Una corriente alternativa en expansión
El Reiki o la falsa sanación espiritual que excluye a Dios criticado por los obispos de EE UU
Hay creyentes que no buscan su sanación en Dios ni en la medicina, sino en prácticas dudosas de «Nueva Age».
Arte de sanación, curación espiritual o transmisión de energía, son algunas de las caracterísiticas asociadas al «Reiki», un tipo de «medicina alternativa» de origen japonés que en los últimos tiempos se ha aceptado en algunas instituciones católicas en Estados Unidos.
Esto ha llevado a la Conferencia Episcopal norteamericana a publicar un documento bajo el título «Directrices para la Evaluación del Reiki como Terapia Alternativa», advirtiendo de los peligros de esta práctica.
Según este documento «la Iglesia reconoce dos clases de curación: la curación por la gracia divina y la curación que utiliza los poderes de la naturaleza», opciones que «no se excluyen una a otra». Por el contrario, el Reiki «no encuentra apoyo ni en los descubrimientos de la ciencia natural ni en la fe cristiana».
Reiki es una palabra japonesa que consta de dos ideogramas: Rei, que significa «energía del universo» y Ki, cuyo significado es «energía de vida». Significaría, por lo tanto, «energía universal de vida». Sus seguidores lo presentan como un arte de sanación natural por el que se transmite «energía» o «amor» mediante la imposición de manos. El Reiki no dice nada acerca de Dios ni pide a sus practicantes tener una relación con un Dios personal. En el Reiki no se pide nada a Dios: simplemente se ejerce una «fuerza».
Los obispos recuerdan que para los cristianos «el acceso a la curación divina se hace a través de la oración a Cristo como Señor y Salvador» y no de otra manera. Por lo tanto, ya que no hay justificación ni por la fe ni por la ciencia, «un católico que ponga su confianza en el Reiki está actuando dentro del ámbito de la superstición, esa tierra de nadie que no es ni fe ni ciencia».
El documento invita a sacerdotes y fieles laicos a negar la superstición, porque «corrompe el culto a Dios volviendo hacia una dirección falsa los sentimientos y la práctica religiosa».
El texto concluye afirmando que «no sería apropiado que instituciones católicas, como establecimientos sanitarios católicos y centros de retiros, o personas que representan a la Iglesia, como capellanes católicos, promuevan o proporcionen terapia Reiki».
La amenza invisible de la «New Age»
La práctica del Reiki se enmarca dentro del contexto de las terapias y creencias «Nueva Era» o «New Age».
Mucha gente que encuentra fría o excesivamente intelectual a la ciencia o religión organizada, busca complementos afectivos en estas prácticas, más emocionales e individualistas.
El Reiki incluye además muchos elementos de pensamiento mágico, en el que se busca usar y controlar energías impersonales, algo muy distinto a la religión cristiana, que trata con un Dios personal al que no se puede controlar e insiste en la vocación del hombre a servir a Dios y a su prójimo. La insistencia del cristianismo en el servicio, la responsabilidad y la relación personal real casa mal con una civilización narcisista e individualista, terreno abonado para la «Nueva Era».
Esto ha llevado a la Conferencia Episcopal norteamericana a publicar un documento bajo el título «Directrices para la Evaluación del Reiki como Terapia Alternativa», advirtiendo de los peligros de esta práctica.
Según este documento «la Iglesia reconoce dos clases de curación: la curación por la gracia divina y la curación que utiliza los poderes de la naturaleza», opciones que «no se excluyen una a otra». Por el contrario, el Reiki «no encuentra apoyo ni en los descubrimientos de la ciencia natural ni en la fe cristiana».
Reiki es una palabra japonesa que consta de dos ideogramas: Rei, que significa «energía del universo» y Ki, cuyo significado es «energía de vida». Significaría, por lo tanto, «energía universal de vida». Sus seguidores lo presentan como un arte de sanación natural por el que se transmite «energía» o «amor» mediante la imposición de manos. El Reiki no dice nada acerca de Dios ni pide a sus practicantes tener una relación con un Dios personal. En el Reiki no se pide nada a Dios: simplemente se ejerce una «fuerza».
Los obispos recuerdan que para los cristianos «el acceso a la curación divina se hace a través de la oración a Cristo como Señor y Salvador» y no de otra manera. Por lo tanto, ya que no hay justificación ni por la fe ni por la ciencia, «un católico que ponga su confianza en el Reiki está actuando dentro del ámbito de la superstición, esa tierra de nadie que no es ni fe ni ciencia».
El documento invita a sacerdotes y fieles laicos a negar la superstición, porque «corrompe el culto a Dios volviendo hacia una dirección falsa los sentimientos y la práctica religiosa».
El texto concluye afirmando que «no sería apropiado que instituciones católicas, como establecimientos sanitarios católicos y centros de retiros, o personas que representan a la Iglesia, como capellanes católicos, promuevan o proporcionen terapia Reiki».
La amenza invisible de la «New Age»
La práctica del Reiki se enmarca dentro del contexto de las terapias y creencias «Nueva Era» o «New Age».
Mucha gente que encuentra fría o excesivamente intelectual a la ciencia o religión organizada, busca complementos afectivos en estas prácticas, más emocionales e individualistas.
El Reiki incluye además muchos elementos de pensamiento mágico, en el que se busca usar y controlar energías impersonales, algo muy distinto a la religión cristiana, que trata con un Dios personal al que no se puede controlar e insiste en la vocación del hombre a servir a Dios y a su prójimo. La insistencia del cristianismo en el servicio, la responsabilidad y la relación personal real casa mal con una civilización narcisista e individualista, terreno abonado para la «Nueva Era».
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