Martes, 26 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El testimonio de Cleuza Ramos, co-fundadora del Partido de los Trabajadores de Brasil

Entró en política por Cristo, con Lula, pero luego abandonó a Cristo por la política... y sufrió

Cleuza Ramos: "Para gobernar bien Cristo tiene que estar en el centro. En la realidad habita Su presencia"
Cleuza Ramos: "Para gobernar bien Cristo tiene que estar en el centro. En la realidad habita Su presencia"

ReL

Cleuza Ramos empezó a militar en el Partido de los Trabajadores en 1980 en Brasil  y compartió los comienzos de su compromiso político con quien sería luego el presidente del país en 2003, Lula da Silva.

En esas fechas eran católicos practicantes. De hecho, se conocieron en misa. Decidieron fundar un partido político en nombre de Cristo. Pero con los años, la militancia política los fue alejando de Dios. Cleuza Ramos cuenta en la revista Huellas, del movimiento Comunión y Liberación, cómo volvió a fe.

Su trayectoria en la política
De joven ella no sabía lo que era la política. “Me casé con 16 años. Mi marido, Marcos Zerbini, me daba el número del candidato y yo iba y le votaba”.

"Mi marido y yo íbamos a la iglesia. Yo nací en la Iglesia. Siempre he sido católica. En un momento dado, empezamos a participar en un grupo de parejas católicas que se dedicaban a la labor con los pobres".

Allí fue donde ella conoció a Lula da Silva, quien después sería el presidente de Brasil durante dos mandatos, a la cabeza del Partido de los Trabajadores.

Por aquel entonces, en 1978, Lula daba charlas sobre los derechos de los pobres, pero siempre con Cristo en primer plano. “Esto me llamó muchísimo la atención”, cuenta Cleuza.


Cleuza Ramos y su esposo Marcos Zerbini

Cleuza decidió seguir los pasos de Lula, que era muy carismático y siempre estaba acompañado de mucha gente, de sacerdotes y obispos.

En 1980 pensaron en formar un partido político. “Aunque me horrorizaba la política me impliqué porque era un partido diferente a los demás: fundado en el nombre de Cristo”, dice.

Por y para los pobres
Aquello comenzó a implicar la vida de Cleuza ante la injusticia social de la calle y su confianza ciega en Lula. “Mi único interés eran los pobres. Nada más me interesaba”, recuerda.

Cuando el partido empezó a crecer, Cleuza y su marido se fueron alejando de la Iglesia. A partir de cierto momento, algunos empezaron a tantear métodos violentos. “Hacíamos cursos de formación para la guerrilla. Todo estaba permitido con tal de sacar a los pobres de la calle”.

Su marido Marcos no estaba de acuerdo con lo que hacía Cleuza. Se separaron. Poco a poco, ella fue percibiendo cosas que ya no le gustaban del partido. Por ejemplo, las casas que se habían construido para los pobres ahora se estaban blindando para evitar que fueran ocupadas por otros pobres.  

“Este no era el partido que habíamos creado”, explica Cleuza. Cuando se lo señalaron a Lula, éste demostró que no le importaba la pérdida del sentido original del partido.

Cleuza y Marcos abandonaron el partido en 1991. “No fue fácil porque nos amenazaban”, explica Cleuza. Pero siguieron militando en la Asociación Trabajadores Sin Tierra (o el Movimiento de los Sin Tierra), fundado en 1986, y que hoy presiden y ayuda a más de 100.000 personas a acceder a estudios, viviendas y sanidad.

La causa de la pérdida
El problema no era sólo la política. Era la militancia, el activismo, sin Cristo. “Ahora comprendo que el problema fue sustituir a Cristo por los pobres. Y, luego, a los pobres por el poder”. 

Pasó el tiempo, 10 años de búsqueda. Le seguía faltando algo. “Ya nada me importaba. Tomé antidepresivos durante cinco años. No había ninguna otra causa, nada me alegraba. Siempre estaba triste por todo lo que me faltaba. Quería viajar y cuando llegaba a algún lugar, quería volver a casa”, cuenta.


Cleuza Ramos y su marido Marcos Zerbini con Benedicto XVI y el sacerdote Julián Carrón

Su experiencia en Comunión en Liberación
En ese momento de gran confusión para Cleuza, encontró al movimiento Comunión y Liberación. “Me llamaban mucho la atención ciertas cosas que oía: respondían a las preguntas que llevaba dentro”. Empezó a asistir a la Escuela de comunidad (los grupos de formación de Comunión y Liberación). “Sentía que allí había algo para mí”.

Un día les visitó Julián Carrón, sacerdote y Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación. Al oírle hablar, Cleuza sintió algo especial y se lo hizo saber. Él la invitó a cenar a pesar. 

Durante la cena, Cleuza le preguntó por qué decidió acceder a hablar con ella y Julián le dijo que esa era la pregunta que Mateo le hizo a Cristo.

Paso a paso, siguiendo a Carrón lo empezó a comprender todo. “Ahí comprendí por qué me casé a los 16 años, por qué me separé, por qué entré en el partido, por qué me apasioné por los pobres. Y por qué me apasionaba tanto Cristo”.

Su camino con Cristo en el centro
“He recorrido un camino mediante el cual he comprendido que sólo Cristo corresponde al deseo que llevo en el corazón".

Esto hizo que Cleuza cambiase su compromiso y su relación con la política. “Ya no amo a los pobres, Yo amo a la persona. Y gracias al movimiento, he aprendido que no soy responsable de resolver el problema de la pobreza. Soy responsable de decir mi sí a Dios cada día”.


Con los miembros de la asociación Trabajadores sin tierra

Todavía sigue creyendo en la política pero considera que para gobernar bien Cristo tiene que estar en el centro. “Uno se pierde cuando Cristo deja de ser el centro, cuando se espera que el cambio de la vida venga de otra cosa. El camino de la fe te hace abrazar toda la realidad que se te da y en esa realidad habita la presencia de Cristo”.

Dice que a día de hoy son sus amigos y la Escuela de comunidad los que le ayudan a ver a Cristo. “Sola no sería capaz". 

"Necesito seguir para vivir la certeza de que Cristo basta y que Él cuida de todo. He tenido un encuentro verdadero que ha dado un nuevo sentido a mi vida. Y he aprendido que o buscamos a Cristo o no buscamos nada”, expllica.

Empezó muy joven a trabajar con los niños de la calle y luego se interesó por la política y la lucha social. En 1986 nació la asociación Trabajadores sin tierra (o movimiento de los Sin Tierra), cuyos presidentes son Cleuza y su marido Marcos. Hoy es una realidad de pueblo para que más de cien mil personas que puedan conseguir una casa, asistencia sanitaria y la posibilidad de estudiar. En 2008 Cleuza Ramos confió todo esto en manos de Alberto Carrón, después de conocer Comunión y Liberación.
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