Llevaba una semana así y había pocas esperanzas de que saliera
El llanto de una recién nacida despertó a su madre de un coma severo mientras los médicos rezaban
El 5 de septiembre del año pasado, en Carolina del Norte (Estados Unidos), Shelly Cawley, de 23 años, acababa de dar a luz por cesárea a su primer hijo, una niña. En ese momento un trombo que tenía en la pierna se soltó y le produjo una embolia pulmonar que inundó de líquido sus pulmones muy deprisa: "Todos los médicos con los que he hablado me han dicho que si no hubiera estado ya intubada y sedada para la cesárea habría muerto", recuerda su marido, Jeremy Cawley, de 35 años. Los profesionales del Carolinas HealthCare System NorthEast lograron estabilizarla y salvar su vida, pero la joven madre entró en coma.
Así estuvo una semana, y los facultativos consideraban muy difícil que pudiese salir de esa situación. De hecho, en seguida Jeremy movilizó a través de las redes sociales una campaña de oración por su esposa.
Entonces una de las enfermeras, Ashley Manus, recordó que está probado que el contacto entre la piel de la madre y el recién nacido es muy beneficioso para el niño, así que ¿por qué no también para la madre? Decidió proponer que la niña conociese a su madre.
"Torturando" a la criatura...
Se lo comentó a Jeremy, y entonces Ashley, otra enfermera y él cogieron a la pequeña Rylan y la llevaron a ver a su madre. La niña estaba dormida plácidamente: "Pero no necesitábamos que durmiese. Necesitábamos que llorase. Así que nos pusimos a hacerle cosquillas y darle golpecitos con el dedo para despertarla", comenta el padre. Estaban convencidos de que si la madre escuchaba por primera vez llorar a su hija, reaccionaría. Necesitaron diez minutos hasta conseguirlo. "Cuando empezó a llorar... cuando empezó a llorar creo que se metio en el interior de Shelly y la reavivó", confiesa Jeremy. (Ver abajo el vídeo del primer encuentro consciente entre ambas, momentos después del despertar de Shelly.)
Porque fue lo que sucedió. La madre salió del coma lentamente, algo inexplicable para los médicos, que habían asistido a la escena rezando: "Lo que hicimos fue hacer llorar a Rylan todo lo que pudimos, y rezar juntos. Ahí podías ver a médicos y enfermeras tomándose su tiempo para rezar", cuenta Jeremy.
¿Milagro?
¿Milagro? ¿Casualidad? Ashley, de quien partió la idea, cree "al cien por cien" en los milagros, y éste podría haber sido uno. Shelly pasó todavía un mes en el hospital recuperándose, pero ahora todo es ya una pesadilla que, eso sí, está llamada a perdurar en su memoria.
De hecho, al cumplirse un año de los acontecimientos, y al cumplir también un añito la pequeña Rylan, los Cawley han revivido aquellos días en las redes sociales. En su perfil de Facebook, Shelly se sincera con esta meditación: "Al acercarse la noche, reflexiono sobre cómo ha sido este día y lo diferente que es del día de hace un año. ¡Qué diferencia en sólo un año! El año pasado estaba luchando por mi vida, y este año tengo una niña de un año que está creciendo y he vuelto a mi trabajo en la guardería, que adoro. El demonio intentó abatirme, pero gracias a Dios Todopoderoso y todos vosotros, maravillosos soldados de la oración, lo que podía haber sido el final de mi vida sólo ha sido un bache en el camino. ¡Ya no puedo esperar para descubrir qué ha planeado Dios para mi vida y ser feliz realizándolo!".
Jeremy Cawley escribió un libro, titulado como el nombre de su mujer, Shelly Ann, para contar la experiencia que vivieron: Un viaje de fe, coraje, fuerza y amor que te cambia la vida, reza el subtítulo.
Y ahora disfrutan juntos de una vida familiar plena que ha sido posible gracias al llanto salvador de un bebé en brazos de su mamá.
Así estuvo una semana, y los facultativos consideraban muy difícil que pudiese salir de esa situación. De hecho, en seguida Jeremy movilizó a través de las redes sociales una campaña de oración por su esposa.
Entonces una de las enfermeras, Ashley Manus, recordó que está probado que el contacto entre la piel de la madre y el recién nacido es muy beneficioso para el niño, así que ¿por qué no también para la madre? Decidió proponer que la niña conociese a su madre.
"Torturando" a la criatura...
Se lo comentó a Jeremy, y entonces Ashley, otra enfermera y él cogieron a la pequeña Rylan y la llevaron a ver a su madre. La niña estaba dormida plácidamente: "Pero no necesitábamos que durmiese. Necesitábamos que llorase. Así que nos pusimos a hacerle cosquillas y darle golpecitos con el dedo para despertarla", comenta el padre. Estaban convencidos de que si la madre escuchaba por primera vez llorar a su hija, reaccionaría. Necesitaron diez minutos hasta conseguirlo. "Cuando empezó a llorar... cuando empezó a llorar creo que se metio en el interior de Shelly y la reavivó", confiesa Jeremy. (Ver abajo el vídeo del primer encuentro consciente entre ambas, momentos después del despertar de Shelly.)
Porque fue lo que sucedió. La madre salió del coma lentamente, algo inexplicable para los médicos, que habían asistido a la escena rezando: "Lo que hicimos fue hacer llorar a Rylan todo lo que pudimos, y rezar juntos. Ahí podías ver a médicos y enfermeras tomándose su tiempo para rezar", cuenta Jeremy.
¿Milagro?
¿Milagro? ¿Casualidad? Ashley, de quien partió la idea, cree "al cien por cien" en los milagros, y éste podría haber sido uno. Shelly pasó todavía un mes en el hospital recuperándose, pero ahora todo es ya una pesadilla que, eso sí, está llamada a perdurar en su memoria.
De hecho, al cumplirse un año de los acontecimientos, y al cumplir también un añito la pequeña Rylan, los Cawley han revivido aquellos días en las redes sociales. En su perfil de Facebook, Shelly se sincera con esta meditación: "Al acercarse la noche, reflexiono sobre cómo ha sido este día y lo diferente que es del día de hace un año. ¡Qué diferencia en sólo un año! El año pasado estaba luchando por mi vida, y este año tengo una niña de un año que está creciendo y he vuelto a mi trabajo en la guardería, que adoro. El demonio intentó abatirme, pero gracias a Dios Todopoderoso y todos vosotros, maravillosos soldados de la oración, lo que podía haber sido el final de mi vida sólo ha sido un bache en el camino. ¡Ya no puedo esperar para descubrir qué ha planeado Dios para mi vida y ser feliz realizándolo!".
Jeremy Cawley escribió un libro, titulado como el nombre de su mujer, Shelly Ann, para contar la experiencia que vivieron: Un viaje de fe, coraje, fuerza y amor que te cambia la vida, reza el subtítulo.
Y ahora disfrutan juntos de una vida familiar plena que ha sido posible gracias al llanto salvador de un bebé en brazos de su mamá.
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