Sábado, 21 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

¿Qué hacer frente a las fuerzas del mal? La medalla de San Benito

Cuadro de San Benito.
«Visión de San Benito del globo y los tres ángeles» de Alonso Cano (detalle, 1658-1660). Museo del Prado. La escena se supone inspirada en una visión del santo en el que se presentó ante sus ojos la esfera del mundo iluminada por un potente rayo de sol, por el que vio ascender al cielo el alma del obispo Germán. Después supo que, en efecto, el obispo había muerto la misma noche y a la misma hora en que él había tenido aquella visión.

por María García de Fleury

Opinión

Actualmente hay una serie de tendencias hacia las ciencias ocultas, la hechicería, la brujería, la magia negra, las posesiones satánicas… que pretenden darle fuerza a estas y otras prácticas, diciendo que son ancestrales. Pero, aunque vengan de civilizaciones de milenios, no hay cabida en ellas para Jesucristo, su enseñanza y su obra redentora. El cristianismo es cristocéntrico. El criterio de la verdad está en su relación íntima con el Dios Creador Todopoderoso y su Hijo Jesucristo, el Dios encarnado.

Luchar contra el mal, contra los que abierta o solapadamente atacan a Cristo o pretenden desviarnos de sus enseñanzas, nunca ha sido fácil. Una forma que, desde hace siglos, muchos cristianos han usado para luchar contra las fuerzas del mal ha sido la medalla y la cruz de San Benito, el santo patrono de Europa que vivió entre los años 480 y 547.

El origen de la medalla es incierto. Se dice que en 1415 fueron encontrados unos manuscritos en donde se explicaba la simbología de esta medalla. En 1880, en la conmemoración de los mil cuatrocientos años del nacimiento de San Benito, el abad del monasterio de Montecassino, en Italia, la popularizó .

Esta medalla es un sacramental, es decir, un signo sagrado. Su eficacia está en que esté bendecido por un sacerdote y que la persona que lo lleve tenga fe. No se puede tomar como un amuleto de buena suerte, sino que sirve para recordar a Dios e inspirar el deseo de servirle y de ayudar al prójimo. La medalla de San Benito tiene gran poder de exorcismo.

En ella hay varios símbolos, entre ellos una copa de la cual sale una víbora y un cuervo. Eso es porque, en vida, cuando San Benito se hacía la señal de la cruz obtenía una especial protección divina. Una vez quisieron envenenarlo. Benito, como era su costumbre, hizo el signo de la cruz sobre el vaso y este se partió en pedazos. En otra ocasión, un pájaro negro empezó a volar a su alrededor. San Benito hizo la señal de la cruz y pudo vencer la tentación carnal que lo estaba atormentando en la imaginación. Después de eso nunca volvió a sufrir una tentación similar.

La medalla también muestra a San Benito sosteniendo una cruz y el libro de sus reglas y varias inscripciones que dicen: "A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia", "Que la Santa Cruz sea mi luz", "Que el demonio no sea mi guía", "Vade retro Satanás [Aléjate Satanás], no me aconsejes cosas vanas"...

Medalla de San Benito.

La medalla de San Benito es usada por sacerdotes exorcistas y por gente normal con fe en Dios. Se le atribuyen distintos poderes: alejar al demonio y sus tentaciones; alejarnos de los maleficios, la magia negra, la brujería, las hechicerías, las influencias demoníacas; alejarnos de enfermedades de distinto tipo, de accidentes inesperados, de todo tipo de peligros; para la conversión de los pecadores, para obtener paz y salud interior o espiritual, para poner paz entre las familias y la sociedad en general... San Benito es un protector seguro de nuestros bienes materiales. Y ayuda a los moribundos para que se vean liberados de las tentaciones que a veces ocurren en la hora de la muerte y estén en paz.

La medalla de San Benito se debe llevar viviendo una vida cristiana conformada con Jesús Crucificado, los mandamientos de Dios y la Iglesia, junto con una verdadera devoción a la Virgen María y a San Benito. La Medalla de San Benito tiene poder, porque Cristo se lo ha dado cuando, después de estar bendita por un sacerdote y si la persona la lleva con fe. Lo más importante en la vida es vivir cerca de Dios, porque con Dios siempre ganamos.

María García de Fleury es socióloga y licenciada en Pedagogía Religiosa y académica de número de la Academia Internacional de Hagiografía de Caracas (Venezuela).

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