Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Tyler Blanski y su esposa Brittany

Él era un hípster protestante, ella era una universitaria atea… ¿cómo se hicieron católicos?

Tyler Blanski quería ser sacerdote anglicano y crear nuevas comunidades... pero su estudio le llevó al catolicismo y a la evangelización de jóvenes
Tyler Blanski quería ser sacerdote anglicano y crear nuevas comunidades... pero su estudio le llevó al catolicismo y a la evangelización de jóvenes

P.J.Ginés./ReL

Hace unos años Tyler Blanski era un hípster artístico, alternativo y protestante. Su novia Brittany era una universitaria atea y despreciaba a los cristianos en general. Poco después ambos eran anglicanos, con celo evangelizador y ganas de crear su propia iglesita, con él como pastor. En un proceso de tres años, “como en un juego de pistas, una caza del tesoro”, todo fue cambiando y hoy son un matrimonio católico implicado en su parroquia y la evangelización de jóvenes. ¿Cómo se desarrolló este camino peculiar?

De baptista a “cristiano alternativo”
En su infancia, Tyler y su familia acudían a una iglesia baptista en Minneapolis, y él fue a una escuela primaria fundamentalista protestante. En la adolescencia se integró en una megaiglesia protestante, conservadora en la moral pero moderna y alternativa en las formas, con cuyo grupo de jóvenes se volcó.

Me dejé rastas y trabajé en una cooperativa de comida orgánica”, recuerda. Era hípster, alternativo y cristiano, y con ganas de ser artista, músico.

En 2001, con 17 años, era miembro de una comunidad cristiana joven, alternativa y postmoderna llamada Solomon’s Porch (www.solomonsporch.com) que se define como “comunidad cristiana holística y misional”, e incluye ofertas de yoga y de medicinas orientales y alternativas.

Con esa edad entró en una escuela de bellas artes, con la idea de ser guitarrista y cantatautor, sobre todo de estilo folk. “La escuela estaba llena de lesbianas y liberales, actores tatuados y jóvenes raperos”, recuerda. “Me encantaba escribir canciones folk, producir álbumes, marcar el ritmo con los pies y tocar la armónica”.

Pero en apenas un año comprendió que en realidad no estaba aprendiendo gran cosa en la escuela, así que cambió y acabó en otra completamente distinta: un centro académico tradicional y conservador, Hillsdale College, donde empezó con una educación clásica sobre la cultura occidental y aprendió, por primera vez, que Occidente se sustenta en una herencia multisecular greco-romana y judeo-cristiana. Había descubierto que existe la historia y la tradición.

Además, en esta época conoció una pequeña parroquia anglicana, que en Estados Unidos es como se llama a los ex - episcopalianos conservadores, amigos de la liturgia y las oraciones históricas. Era su primer contacto con una comunidad cristiana litúrgica basada en una tradición. “Fui testigo de un pequeño grupo de cristianos que vivían juntos su vida diaria enraizados en la Palabra de Dios y los sacramentos. Mi fe, descubrí, no consistía sólo en mí, mi Biblia y mi iglesia hípster flotando en el espacio exterior”.

Desde entonces se consideró anglicano y empezó su sueño de llegar a producir una comunidad así algún día.



Brittany: el club ateo y los cristianos reales
Mientras tanto, Brittany, la que sería su esposa, recorría su propio itinerario. Fe bautizada de niña, pero su padre católico murió poco después y eso alejó a su madre de Dios. Ella se volvió a casar pero el nuevo hogar no tenía religión, aunque en él se vivían buenos valores como el perdón, la humildad, la lealtad y el amor. La niña fue tres veces a campamentos cristianos y se sintió atraída allí por el mensaje de amor de Jesucristo, pero sin cristalizar en nada concreto por falta de acompañamiento.

En el instituto, lo único que aprendió Brittany sobre el cristianismo es lo que leía en los periódicos y lo que explicaba su profesor cuando hablaba de Marx en asignaturas de filosofía. Llegó a la conclusión de que el cristianismo era una hipocresía para engañar a la gente. 

En 2007 empezó sus estudios en la Universidad de Minnesotta y se apuntó al Club Ateo de la Universidad. Pero resultó que las dos mejores amigas que conoció en la universidad era cristianas buenas, generosas, pacientes… todo un ejemplo de la diferencia que significa una vida en Cristo. La acusación de hipocresía no se sostenía con buenos cristianos.

