De las consecuencias que para la libertad religiosa habría tenido una victoria del Frente Popular
por En cuerpo y alma
De la que nos hemos librado, señores, de la que nos hemos librado. A todos los niveles: en lo que hace a la política económica, en lo que hace a política interior, lo que hace a política exterior, orden público, y todos los aspectos de la vida humana pública y privada que puedan Vds. llegar a imaginar… ¡de la que nos hemos librado!
Pues bien, tal día como hoy me propongo analizar las consecuencias que para un aspecto muy concreto de la vida que, por más que muchos se empeñen en negarlo, no deja de ser uno de los más importantes de los que conforman la existencia del ser humano, habría tenido la formación de una coalición de gobierno en España con los partidos que componen la actual izquierda española: la libertad religiosa.
La formación en España de un gobierno PSOE-Podemos habría tenido, para empezar, la inmediata consecuencia de una denuncia del Concordato con la Santa Sede para renegociar uno nuevo que ignorara una realidad indiscutible que molesta profundamente a los socios de esa hipotética coalición: la apabullante mayoría católica de este país. Con las consecuentes dificultades de financiación de una iglesia Católica que en España, amén de ser la que mayoritariamente siguen los españoles, gestiona una red de asistencia y solidaridad de una entidad importantísima, haciéndolo además con una eficacia, una austeridad y una transparencia que todos reconocen muy superior a aquéllas con las que la gestionan los distintos entes estatales.
En segundo lugar, la formación de dicho gobierno habría consumado la eliminación de los conciertos del estado con las escuelas confesionales, y particularmente, con las escuelas católicas, así como el hostigamiento continuo de las escuelas estrictamente privadas sin ayuda alguna por parte del estado que exhiban algún tipo de confesionalidad. Y con ello, la eliminación de uno de los más importantes derechos humanos: el de los padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus propias creencias, un derecho que le sería trasladado al estado.
En tercer lugar, habría implicado la eliminación de la clase de religión y de todo sustitutivo en formación ética que vaya más allá de los famosos postulados de la educación para la ciudadanía en todas las escuelas de España, no sólo en las públicas, sino también en las privadas, y por supuesto, en las a partir de ahora inexistentes concertadas.
En cuarto lugar, la implantación a marchas forzadas de todos los conceptos de la artificiosa pero no por ello menos perniciosa ideología de género que, digámoslo como es, ha elegido como su primer y principal enemigo a batir a la familia tradicional que algunos llaman “cristiana”, pero que yo simplemente llamo “de derecho natural”.
En quinto lugar, la separación traumática de los campos civil y religioso en un país donde la tangencialidad de ambos ámbitos forma parte de su esencia antropológica y de su más arraigada tradición, poniendo fin a la participación de instancias civiles en actos religiosos (Corpus Christi, Semana Santa, Camino de Santiago, fiestas patronales y tantos otros) y de instancias religiosas en actos civiles (funerales de estado, inauguraciones oficiales, ceremonias del ejército, etc.).
Y en sexto lugar, la formación de un gobierno PSOE-Podemos habría significado para este país un incremento exponencialmente gravísimo de los hostigamientos que desde la sociedad se vienen produciendo contra los practicantes de la que todavía es la religión abrumadoramente mayoritaria del país, el catolicismo, con unos poderes públicos que, de manera gradualmente creciente, mirarían para otro lado cuando se produjeran, y con un importantísimo agravante que estamos teniendo ocasión de conocer en los ámbitos en los que esa coalición de izquierdas ya gobierna: su financiación con fondos públicos, es decir, con los impuestos que pagamos Vd. y yo.
A nadie se le oculta que el Partido Popular incumplió todas o casi todas las promesas realizadas en 2011 de realizar un retorno a unos principios que me niego de denominar “cristianos” cuando de política estoy hablando, pero no me cuesta nada denominar “de derecho natural”: aborto, regulación de formas de matrimonio que violentan la esencia de la institución, violencia de género discriminante, ideología de género... Pero lo cierto es que un acceso al poder de los partidos que hoy conforman la izquierda española, el Partido Socialista Obrero Español y las distintas marcas de la franquicia Podemos, recuperado como han una de las más viejas y peligrosas señas de identidad de la izquierda española cual la del anticlericalismo, habrían conformado una situación que no dudo en calificar como de gravísima, hasta el punto de llegar a poner en peligro los principios que hacen posible la convivencia pacífica entre españoles. Algo que, por desgracia, no sería nuevo en nuestra atribulada historia. Viene con hambre atrasada esta nueva izquierda española.
Y bien amigos, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día, o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter @LuisAntequeraB
Otros artículos del autor relacionados con el tema
(haga click en el título si desea leerlos)
De cuando el resentimiento se apodera del voto
¿Pero pueden tener algo que ver Pablo Iglesias y Neymar?
De las proezas de la República a las del pesoísmo podemita o los capuchinos fusilados en Carabanchel
¿Vivimos en una sociedad tan tolerante como nos gusta creer?
Orgullosos de nuestro pasado, avergonzados de nuestro presente, preocupados de nuestro futuro