Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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De las múltiples maneras de llamar al cerdo en español: una divertida reseña etimológica

por En cuerpo y alma

 
 
            Y es que el otro día, mientras escribía sobre las razones que según Tácito llevan a los judíos a no consumir cerdo, (pinche aquí si le interesa el tema), me preguntaba: ¿de cuántas maneras llamaos al cerdo en español? Cochino, cerdo, puerco, marrano, gorrino… ¿conoce Vd. algún otra manera de llamar al animal que más nombres tiene en castellano?
 
            Como quiera que sea, le garantizo que el origen de cada una de las denominaciones es de lo más original e inesperado, razón por la que me voy a centrar hoy en un animal que no ha dejado indiferente a ninguna civilización, desde la de judíos y musulmanes, en las que, como es bien sabido, es un animal maldito, hasta la cristiana (y no digamos en España) donde, por el contrario, constituye desde la joya más codiciada de la gastronomía (esos jamones pata negra cinco jotas que se pueden pagar a cientos de euros el kilo) hasta la más sufrida de la dieta.
 
            ¿Cuál diría Vd. que es, de las cinco que le he propuesto, la palabra original que define al animal? ¿A que ha dicho Vd. “cerdo”? Pues bien, no. La original tal vez sea “puerco”, que el Diccionario de la RAE dice proviene “del latín ‘porcus’”, aunque luego, curiosamente, defina luego como “cerdo”:
 
            “1. m. cerdo (‖ mamífero artiodáctilo)”.
 
            Y bien, cerdo ¿de dónde proviene? Pues bien, según el Diccionario, “de cerda, pelo grueso”. Inesperado ¿verdad? No es la cerda (pelo grueso) la que proviene del cerdo (animal) porque el cerdo tenga cerdas, sino que, bien al contrario, es el cerdo (animal) el que se llama así por tener cerdas (pelos gruesos). Y entonces “cerda” ¿de dónde proviene? Nos lo dice también el Diccionario:
 
            “(Del latín setŭla, diminutivo de ‘seta’, pelo grueso)”.
 
            Es decir, el duro pelo que es una cerda… ¡¡¡relacionada con el finísimo y sutil que es el de la seda!!! Eso sí, para luego definirla como
 
            “1. f. Pelo grueso, duro y largo que tienen las caballerías en la cola y en la cima del cuello.
            2. f. Pelo de otros animales, como el jabalí, puerco, etc., que, aunque más corto, es recio.
            3. f. Pelo de cepillo, de brocha, etc., de materia animal o artificial”.
 
            ¿Y la palabra “cochino”? ¿De dónde proviene “cochino”? Pues bien, cochino no es, según el diccionario, sino un diminutivo: “de cocho”. ¿Y “cocho”? Pues bien, la definición de “cocho” es ésta:
 
            “1. m. cerdo (‖ mamífero artiodáctilo)”.
 
            Una vez más “cerdo” según ven, como si “cerdo” fuera (que ya hemos visto que no lo es) la palabra original.
 
            Por cierto, y este “cocho”, ¿de dónde proviene? Ni se lo imaginan, verán:
 
            “(De coch, voz con que se llama al cerdo)”.
 
            Origen, por cierto, muy similar al que el Diccionario atribuye a otro de los términos por los que es llamado el animal: “gorrino”, que aunque definido una vez más como “1. m. Cerdo pequeño que aún no llega a cuatro meses. 2. m. cerdo (‖ mamífero artiodáctilo)” proviene, como “cocho”, de una onomatopeya:
 
            “De la onomatopeya ‘gorr’”.
 
            Sólo que mientras aquí la onomatopeya se supone que es la que realiza el propio animal, arriba la onomatopeya es aquélla que utiliza el ser humano para llamarlo.
 
            Y hemos dejado para el final la más curiosa de las denominaciones, y al mismo tiempo, la más vinculada al mundo de las religiones: “marrano”, la cual, siempre según el Diccionario, proviene “del árabe hispanizado ‘muḥarrám’, y este del árabe clásico ‘muḥarram’, declarado anatema” vale decir, “considerado impuro”. Esto es tanto así que hasta llegar a la acepción “m. cerdo (‖ mamífero artiodáctilo)” que es la que nos trae aquí el término, el Diccionario le atribuye nada menos que cinco, a saber:
 
            “1. adj. despect. Se decía del converso que judaizaba ocultamente. U. t. c. s.
            2. adj. ant. Se decía de la persona maldita o descomulgada. Era u. t. c. s.
            3. m. y f. coloq. Persona sucia y desaseada. U. t. c. adj.
            4. m. y f. coloq. Persona grosera, sin modales. U. t. c. adj.
            5. m. y f. coloq. Persona que procede o se porta mal o bajamente. U. t. c. adj.”.
 
            Y bien amigo, con estas disquisiciones, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos, como siempre. Mañana nos vemos por aquí, en la columna.
 
 
            ©L.A.
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