La pequeña Teresita, muerta en olor de santidad
por Álvaro Cárdenas
Este pasado domingo 7 de marzo ha fallecido en Madrid Teresita Castillo de Diego, una niña de 10 años que ha ofrecido a Jesús como misionera el sufrimiento que le provocaba un tumor en la cabeza que padecía desde que tenía 5 años. Pocos meses antes le dijo muy seria a su padre varias veces: "¡Papá, me voy al cielo!". Antes de morir la Iglesia de Madrid le ha constituido oficialmente misionera.
La vida luminosa de esta niña y la ofrenda de amor de sus sufrimientos hubieran caído probablemente en el olvido si el padre Ángel Camino Lamela, vicario de la VIII Vicaría de la Archidiócesis de Madrid, no la hubiera conocido el pasado 11 de febrero, día de la Virgen de Lourdes y Jornada Mundial del enfermo. Cada año este Vicario visita un hospital, celebra la misa en él, saluda a los médicos y enfermeras y lleva el sacramento de la unción de los enfermos y de la comunión a algún enfermo. Este año visitó el hospital de La Paz, en el que estaba ingresada Teresita. Los capellanes del hospital invitaron al Vicario a conocerla.
“Yo quiero mucho a Jesús… quiero ser misionera”
Como el mismo sacerdote cuenta en una carta enviada a todos los fieles de la Vicaría, ese día, tras celebrar la misa en el hospital de La Paz, sus capellanes le propusieron visitar a una niña gravemente enferma que tenía programada al día siguiente una operación para extirpar un tumor en la cabeza: “Hemos llegado a la UCI debidamente equipados, he saludado a médicos y enfermeras, y acto seguido me han llevado a la cama de Teresita, que estaba junto a su madre Teresa. Un vendaje blanco rodeaba toda su cabeza, pero tenía la cara suficientemente descubierta como para percibir un rostro verdaderamente brillante y excepcional”.
Le explicó a la niña que venía a verla “en nombre del Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid para traerle a Jesús”. Entonces la niña preguntó: “Me traes a Jesús, ¿verdad?”, y añadió: “¿Sabes una cosa? Yo quiero mucho a Jesús”. En ese momento su madre que estaba con ella invitó a su hija a que le dijera lo que quería ser. Teresita respondió: “Yo quiero ser misionera”.
Nombrada misionera tres semanas antes de consumar su ofrenda a Jesús
El Vicario de Madrid quedó impactado por la respuesta, “totalmente inesperada para mí”. “Cogiendo fuerzas de donde no tenía, por la emoción que me produjo la respuesta, le digo: ‘Teresita, yo te constituyo ahora mismo misionera de la iglesia, y esta tarde te traeré el documento que lo acredita y la cruz misionera’”.
Tras salir del hospital, ya en la Vicaría, el padre Ángel elaboró el documento en que la constituía misionera, lo tomó junto a la cruz de misionera y a las cinco de la tarde regresó de nuevo al Hospital de La Paz y se los llevó a la niña.
En cuanto le vio la madre de Teresita, le dijo en voz alta a su hija: "Teresita, ¡no me lo puedo creer! Viene el Sr. Vicario con el regalo para ti’”. La niña tomó en sus manos el documento y la cruz, y le pidió a su madre que la colgara junto a la cama: “Esa cruz pónmela en la barra para que la vea bien, y mañana me la llevo al quirófano. Ya soy misionera”.
Aquel regalo le llegó a Teresita en un momento especialmente difícil, tras dos meses de terribles dolores, pruebas y operaciones en una unidad de cuidados intensivos del hospital. Como ha explicado la madre de Teresita a la Archidiócesis de Madrid, en aquel momento “ya llevaba dos válvulas que habían fallado y cada vez que le fallaba una válvula y se le obstruía era mucho dolor”.
“¡Ya soy misionera!”
Ese mismo día Teresita le envió a su tía y madrina un mensaje de voz por teléfono contándole que la habían constituido misionera. Con una voz muy suave, como de alguien que está muy cansado pero que saca fuerzas de donde no las tiene, le dijo: “Hola tía, te cuento una cosa muy importante para mí, esta mañana después de recibir la Unción y la Comunión, el Vicario de Madrid me ha constituido misionera: ¡Ya soy misionera!”.
Una misión que jamás hubiéramos podido imaginar
Sus familiares, amigos, y aquellos que la conocimos jamás hubiéramos podido imaginar la misión que Jesús desde el cielo le está concediendo realizar.
Sentimos que el Señor la ha tenido escondida hasta ahora con una santidad sencilla y muy oculta pero genuina.
Sus dos terribles meses de sufrimiento en el hospital y la carta del Vicario de Madrid han revelado la grandeza de su alma de niña.
Como Santa Teresita del Niño Jesús, esta otra pequeña Teresita de Madrid va a pasar el cielo haciendo bien en la tierra.
Su fama de santidad se está extendiendo por el mundo entero
Desde su fallecimiento y la carta que uno de los Vicarios de Madrid, el padre Ángel Camino Lamela, ha escrito, la historia de su amor y entrega a Jesús y de la ofrenda de sus sufrimientos como misionera, está dando la vuelta al mundo, extendiéndose por todas partes su fama de santidad.
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