Es presidenta de las mujeres católicas de su país y su marido es musulmán: ambos están en el Sínodo
Jeannette Touré es presidenta nacional de las mujeres católicas en Costa de Marfil.
Pero es también la esposa – desde hace 52 años – de un musulmán, y a esta mujer de fe cuyos hijos son bautizados y practicantes, ha sido llamada a participar, como experta, en el Sínodo de la Familia. Aquí leemos su testimonio:
«Lamine (Touré) y yo nos conocimos en Francia, cuando éramos estudiantes. Decidimos casarnos y nuestros padres no se opusieron, pues cada uno seguiría su propia religión. Nos casamos en París, en el distrito 5. Hoy tenemos cinco hijos y seis nietecitos.»
Tolerancia, diálogo, oración y perdón
«Dado que llevamos 52 años de matrimonio, somos un punto de referencia para los jóvenes de religiones diferentes que quieren casarse. Ellos dicen: Mamá Touré lo ha conseguido, ¿por qué nosotros no? Para superar las dificultades, es necesaria la tolerancia, el diálogo, mucha oración y mucho perdón. ¡Estos elementos existen en el Corán!»
«Nosotros nunca rezamos juntos, cada uno lo hace por su lado: yo en mi rincón de la oración, él en su alfombra. Por la mañana, mientras yo voy a misa a las 6 y cuarto, él se queda rezando en casa. Para que esto funcione, es necesario confiar la pareja al Señor, a María y a san José, patrono de la Sagrada Familia. Sin el Señor, no se puede hacer nada. Con Él, todo es posible.»
«Nuestras tres hijas han estudiado en escuela de monjas. Después, ellas pidieron el bautismo. Su padre no se opuso. Sus hermanos siguieron su ejemplo. Cuando me preguntan: “¿cómo has hecho para que todos tus hijos sean católicos?”, yo respondo: nunca les he obligado. Ha sido el ejemplo de una mamá muy comprometida en la Iglesia; una mamá que vuelve de misa cantando y que da testimonio de que ella está alegre con su Dios.»
«Cuando mi marido hace su Ramadán, nosotros le ayudamos. Durante las fiestas musulmanas, toda la familia se implica y participa. Por su parte, mi marido lee la Biblia, escucha la radio católica y sigue las audiencias del Papa de los miércoles. Él está contento - ¡y orgulloso! – de que esté yo en el Sínodo. Me llama todos los días. Me decía: El Papa debería invitarme a mi también, ¡esto es discriminación!»
«En los matrimonios entre católico y musulmán, el problema viene sobre todo de las familias políticas musulmanas, especialmente de la suegra, que no quiere que el hijo o la hija se convierta. Yo nunca he tenido problemas con mi suegra. Por el contrario, el hermano mayor de mi marido ha creado dificultades».
«A veces, la familia política obliga a la esposa católica a convertirse. Algunas aceptan, aunque siguen yendo a la iglesia a escondidas. Yo les digo siempre: estad en la verdad y arreglaos con vuestros maridos. Les aconsejo también que recen al Espíritu Santo».
Pero es también la esposa – desde hace 52 años – de un musulmán, y a esta mujer de fe cuyos hijos son bautizados y practicantes, ha sido llamada a participar, como experta, en el Sínodo de la Familia. Aquí leemos su testimonio:
«Lamine (Touré) y yo nos conocimos en Francia, cuando éramos estudiantes. Decidimos casarnos y nuestros padres no se opusieron, pues cada uno seguiría su propia religión. Nos casamos en París, en el distrito 5. Hoy tenemos cinco hijos y seis nietecitos.»
Tolerancia, diálogo, oración y perdón
«Dado que llevamos 52 años de matrimonio, somos un punto de referencia para los jóvenes de religiones diferentes que quieren casarse. Ellos dicen: Mamá Touré lo ha conseguido, ¿por qué nosotros no? Para superar las dificultades, es necesaria la tolerancia, el diálogo, mucha oración y mucho perdón. ¡Estos elementos existen en el Corán!»
«Nosotros nunca rezamos juntos, cada uno lo hace por su lado: yo en mi rincón de la oración, él en su alfombra. Por la mañana, mientras yo voy a misa a las 6 y cuarto, él se queda rezando en casa. Para que esto funcione, es necesario confiar la pareja al Señor, a María y a san José, patrono de la Sagrada Familia. Sin el Señor, no se puede hacer nada. Con Él, todo es posible.»
«Nuestras tres hijas han estudiado en escuela de monjas. Después, ellas pidieron el bautismo. Su padre no se opuso. Sus hermanos siguieron su ejemplo. Cuando me preguntan: “¿cómo has hecho para que todos tus hijos sean católicos?”, yo respondo: nunca les he obligado. Ha sido el ejemplo de una mamá muy comprometida en la Iglesia; una mamá que vuelve de misa cantando y que da testimonio de que ella está alegre con su Dios.»
«Cuando mi marido hace su Ramadán, nosotros le ayudamos. Durante las fiestas musulmanas, toda la familia se implica y participa. Por su parte, mi marido lee la Biblia, escucha la radio católica y sigue las audiencias del Papa de los miércoles. Él está contento - ¡y orgulloso! – de que esté yo en el Sínodo. Me llama todos los días. Me decía: El Papa debería invitarme a mi también, ¡esto es discriminación!»
«En los matrimonios entre católico y musulmán, el problema viene sobre todo de las familias políticas musulmanas, especialmente de la suegra, que no quiere que el hijo o la hija se convierta. Yo nunca he tenido problemas con mi suegra. Por el contrario, el hermano mayor de mi marido ha creado dificultades».
«A veces, la familia política obliga a la esposa católica a convertirse. Algunas aceptan, aunque siguen yendo a la iglesia a escondidas. Yo les digo siempre: estad en la verdad y arreglaos con vuestros maridos. Les aconsejo también que recen al Espíritu Santo».
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