«El sexo y la virginidad son regalos que tú das, no es algo que se pierde»
«Estoy felizmente casada con Dios»: valiente testimonio de una virgen consagrada en «Cosmopolitan»
Que una joven defienda su virginidad y además se consagre a Dios es algo que no está muy de moda en esta sociedad actual, que además veja a las valientes chicas que deciden tomar esta decisión contracorriente. Por eso, sorprende que una revista como Cosmopolitan, que suele ofrecer una versión frívola de la sexualidad muy diferente a la que defiende la Iglesia ofrezca el testimonio en primera persona de una joven consagrada a Dios, del que se hace eco Aciprensa:
Esta semana la revista Cosmopolitan, dirigida al público femenino y que con frecuencia promueve una imagen frívola de la sexualidad, compartió el testimonio de Carmen Briceno en un artículo titulado “Estoy felizmente casada con Dios: Como una virgen consagrada”.
Una virgen consagrada es una mujer que opta por consagrar su virginidad a Dios y hace un voto de castidad. No es una religiosa, no vive en un convento ni lleva un hábito. Permanece célibe y lleva una vida normal como cualquier persona: trabaja, frecuenta a su familia y amigos, viaja y emprende diversos trabajos apostólicos.
La publicación es el testimonio contado en primera persona por Carmen. Ella inicia su relato narrando que es hija de un diplomático, nació en Venezuela pero ha vivido en Estados Unidos casi toda su vida. Indicó que su país tiene una fuerte tradición católica pero que su familia no era muy religiosa y sólo asistía a Misa los domingos.
Cuando se mudó a Virginia conoció a una muchacha cristiana y “ella fue el instrumento de cómo quería que fuera mi relación con Dios” porque “vi a Jesús vivo en ella. Pensé. Eso es lo que quiero”.
Carmen comenzó a acercarse más a la religión católica y en el año 2005 fue a la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia (Alemania) con un grupo de 20 jóvenes y un sacerdote. “Fue una semana poderosa de oración, servicio y de encuentro con el Papa. Nunca había visto nada parecido. La gente ardía por Dios y no tenían miedo de expresarlo”.
Fue en esa JMJ donde sintió el primer llamado a su vocación. “Dios simplemente me dijo: Has dado tiempo a otros novios, pero ¿alguna vez has pensado en mí? ¿Qué tal si me das una oportunidad? Yo tenía que escuchar. Tenía que darle una oportunidad”.
De regreso en Estados Unidos y con la ayuda de un sacerdote, comenzó a profundizar más en lo que Dios quería de ella y comenzó a estudiar la Biblia y a buscar respuesta a todas las preguntas que comenzaron a surgirle. Leyó la Teología del Cuerpo para Principiantes, un libro escrito sobre Christopher West basado en la Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II, que trata sobre el regalo y el propósito de la sexualidad humana.
“El sexo y la virginidad son regalos que tú das, no es algo que se pierde. No se trata de una jerga religiosa; se trata de la belleza de ser humano. Relacioné de una mejor forma la idea de que expresar el amor no sólo se trata del sexo. Se trata de querer lo mejor por la otra persona”, señaló Carmen.
Esta joven considera la virginidad es un gran regalo e indicó que antes de discernir su vocación “quería esperar hasta el matrimonio porque entendía el propósito del sexo”.
Al principio su decisión de ser una virgen consagrada generó una tensión en su relación con la familia pero después “ellos vieron los cambios que ocurrían en mí (...) me vieron tan profundamente enamorada de mi fe y así ellos comenzaron un proceso de conversión”.
“Me atraía ser una virgen consagrada por sus hermosas y antiguas raíces, en los primeros tiempos de la Iglesia las mujeres hacían votos privados para pertenecer completamente a Cristo y no casarse”.
“Esas eran las vírgenes mártires como Ágata y Lucía que fueron ejecutadas por no querer casarse con ciudadanos romanos porque ya había hecho votos a Dios. Vivían con sus familias y se dedicaban a realizar obras de misericordia en su comunidad. Amaban tanto al Señor que querían darse totalmente a Él”.
Luego de un profundo discernimiento vocacional, en el año 2009 Carmen tomó la decisión y presentó la petición para ser una virgen consagrada a su diócesis. Esta fue aprobada y el 22 de agosto de ese año vestida de novia y con un anillo de bodas se casó con Jesucristo. “Fue un hermoso día”, recordó.
