El reto de hoy es que te cuides de pincharte
por El Reto Del Amor
Año del Señor 2015
Lerma, 24 de Noviembre
Hola, buenos días, hoy Inés nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
LA ESPINA
Unos de los "efectos secundarios" del oficio de sacristana son las espinas que se te clavan en los dedos cuando hay rosas. Ciertamente, hay un remedio que las hermanas me repiten:
-Ponte guantes...
A lo que contesto:
-Gato con guantes no caza ratones...
Y es que no es lo mismo ni en precisión ni en delicadeza. De todas formas, tocar las flores directamente es un regalo. Es como el niño que, para aprender algo nuevo, necesita tocarlo, experimentarlo, zambullirse... ¿cómo vas a explicar lo que es nadar sin meterte en el agua y arriesgar el primer miedo?
Así son las espinas de las rosas. Algunas son tan grandes que las quitas sin problema, pero, ¡ay, esas minúsculas...! Se te meten del todo y, un rato después, te empieza a doler. Miras y no ves nada, pero duele, y eso significa que está dentro.
En ese momento tengo dos opciones: o dejo que se funda en unos días en mi carne, o la arremeto hasta que la pueda sacar. Para lo segundo tengo que coger un alfiler, romper la piel, hurgar hasta encontrarla y apretar hasta hacerla salir. Esto duele, te entretiene, pero te da la satisfacción de haber echado un cuerpo extraño.
Tras haber logrado sacar una espina minúscula que ya estaba rodeada de pus, me sentí realmente contenta y victoriosa. Me vino a la mente que así me ocurre tantas veces cuando no afronto las espinas de la vida y las dejo ahí: se infectan, molestan...
Pensé en los animales que, por fieros que sean, cuando están heridos se dejan curar mansamente. Orando me di cuenta de que Jesús siempre está al lado, esperando para sacar y sanar mis heridas, recuerdos, experiencias, etc... y hacerme viva, alegre, esperanzada. Inmediatamente recordé ese canto: “Cristo tomó mi carga y la arrojó en el mar para nunca más recordar”.
El reto de hoy es que te cuides de pincharte, pero, si te clavas una espina, no tardes en acudir al especialista, a Cristo, que te hará la operación liberadora mejor que nadie.
VIVE DE CRISTO
http://dominicaslerma.es/
©Producciones es El- Vive de Cristo (Dominicas Lerma)
Lerma, 24 de Noviembre
Hola, buenos días, hoy Inés nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
LA ESPINA
Unos de los "efectos secundarios" del oficio de sacristana son las espinas que se te clavan en los dedos cuando hay rosas. Ciertamente, hay un remedio que las hermanas me repiten:
-Ponte guantes...
A lo que contesto:
-Gato con guantes no caza ratones...
Y es que no es lo mismo ni en precisión ni en delicadeza. De todas formas, tocar las flores directamente es un regalo. Es como el niño que, para aprender algo nuevo, necesita tocarlo, experimentarlo, zambullirse... ¿cómo vas a explicar lo que es nadar sin meterte en el agua y arriesgar el primer miedo?
Así son las espinas de las rosas. Algunas son tan grandes que las quitas sin problema, pero, ¡ay, esas minúsculas...! Se te meten del todo y, un rato después, te empieza a doler. Miras y no ves nada, pero duele, y eso significa que está dentro.
En ese momento tengo dos opciones: o dejo que se funda en unos días en mi carne, o la arremeto hasta que la pueda sacar. Para lo segundo tengo que coger un alfiler, romper la piel, hurgar hasta encontrarla y apretar hasta hacerla salir. Esto duele, te entretiene, pero te da la satisfacción de haber echado un cuerpo extraño.
Tras haber logrado sacar una espina minúscula que ya estaba rodeada de pus, me sentí realmente contenta y victoriosa. Me vino a la mente que así me ocurre tantas veces cuando no afronto las espinas de la vida y las dejo ahí: se infectan, molestan...
Pensé en los animales que, por fieros que sean, cuando están heridos se dejan curar mansamente. Orando me di cuenta de que Jesús siempre está al lado, esperando para sacar y sanar mis heridas, recuerdos, experiencias, etc... y hacerme viva, alegre, esperanzada. Inmediatamente recordé ese canto: “Cristo tomó mi carga y la arrojó en el mar para nunca más recordar”.
El reto de hoy es que te cuides de pincharte, pero, si te clavas una espina, no tardes en acudir al especialista, a Cristo, que te hará la operación liberadora mejor que nadie.
VIVE DE CRISTO
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