Empezó un proceso de reflexión sincera que llevó años. ¿Por qué Dios permite el mal? ¿Qué pasa con la gente que no ha oído hablar de Cristo? ¿Cómo encaja la fe, la ciencia, la evolución? 

Hacia 2009 pensaba que creer significaba renunciar a pensar. “No puedo obligarme a sacrificar mis poderes de intelecto para dar un salto de fe. No sé como creer en algo, lo único que puedo hacer es entender”, decía. 

Pero luego fue observando que si la fe era buena, efectivamente debía incluir ese entender. Sin entender las cosas que se creen, cualquiera es pasto fácil de predicadores manipuladores y trucos de retórica y carisma. Empezó a pensar en sus dudas y preguntas como puntos de partida para explorar la relación con Dios, la comunión con Dios. Y a medida que descubría la cosmovisión y las respuestas cristianas veía que eran más razonables y coherentes que la oferta académica dominante de nihilismo y fragmentación.



Matrimonio, estudios y un bebé
Conoció a Tyler en 2010. Él ya estaba convencido de que Dios le llamaba a ser sacerdote anglicano y un año después empezó sus estudios para ello. Se casaron, y ella daba clases de matemáticas mientras él estudiaba latín, griego, historia, teología…

Se consideraban anglicanos y querían llegar a fundar su propia comunidad anglicana en algún barrio como misioneros urbanos. Pero ¿qué enseñarían a los fieles? ¿Y a su hijo que estaba en camino?

Porque había que tomar decisiones respecto a mil preguntas que el anglicanismo no acaba de responder porque no tenía autoridad para ello, ni reclamaba tenerla.

Tyler, al estudiar historia, vio que la Iglesia Católica no era una versión decadente y corrupta de la Iglesia de los primeros siglos, sino que era la Iglesia que Jesús fundó que se había desarrollado como un cuerpo vivo, como un árbol. Había que examinar lo que enseñaba sobre la Virgen, la transustanciación, el purgatorio, el sacerdocio, el papado, el estar abiertos a la vida en el matrimonio, el infierno… 

Dejamos de usar anticoncepción. Nos vimos con un sacerdote. Oramos. Leímos cada libro católico que pudimos, especialmente la Biblia. Leímos a Karl Keating, Scott Hahn, Stephen Ray [tres famosos católicos actuales que antes fueron protestantes], Hans Urs von Balthasar, Vladimir Soloviev y el Catecismo”. Y más adelante Gerard Manley Hopkins, G.K. Chesterton y el cardenal John Henry Newman… 

Brittany se decidió antes por una revelación especial. “Ella supo –de la misma forma que sabes que el cielo es azul, los árboles hermosos y que las manzanas caen-que Cristo estableció su Iglesia sobre Pedro y le dio cada bendición espiritual –según Mateo 16:17-19 y Efesios 1,3- y esa fe hizo florecer a Brittany, y yo fui detrás”, explica Tyler. 



Para Tyler fue un proceso duro y hermoso, tema a tema, pero al final ¿iba a bautizar a su hijo en una Iglesia con doctrina y catecismo o en el confuso mundo anglicano? Él había conocido anglicanos que eran magníficos cristianos, pero la eclesiología anglicana en sí no podía ponerse de acuerdo sobre nada. Tyler enumera los problemas: “ el control de natalidad, el divorcio y el recasarse, el sacerdocio y la mujer, la homosexualidad, el número y naturaleza de los sacramentos, la justificación, la Virgen, la comunión de los santos, cuántos concilios fueron ecuménicos y cuáles…”

Por otra parte, él se sentía llamado al sacerdocio anglicano… pero entendió que su apreciación subjetiva valía menos que la realidad constatada: la Iglesia que creó Cristo era la Católica, y a Dios había que servirle según la voluntad de Dios, no la propia voluntad

En el invierno de 2013-2014 dejó su postulantado anglicano y el joven matrimonio se integró en una parroquia católica, pasó muchas horas en adoración ante el Sagrario y recibieron el curso de iniciación cristiana para adultos. En primavera de 2014 fueron recibidos como católicos y pudieron ya comulgar en misa. Un mes después bautizaban católico al pequeño Timothy Augustine. Y un mes después Tyler empezaba su tarea como evangelizador de jóvenes en la parroquia. “Con humildad, agradecidos, como un reto, Brittany y yo simplemente intentamos tomar lo que se nos da”, escribe Tyler, que mantiene una web evangelizadora en inglés:www.holyrenaissance.com 

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