dramáticos por tierra y, sobre todo, por mar”.
Responsabilidad fraterna
Francisco hizo un llamado a una mayor responsabilidad en la gestión de la migración. “La migración se gestiona con humanidad, ofreciendo una oportunidad de encuentro y de crecimiento a todos. No podemos perder el sentido de la responsabilidad fraterna. La defensa del ser humano no conoce barreras: estamos todos unidos en el deseo de garantizar una vida digna a cada hombre, mujer y niño obligado a abandonar su tierra”.
“Ciertamente, hay una necesidad de cooperación internacional para que la gestión de las políticas migratorias sea respetuosa con los que acogen y con los acogidos”, indicó.
En concreto, se refirió a la situación de Europa, a cuyas costas mediterráneas llegan millones de refugiados que huyen de las guerras en Oriente Medio.
“En Europa, y en otras partes del mundo, se está atravesando un momento crítico en la gestión de las políticas migratorias. Los gobernantes tienen necesidad de altura de miras y de cohesión para mantenerse vigilantes en el respeto a los derechos fundamentales de la persona, y para poner fin a las causas de la migración forzada”.
Los migrantes europeos aportaron mucho al mundo
Además, recordó lo mucho que Europa debe a las migraciones, al enriquecimiento cultural que supone el ser tierra de cruce de caminos y confluencia de diferentes culturas. “El intercambio de cultura y de conocimientos es una riqueza, y como tal debe valorarse”. “Europa se formó por una continua integración de culturas, de muchas culturas”.
También destacó que, en el pasado reciente, tras las guerras mundiales, los europeos también se vieron obligados a dejar sus países, devastados por años de violencia. “Los países europeos, como tantos otros países que han experimentado en su propia piel tanto la inmigración como la emigración, deben hacer balance de su pasado. Cuando Europa estaba en dificultades, tras la guerra, millones de europeos partieron, frecuentemente con toda la familia, a través del Océano para establecerse en Sudamérica y en los Estados Unidos”.
“No fue una experiencia sencilla para ellos –señaló–. Tuvieron que sufrir el peso de ser considerados extranjeros, de estar lejos de sus hogares y de carecer de todo conocimiento de la lengua local. No fue fácil el proceso de integración, sin embargo, finalizó con éxito”.
Por lo tanto, “es importante ser conscientes de la contribución de los migrantes en los países de llegada. Los europeos han contribuido mucho al crecimiento de la sociedad ultra oceánica”.
Considerar al migrante como una riqueza
“Cuando seamos capaces de considerar al migrante como una riqueza para nuestra sociedad, entonces seremos capaces de practicar una verdadera acogida, y tendremos éxito a la hora de darles a ellos lo que en el pasado recibimos nosotros. Tenemos mucho que aprender del pasado: es importante actuar con responsabilidad, sin fomentar el miedo al extranjero”.
Asimismo, invitó a colaborar a la integración de los migrantes, e invitó también a los migrantes a no tener miedo a la integración, “porque integración no es asimilación”.
“Es necesario promover la acogida y la hospitalidad de los prófugos y refugiados, favoreciendo su integración, teniendo en cuenta los derechos y los deberes recíprocos para el que acoge y el acogido. La integración, que no es lo mismo que asimilación ni que incorporación, es un proceso bidireccional, que se fundamente esencialmente en el mutuo reconocimiento de la riqueza cultural del otro: no es imposición de una cultura sobre otra, y tampoco es aislamiento recíproco”.
Por otro lado, en la entrevista, el Papa explicó la misión del nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
Una atención personalizada
Su fundamento hunde sus raíces en la necesidad que tienen millones de migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de la trata “de una atención específica”. “Por ello, decidí ocuparme personalmente de ellos, al menos durante un tiempo”.
“La misión principal de esta Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio es ayudar a la Iglesia y a los pastores, a nivel local, regional e internacional, en el acompañamiento de las personas en cada etapa del progreso migratorio, con especial atención a aquellos que, de diferentes formas, se ven obligados a desplazarse o a huir, o que atraviesan dificultades o que padecen sufrimientos en sus países de origen, de tránsito o de destino”.
El Obispo de Roma explicó que en su pensamiento se encontraban “todos los que huyeron de los conflictos, de las persecuciones y de las emergencias humanitarias, ya sea por desastres naturales o como consecuencia de la acción humana. Pienso en las víctimas de la trata, en los migrantes en situación irregular, en los trabajadores migrantes en situación de sufrimiento y en las mujeres, adolescentes y niños migrantes en situación de vulnerabilidad”.
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