Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Gays franceses contra el matrimonio homosexual

por En cuerpo y alma

 
Manifestación en Francia contra el matrimonio entre personas del mismo sexo.
17 de noviembre 2012.
           Una de las cosas que estamos conociendo estos días, desde que se ha abierto camino la posibilidad de que el matrimonio entre dos personas del mismo sexo se legalice también en Francia, con la respuesta social y popular que se está produciendo en el país vecino, es el miedo pánico que muchos gays sienten a manifestarse, a expresarse, contra el llamado “lobby gay”, convertido en una máquina poderosísima que se emplea de manera cada vez más despótica, y que pretende monopolizar la voz y la representación de los homosexuales de la misma manera que el comunismo pretendió monopolizar la de los obreros, el nacionalismo catalán o vasco la de catalanes y vascos, o el islamismo (no confundir “islamismo” con “islam”) la de los musulmanes, convirtiendo a aquéllos a los que pretende representar que no se pliegan a dicha representación, en sus primeras y más castigadas víctimas, exactamente igual que la primera víctima del comunismo no es otra que el obrero, la del nacionalismo catalán no es otra que el ciudadano catalán, o la del islamismo no es otra que el propio musulmán.
  
Xabier Bongibault
           Uno de esos gays dispuestos a “salir del cajón” -si “salir del armario” significa declarar a los cuatro vientos el sentimiento homosexual, propongo que “salir del cajón” signifique declarar ese mismo gay su rebeldía contra la tiranía del lobby del mismo nombre-, es Xabier Bongibault, fundador y presidente de la asociación francesa Plus gay sans mariage, (“Más gay sin matrimonio”), quien en entrevista realizada el 7 de octubre del pasado año (léala aquí en francés si lo desea), decía cosas tan sensatas como éstas.
 
            P. ¿Vd. ha creado la asociación “Plus gay sans marriage” el pasado mes de julio. ¿Con qué finalidad?
 
            R. Nosotros deseamos hacer oír la voz de las personas homosexuales que están contra la apertura del matrimonio a las personas del mismo sexo. El proyecto del Gobierno está lejos de suscitar la unanimidad en el seno de la comunidad gay. Contrariamente a lo que afirman los medios, tal reivindicación no es mayoritaria entre los homosexuales. La mayoría se ríen de ella, pero la influencia de las asociaciones LGBT [lesbianas, gay, bi et transexuales] es tal que no osan reconocerlo.
 
            P. ¿Y por qué está Vd. en contra?
 
            R. Mis argumentos son los de todas las personas que contestan a este proyecto que un niño tiene necesidad de un padre y de una madre. Respetemos este equilibrio familiar, que es tan necesario para el equilibrio de la sociedad: no podemos cambiarlo todo sin un mínimo de reflexión. Antes de resolver, que por lo menos haya un debate sobre las cuestiones que comprometen el provenir de la sociedad, no solamente el de las parejas homosexuales.
 
            P. ¿Qué es lo que según Vd. incita a las asociaciones LGBT a defender esta causa?
 
            R. Yo creo que estaban faltos de reivindicaciones y que hacía falta encontrar alguna(1). Sus reivindicaciones eran necesarias en los años 70 y 80, su combate contra las discriminaciones era justo. Pero es una época que yo no he conocido. Tengo veintiún años y no soy víctima de discriminación alguna hoy. Yo pienso que estas asociaciones se sostienen sobre una política de reivindicación permanente.
 
            P. Vd. se ha involucrado de lleno en contra de este proyecto. ¿Cuáles son las reacciones en el seno de la comunidad homosexual?
 
            R. Desde el momento en el que se está contra el matrimonio, contra la adopción, los militantes LGBT te tachan de reaccionario, es decir, fascista, y en consecuencia, necesariamente, homófobo, lo que en mi caso no deja de ser paradójico. En cambio, los que me conocen me dicen, “está muy bien lo que haces”, pero no se les ocurre abrir la boca. Muchos temen quedarse sin amigos, tienen terror de hablar.
 
            P. ¿Qué es lo que le movió a dar el paso?
 
            R. En primer lugar, no soportaba que no fuera posible expresarse sobre el tema. Además, tenía la impresión de que el gobierno usaba el proyecto a modo de paraguas para desviar la atención. Lo ocurrido estos últimos días lo prueba: Christiane Taubira saca el tema justo después de la intervención televisada de François Hollande anunciando la subida de varios millones de euros en impuestos suplementarios. Lo encuentro chocante.
 
            P. ¿Cómo suscitar el debate al que Vd. llama a la sociedad?
 
            R. Movilizando a la opinión pública por todos los medios: la prensa evidentemente, pero también, por qué no, el mundo de los artistas. Es importante que suban a la escena las personas que están contra el proyecto y que no se atreven a decirlo todavía. Actualmente, sólo los partidarios del mismo tienen acceso a los medios audiovisuales. Que haya pros, que haya contras, pero que haya, sobre todo, debate.
 
            P. Ciertos cargos locales reclaman la regulación de la cláusula de conciencia que les dispense de celebrar los matrimonios a los que se oponen. ¿Qué piensa Vd. sobre el tema?
 
            R. En la práctica, cláusulas de este tipo son difíciles de llevar a la práctica, pero la demanda de los cargos locales me parece legítima en el marco del debate.
 
            P. Vd. es joven. ¿Ha considerado Vd. que se va a meter de lleno en el corazón de una polémica a veces violenta?
 
            R. No tengo el menor miedo. Tengo convicciones compartidas por muchos homosexuales. En una democracia es bueno que las mismas sean expuestas con claridad y discutidas, cualquiera que sea el precio a pagar.
 
 
                (1) A lo que con permiso de Xabier Bongibault, añado yo la necesidad no sólo del lobby gay, sino la de la totalidad de la izquierda europea, o por lo menos de la de los países latinos de Europa, que ante su palmario fracaso en la creación de la próspera sociedad de clases medias europea que se han encontrado hecha gracias al trabajo de otros (algo que es muy evidente en el caso español donde esa clase media la tuvo que crear una dictadura), mendiga una ideología por la que está dispuesta a pagar cualquier precio.
 
 
            ©L.A.
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