Ignorancia religiosa, manifestaciones e incultura
la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras
por Pedro Trevijano
Estos días en muchas ciudades españolas está habiendo multitud de manifestaciones contra la nueva Ley de Educación. Ante este hecho, uno no puede por menos de preguntarse: ¿tienen razón los manifestantes?
El primer interrogante que a uno se le ocurre es si la Ley anterior es suficientemente buena como para no merecer su derogación. Aquí la respuesta es categórica: aunque la LOGSE era muy mala por razones claras: multiplicidad de asignaturas en detrimento de las troncales, lo que era especialmente grave en las asignaturas de Humanidades; pero también los profesores de matemáticas veían reducidas sus horas de clase y ello pasa factura en los contenidos. Por otra parte, en algunos niveles había que pasar de curso, aunque se suspendiesen todas, lo cual evidentemente no redundaba ni en el rendimiento escolar ni en la disciplina de clase. Además como era muy difícil echar a un alumno de un centro, eran las víctimas de los tocamientos las que se veían obligadas a buscar otro centro.
Aunque parezca increíble, y como todo es susceptible de empeoramiento, la LOE, la actual Ley en vigor, es todavía peor. Facilita aún más el que los alumnos puedan hacer huelga (recordemos que la inmensa mayoría son menores y que la huelga equivale para casi todos a vacación), pero sobre todo ha establecido una nueva asignatura, la Educación para la Ciudadanía, que es la aberración elevada a la categoría de asignatura. En esta asignatura el Estado se arroga un papel de educador moral que no es propio de un Estado democrático de Derecho, invadiendo el campo de formación de la conciencia para ordenar además atrocidades como que la educación afectivo sexual hay que darla de acuerdo con la perspectiva o ideología de género, que significa, entre otras cosas, que a los niños, adolescentes y jóvenes se les alienta a practicar la promiscuidad sexual e incluso la pederastia, a la que evidentemente no la llaman así, sino libertad sexual de los niños, adolescentes y jóvenes.
Por ello los manifestantes contra la nueva Ley y a favor del mantenimiento de la anterior, están defendiendo, seguramente sin saberlo, pero es así, la pederastia.
Pero lo que me parece más ha molestado a los manifestantes es que continúe la clase de Religión y que, aunque no sea obligatoria pues se puede optar por otra optativa, su nota sea computable. Desgraciadamente en la izquierda española hay en estos momentos un profundo odio hacia la Religión, como lo expresan las declaraciones de casi todos los líderes izquierdistas, salvo alguna honrosísima excepción, como Emiliano García-Page, quien recuerda que el adversario del PSOE no es la Iglesia, sino el PP.
Y con ello llegamos al tema central del artículo: la relación entre ignorancia religiosa e incultura. Desde luego el fanatismo, ése que impulsó a algunos políticos a intentar destruir el Valle de los Caídos, no significa ni inteligencia ni apertura de mente. Pero vayamos a la Religión:
La Religión tiene dos aspectos: el vivencial existencial, propio de la catequesis, es decir mi respuesta vital a los interrogantes más fundamentales del ser humano, respuesta que debe ser libre y por tanto no puede ser objeto de coacción y por ello la clase de Religión no debe jamás imponer un modo de vida a sus alumnos.
Pero el fenómeno religioso tiene también un aspecto de conocimiento y de cultura, que hace que pueda hablarse de asignatura de Religión y que ésta tenga cabida en los planes de estudio de casi todos los países más avanzados. El conocer la Religión es el único modo de optar libre y razonablemente a favor o en contra de ella, opción que es una de las más serias de nuestra vida, y que por tanto hay que hacer con conocimiento de causa.
Siempre me ha sorprendido la audacia con que se habla de Religión. Mientras para hablar de Matemáticas, Farmacia, Ingeniería, Historia, o Filosofía, la gente comprende que necesita unos conocimientos básicos, tal vez la Religión sea el único lugar donde se puede discutir desde una total ignorancia.
Recuerdo en este punto lo que un padre no creyente decía a su hijo, que le pedía no ir a clase de Religión:
“¿Cómo seria completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?
»Estudias mitología para comprender historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? En el arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen? En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón, Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente en cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puedes ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal? -éste es el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau-. Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampere era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón; Flammarion se entrega a fantasías teológicas.
»¿Querrás tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras. Ya que hablo de educación: ¿para ser un joven bien educado es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia? Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía, en el simple savoir vivre, hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas. Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable sin nociones religiosas.
»Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión".
Fue un gran socialista francés, Jean Jaurés, a quien está dedicada una de las principales calles de Burdeos, asesinado por sus ideas pacifistas en vísperas de la Primera Guerra Mundial, el autor de estas líneas. Pero me temo que la mayoría de nuestros manifestantes no tienen capacidad de entender este razonamiento.
