Esperanza Puente abortó y ahora ayuda a mujeres que sufren el postaborto
«El gran tabú del siglo XXI son las consecuencias del aborto, una gran violencia contra la mujer»
Esperanza Puente sabe como nadie lo que se siente al abortar y las terribles consecuencias del postaborto, secuelas físicas y psicológicas que en muchas mujeres permanecen para el resto de su vida.
Como incansable activista provida que es en la actualidad, esta mujer fundó la Asociación Voz Post Aborto, para ayudar a mujeres que pasaron por lo mismo que ella. “Seguimos condenadas al postaborto en silencio y soledad y esta es una de las violencias más duras que tiene que vivir la mujer en pleno siglo XXI”, afirma Esperanza Puente en una entrevista en Mater Mundi TV.
Esperanza cuenta que su historia es como la de muchas mujeres pues “uno no se plantea en la vida lo que te va a pasar ni las consecuencias”.
La supuesta libertad
Fue madre soltera con 18 años y llegó a Madrid con su hijo a los 23 donde se “me ofrecía libertad y no dar explicaciones”. Y de nuevo se quedó embarazada pero su novio en esta ocasión no quiso saber nada y la abandonó.
“Me vi sola, abandonada y con mucho miedo”, confiesa esta mujer, que cuenta cómo “me ofrecieron el aborto como algo fácil, indoloro y en 24 horas. Me vi en la misma situación que están las mujeres de hoy, sin información, donde sólo se da una opción, no eliges nada y vas como cordero al matadero. Nadie me dijo que había instituciones en Madrid que podrían haberme ayudado”.
Recordando su experiencia y ahora la de otras muchas chicas a las que ha ayudado, Esperanza Puente asegura en la entrevista que “cuando uno está agobiado y tiene miedo, quiere que el miedo se vaya cuanto antes y si te dan una solución rápida te acoges como un clavo ardiendo y así fue como acabé abortando”.
Consecuencias físicas y espirituales
¿Qué ocurrió después? “El aborto no tiene nada de positivo y como es contrario a la naturaleza tiene consecuencias físicas y también espirituales, aunque no tengas fe”, explica.
Son tres las heridas que deja a la mujer. Una herida humana, una espiritual y el duelo. Precisamente esta última es de la que menos hablan a la mujer y “es para nosotras el más complicado porque nuestros hijos es como si no existieran para el mundo”.
“Conocí el infierno”, añade Esperanza. Y es que aunque cada mujer sobrelleve el dolor de una manera, “una decisión de este calibre nos afecta a todas”.
"El grajn tabú del siglo XXI"
A su juicio, “el gran tabú del siglo XXI son las consecuencias del aborto” pues además se vende como un “derecho, algo que está bien”. Y es también una de las mayores violencias contra la mujer, pues es estructural, y al estar regulado la presión a la embarazada le llega por todos los ámbitos.
Por ello, la consecuencia de esto es que cada vez hay más mujeres enfermas, física y psicológicamente. Al empezar antes las relaciones sexuales los abortos también empiezan a producirse antes. Esperanza cuenta ejemplos de chicas que se ha encontrado que con 20 años han abortado hasta siete veces.
En estos momentos –agrega- “la mujer sigue estando más abandonada todavía. Los profesionales han ideologizado su profesión (psicología y psiquiatría). Cuando las mujeres cuentan que lloran o que tienen miedo, en muchos casos les dicen que eso no es nada”.
"Dios se las ingenió para que volviera a casa"
El encuentro con Dios fue la verdadera salvación para Esperanza. Desde su experiencia, asegura que en las mujeres que no tienen fe y no les han hablado de Dios es todo más difícil porque no conocen el perdón. “A lo largo del tiempo de mi vida desordenada a mi Dios me protegió siempre porque no perdí la conciencia de pecado”.
Esta mujer tuvo que llegar a pedir ayuda psiquiátrica pues entre otras consecuencias del aborto se puede maltratar a los hijos, sufrir ansiedad, pesadillas. Ella acabó pegando a su hijo. Acudió a un profesional católico, que le ayudó sobremanera. “A partir de ahí Dios se las ingenió para que volviera a casa. Y volví a la Iglesia, y actualmente pertenezco al Camino Neocatecumenal".
