Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

«Un obispo vestido de payaso», un congreso peculiar

La teología de la risa: lo que Chesterton enseña para la evangelización y la apologética del s.XXI

Aunque todos los que le conocieron recuerdan a Chesterton alegre, en las fotografías no se nota porque casi nunca sonreía ante las cámaras
Aunque todos los que le conocieron recuerdan a Chesterton alegre, en las fotografías no se nota porque casi nunca sonreía ante las cámaras
«Chesterton demostró que el ingenio y el humor son grandes armas evangélicas»

"Un obispo vestido de payaso". Bajo este curioso lema, un congreso celebrado en Italia ha reflexionado sobre la teología de la risa en Chesterton, y sus aplicaciones para la apologética y la evangelización en el tercer milenio.

En palabras del experto Dermot Quinn, «Chesterton creía profundamente y demostró brillantemente que el ingenio y el humor están entre las más versátiles de esas armas evangélicas»

«Dios nos libre de los santos encapotados, decía santa Teresa de Ávila. Chesterton habría respondido a eso con un ¡Amén! bien alto. Cuando pensamos en Chesterton, es como un hombre riéndose a carcajadas, siempre feliz en compañía de sus amigos, con frecuencia con un puro o una copa en la mano».

Esta descripción del gran autor inglés que ofrece a Alfa y Omega el experto Dermot Quinn fue el punto de partida que inspiró a los organizadores del V Congreso sobre Chesterton organizado en Italia: el G. K. Chesterton Institute for Faith and Culture, de la Universidad estadounidense Seaton Hall –al que pertenece Quinn–; La Civiltà Cattolica, y la asociación cultural BombaCarta. El encuentro, celebrado en Roma, ha tenido como lema "Un obispo vestido de payaso: Lo que significa la apologética en el tercer milenio".

Esta curiosa definición de Chesterton se debe a Emilio Cecchi, primer traductor al italiano del escritor inglés. Los organizadores también creen que se puede aplicar perfectamente al Papa Francisco, y su constante llamada a difundir la alegría del Evangelio.

El objetivo del encuentro era «reflexionar sobre la apologética y la relación (extraña pero real) entre la apologética y el humor, la razón y la risa, la fe y el buen humor».

Todo ello, partiendo de los fundamentos de la filosofía de Chesterton, una «filosofía verdaderamente católica, alejada miles de kilómetros de la de algunos imitadores contemporáneos».

El padre Ian Boyd, Director del G.K. Chesterton Institute, también describe al escritor como alguien con un sentido del humor «siempre ligero y burlándose de sí mismo. Se ríe de sí mismo al mismo tiempo que anima a sus lectores a unirse a la risa».

Pero no se trata sólo de un rasgo del carácter. De hecho, en su juventud tenía una actitud mucho más oscura y llegó a plantearse el suicidio. Es algo más profundo: «Chesterton creía en que la gente era esencialmente decente y también creía que se debía mirar la vida como algo alegre. Para él era una historia contada por Dios y una historia que a pesar de sus sufrimientos accidentales tiene un final feliz».

El secreto del cristiano
Quinn va más allá al explicarlo, y afirma que Chesterton, «aunque una vez remarcó que no había nada tan risible como una teoría de la risa, tenía una teoría», e incluso una teología de la risa.



«La alegría , como dice al final de Ortodoxia, es el gigantesco secreto del cristiano; y es difícil concebir la alegría sin risa. De hecho, el último párrafo de ese maravilloso libro habla de forma bastante mística de esos aspectos de Dios todavía ocultos para nosotros; y una de esas cosas, pensaba Chesterton, era Su júbilo. A través de sus escritos (como por ejemplo cuando habla de san Francisco), Chesterton habla de que la risa es tan divina como las lágrimas. Así que, de una forma muy real, ve la risa como un anticipo terreno del banquete celestial que todos esperamos compartir».

¿Cómo se relaciona todo esto con el objetivo del congreso? Es decir, ¿cómo ayuda el sentido del humor de Chesterton a la apologética y la evangelización del siglo XXI? El padre Boyd afirma que de Chesterton podemos aprender que «la nueva apologética debe apelar a la imaginación además de al intelecto humano. Chesterton dijo una vez que uno nunca debe creer en nada que no pueda contarse con imágenes de colores».

«En el corazón de la nueva evangelización, tal como yo la entiendo –añade Quinn–, hay una llamada a una renovación cultural. La predicación del Evangelio en nuestro tiempo debe ser encarnada en el sentido más profundo, desplegando todo lo que es auténticamente humano para mostrarnos tanto la humanidad como la divinidad de Cristo. Chesterton creía profundamente y demostró brillantemente que el ingenio y el humor están entre las más versátiles de esas armas evangélicas».

Lo opuesto de "divertido" no es "serio"
Esto se traduce en un «consejo muy realista para la nueva evangelización»: al escritor «le gustaba decir que lo opuesto de divertido no es serio. Lo opuesto de divertido es aburrido. Lo que quería decir es que no importa si dices la verdad en francés o en alemán o, en este caso, usando un chiste o no usándolo. Si una broma puede verbalizar el fondo de lo que quieres decir, úsala. De hecho, en un sentido incluso más profundo, la risa es el camino para ganar almas. ¿Realmente vamos a atraer a la gente con pesadumbre y mal humor? Chesterton era un católico de pasteles y cerveza, que creía (como dijo una vez) que lo que tenemos que hacer es enseñar a la gente cómo disfrutar del disfrute. Si la risa no es parte de este lote, no creo que nuestra nueva evangelización llegue muy lejos».

A la vista de todo esto, quizá la risa sea parte del hilo del que habla el padre Brown, protagonista de las historias de detectives de Chesterton, en una de las citas favoritas del padre Boyd. Al preguntarle cómo había descubierto a un delincuente –al que no entregó a la policía–, el sacerdote responde que «lo atrapé con un anzuelo invisible, con un sedal también invisible, lo bastante largo para dejarlo vagar hasta el fin del mundo, y aun así, para traerlo de vuelta de un tirón del hilo. Porque Él nos hizo pescadores de hombres».

El hombre eterno, Los límites de la cordura, Por qué soy católico... clásicos de Chesterton

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