Pedro Trevijano
El primer interrogante que a uno se le ocurre es si la Ley anterior es suficientemente buena como para no merecer su derogación. Aquí la respuesta es categórica: aunque la LOGSE era muy mala por razones claras: multiplicidad de asignaturas en detrimento de las troncales, lo que era especialmente grave en las asignaturas de Humanidades; pero también los profesores de matemáticas veían reducidas sus horas de clase y ello pasa factura en los contenidos. Por otra parte, en algunos niveles había que pasar de curso, aunque se suspendiesen todas, lo cual evidentemente no redundaba ni en el rendimiento escolar ni en la disciplina de clase. Además como era muy difícil echar a un alumno de un centro, eran las víctimas de los tocamientos las que se veían obligadas a buscar otro centro.
Aunque parezca increíble, y como todo es susceptible de empeoramiento, la LOE, la actual Ley en vigor, es todavía peor. Facilita aún más el que los alumnos puedan hacer huelga (recordemos que la inmensa mayoría son menores y que la huelga equivale para casi todos a vacación), pero sobre todo ha establecido una nueva asignatura, la Educación para la Ciudadanía, que es la aberración elevada a la categoría de asignatura. En esta asignatura el Estado se arroga un papel de educador moral que no es propio de un Estado democrático de Derecho, invadiendo el campo de formación de la conciencia para ordenar además atrocidades como que la educación afectivo sexual hay que darla de acuerdo con la perspectiva o ideología de género, que significa, entre otras cosas, que a los niños, adolescentes y jóvenes se les alienta a practicar la promiscuidad sexual e incluso la pederastia, a la que evidentemente no la llaman así, sino libertad sexual de los niños, adolescentes y jóvenes.
Por ello los manifestantes contra la nueva Ley y a favor del mantenimiento de la anterior, están defendiendo, seguramente sin saberlo, pero es así, la pederastia.
Pero lo que me parece más ha molestado a los manifestantes es que continúe la clase de Religión y que, aunque no sea obligatoria pues se puede optar por otra optativa, su nota sea computable. Desgraciadamente en la izquierda española hay en estos momentos un profundo odio hacia la Religión, como lo expresan las declaraciones de casi todos los líderes izquierdistas, salvo alguna honrosísima excepción, como Emiliano García-Page, quien recuerda que el adversario del PSOE no es la Iglesia, sino el PP.
Y con ello llegamos al tema central del artículo: la relación entre ignorancia religiosa e incultura. Desde luego el fanatismo, ése que impulsó a algunos políticos a intentar destruir el Valle de los Caídos, no significa ni inteligencia ni apertura de mente. Pero vayamos a la Religión:
La Religión tiene dos aspectos: el vivencial existencial, propio de la catequesis, es decir mi respuesta vital a los interrogantes más fundamentales del ser humano, respuesta que debe ser libre y por tanto no puede ser objeto de coacción y por ello la clase de Religión no debe jamás imponer un modo de vida a sus alumnos.
Pero el fenómeno religioso tiene también un aspecto de conocimiento y de cultura, que hace que pueda hablarse de asignatura de Religión y que ésta tenga cabida en los planes de estudio de casi todos los países más avanzados. El conocer la Religión es el único modo de optar libre y razonablemente a favor o en contra de ella, opción que es una de las más serias de nuestra vida, y que por tanto hay que hacer con conocimiento de causa.
Siempre me ha sorprendido la audacia con que se habla de Religión. Mientras para hablar de Matemáticas, Farmacia, Ingeniería, Historia, o Filosofía, la gente comprende que necesita unos conocimientos básicos, tal vez la Religión sea el único lugar donde se puede discutir desde una total ignorancia.
Recuerdo en este punto lo que un padre no creyente decía a su hijo, que le pedía no ir a clase de Religión:
“¿Cómo seria completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?
»Estudias mitología para comprender historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? En el arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen? En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón, Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente en cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puedes ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal? -éste es el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau-. Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampere era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón; Flammarion se entrega a fantasías teológicas.
»¿Querrás tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras. Ya que hablo de educación: ¿para ser un joven bien educado es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia? Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía, en el simple savoir vivre, hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas. Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable sin nociones religiosas.
»Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión".
Fue un gran socialista francés, Jean Jaurés, a quien está dedicada una de las principales calles de Burdeos, asesinado por sus ideas pacifistas en vísperas de la Primera Guerra Mundial, el autor de estas líneas. Pero me temo que la mayoría de nuestros manifestantes no tienen capacidad de entender este razonamiento.
Pedro Trevijano
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