Y tras ser perdonada y perdonarse a sí misma, Esperanza Puente quedó muy marcada en un encuentro en la ONU en 2005 y desde ese momento decidió que contaría su experiencia y hablaría de la cara oculta del aborto allá donde se lo pidiesen. Y así lo ha hecho hasta hoy.
Como incansable activista provida que es en la actualidad, esta mujer fundó la Asociación Voz Post Aborto, para ayudar a mujeres que pasaron por lo mismo que ella. “Seguimos condenadas al postaborto en silencio y soledad y esta es una de las violencias más duras que tiene que vivir la mujer en pleno siglo XXI”, afirma Esperanza Puente en una entrevista en Mater Mundi TV.
Esperanza cuenta que su historia es como la de muchas mujeres pues “uno no se plantea en la vida lo que te va a pasar ni las consecuencias”.
La supuesta libertad
Fue madre soltera con 18 años y llegó a Madrid con su hijo a los 23 donde se “me ofrecía libertad y no dar explicaciones”. Y de nuevo se quedó embarazada pero su novio en esta ocasión no quiso saber nada y la abandonó.
“Me vi sola, abandonada y con mucho miedo”, confiesa esta mujer, que cuenta cómo “me ofrecieron el aborto como algo fácil, indoloro y en 24 horas. Me vi en la misma situación que están las mujeres de hoy, sin información, donde sólo se da una opción, no eliges nada y vas como cordero al matadero. Nadie me dijo que había instituciones en Madrid que podrían haberme ayudado”.
Recordando su experiencia y ahora la de otras muchas chicas a las que ha ayudado, Esperanza Puente asegura en la entrevista que “cuando uno está agobiado y tiene miedo, quiere que el miedo se vaya cuanto antes y si te dan una solución rápida te acoges como un clavo ardiendo y así fue como acabé abortando”.
Consecuencias físicas y espirituales
¿Qué ocurrió después? “El aborto no tiene nada de positivo y como es contrario a la naturaleza tiene consecuencias físicas y también espirituales, aunque no tengas fe”, explica.
Son tres las heridas que deja a la mujer. Una herida humana, una espiritual y el duelo. Precisamente esta última es de la que menos hablan a la mujer y “es para nosotras el más complicado porque nuestros hijos es como si no existieran para el mundo”.
“Conocí el infierno”, añade Esperanza. Y es que aunque cada mujer sobrelleve el dolor de una manera, “una decisión de este calibre nos afecta a todas”.
"El grajn tabú del siglo XXI"
A su juicio, “el gran tabú del siglo XXI son las consecuencias del aborto” pues además se vende como un “derecho, algo que está bien”. Y es también una de las mayores violencias contra la mujer, pues es estructural, y al estar regulado la presión a la embarazada le llega por todos los ámbitos.
Por ello, la consecuencia de esto es que cada vez hay más mujeres enfermas, física y psicológicamente. Al empezar antes las relaciones sexuales los abortos también empiezan a producirse antes. Esperanza cuenta ejemplos de chicas que se ha encontrado que con 20 años han abortado hasta siete veces.
En estos momentos –agrega- “la mujer sigue estando más abandonada todavía. Los profesionales han ideologizado su profesión (psicología y psiquiatría). Cuando las mujeres cuentan que lloran o que tienen miedo, en muchos casos les dicen que eso no es nada”.
"Dios se las ingenió para que volviera a casa"
El encuentro con Dios fue la verdadera salvación para Esperanza. Desde su experiencia, asegura que en las mujeres que no tienen fe y no les han hablado de Dios es todo más difícil porque no conocen el perdón. “A lo largo del tiempo de mi vida desordenada a mi Dios me protegió siempre porque no perdí la conciencia de pecado”.
Esta mujer tuvo que llegar a pedir ayuda psiquiátrica pues entre otras consecuencias del aborto se puede maltratar a los hijos, sufrir ansiedad, pesadillas. Ella acabó pegando a su hijo. Acudió a un profesional católico, que le ayudó sobremanera. “A partir de ahí Dios se las ingenió para que volviera a casa. Y volví a la Iglesia, y actualmente pertenezco al Camino Neocatecumenal".
Y tras ser perdonada y perdonarse a sí misma, Esperanza Puente quedó muy marcada en un encuentro en la ONU en 2005 y desde ese momento decidió que contaría su experiencia y hablaría de la cara oculta del aborto allá donde se lo pidiesen. Y así lo ha hecho hasta hoy.
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