Siendo una virgen consagrada lleva una vida normal. Trabajó en una parroquia, llevó a grupos de adolescentes a misiones internacionales y viajó por el mundo dando charlas a jóvenes.
Actualmente vive de las ofrendas voluntarias que le dan después de sus charlas y tiene una tienda online, llamada Sacred Print, donde vende agendas decoradas con personajes católicos que ella misma diseña.
Esta semana la revista Cosmopolitan, dirigida al público femenino y que con frecuencia promueve una imagen frívola de la sexualidad, compartió el testimonio de Carmen Briceno en un artículo titulado “Estoy felizmente casada con Dios: Como una virgen consagrada”.
Una virgen consagrada es una mujer que opta por consagrar su virginidad a Dios y hace un voto de castidad. No es una religiosa, no vive en un convento ni lleva un hábito. Permanece célibe y lleva una vida normal como cualquier persona: trabaja, frecuenta a su familia y amigos, viaja y emprende diversos trabajos apostólicos.
La publicación es el testimonio contado en primera persona por Carmen. Ella inicia su relato narrando que es hija de un diplomático, nació en Venezuela pero ha vivido en Estados Unidos casi toda su vida. Indicó que su país tiene una fuerte tradición católica pero que su familia no era muy religiosa y sólo asistía a Misa los domingos.
Cuando se mudó a Virginia conoció a una muchacha cristiana y “ella fue el instrumento de cómo quería que fuera mi relación con Dios” porque “vi a Jesús vivo en ella. Pensé. Eso es lo que quiero”.
Carmen comenzó a acercarse más a la religión católica y en el año 2005 fue a la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia (Alemania) con un grupo de 20 jóvenes y un sacerdote. “Fue una semana poderosa de oración, servicio y de encuentro con el Papa. Nunca había visto nada parecido. La gente ardía por Dios y no tenían miedo de expresarlo”.
Fue en esa JMJ donde sintió el primer llamado a su vocación. “Dios simplemente me dijo: Has dado tiempo a otros novios, pero ¿alguna vez has pensado en mí? ¿Qué tal si me das una oportunidad? Yo tenía que escuchar. Tenía que darle una oportunidad”.
De regreso en Estados Unidos y con la ayuda de un sacerdote, comenzó a profundizar más en lo que Dios quería de ella y comenzó a estudiar la Biblia y a buscar respuesta a todas las preguntas que comenzaron a surgirle. Leyó la Teología del Cuerpo para Principiantes, un libro escrito sobre Christopher West basado en la Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II, que trata sobre el regalo y el propósito de la sexualidad humana.
“El sexo y la virginidad son regalos que tú das, no es algo que se pierde. No se trata de una jerga religiosa; se trata de la belleza de ser humano. Relacioné de una mejor forma la idea de que expresar el amor no sólo se trata del sexo. Se trata de querer lo mejor por la otra persona”, señaló Carmen.
Esta joven considera la virginidad es un gran regalo e indicó que antes de discernir su vocación “quería esperar hasta el matrimonio porque entendía el propósito del sexo”.
Al principio su decisión de ser una virgen consagrada generó una tensión en su relación con la familia pero después “ellos vieron los cambios que ocurrían en mí (...) me vieron tan profundamente enamorada de mi fe y así ellos comenzaron un proceso de conversión”.
“Me atraía ser una virgen consagrada por sus hermosas y antiguas raíces, en los primeros tiempos de la Iglesia las mujeres hacían votos privados para pertenecer completamente a Cristo y no casarse”.
“Esas eran las vírgenes mártires como Ágata y Lucía que fueron ejecutadas por no querer casarse con ciudadanos romanos porque ya había hecho votos a Dios. Vivían con sus familias y se dedicaban a realizar obras de misericordia en su comunidad. Amaban tanto al Señor que querían darse totalmente a Él”.
Luego de un profundo discernimiento vocacional, en el año 2009 Carmen tomó la decisión y presentó la petición para ser una virgen consagrada a su diócesis. Esta fue aprobada y el 22 de agosto de ese año vestida de novia y con un anillo de bodas se casó con Jesucristo. “Fue un hermoso día”, recordó.
Siendo una virgen consagrada lleva una vida normal. Trabajó en una parroquia, llevó a grupos de adolescentes a misiones internacionales y viajó por el mundo dando charlas a jóvenes.
Actualmente vive de las ofrendas voluntarias que le dan después de sus charlas y tiene una tienda online, llamada Sacred Print, donde vende agendas decoradas con personajes católicos que ella misma diseña.
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