Los parlamentos escandinavos impusieron lo que quisieron
Cuando el Estado obliga a una iglesia a ordenar obispas: el caso sueco, el danés... y el inglés
Las iglesias luteranas ligadas a sus parlamentos pueden señalar lo que le pasará a los anglicanos. Sin la independencia que da Roma, los políticos modelan la religión a su gusto.
Cuando el Sínodo de la Iglesia (anglicana) de Inglaterra hace unos días decidió no aprobar, por ahora, la ordenación de mujeres obispo, no sólo la prensa populista o izquierdista puso el grito en el cielo, sino que también lo hicieron las autoridades del Parlamento británico.
Sir Tony Baldry, diputado "conservador" con la función de hacer de enlace parlamentario con la Iglesia anglicana, no sólo insistió en que las mujeres debían ser obispos, sino que planteó en la Cámara de los Comunes que el Parlamento obligase a la Iglesia a retomar el tema en 2013, sin esperar al siguiente Sínodo, que sería en 2015.
Mucha gente ha señalado que era gracioso que Baldry quisiera imponer mujeres obispos mientras llevaba una corbata de un club de élite al que pertenece, el Garrick Club, que no acepta la entrada de mujeres ni les sirve en el bar si piden algo. Ser obispo, se ve, es algo baladí, no como tomarse una copa en su club exclusivo.
- Downing Street (la residencia del Primer Ministro) debería ponerse en huelga y no designar más obispos hasta que permitan ordenar obispas - dijo el diputado laborista y ex-vicario anglicano Chris Bryant.
- Cuando era Primer Ministro Gordon Brown devolvió a la Iglesia esa capacidad de designar obispos - le respondio Baldry.
- Pues retomémosla entonces - gritó el diputado Ben Dradshaw en la sesión del jueves 22 de noviembre.
El Parlamento retiene el control de la religión
Bob Morris, que fue subsecretario de Interior y experto en asuntos constitucionales, ha escrito un artículo recordando que "el Parlamento aún mantiene la capacidad de legislar por la Iglesia, pero desde 1919, en la práctica, ha cedido la iniciativa legislativa a la Iglesia". Morris no cree que el Parlamento de forma escandalosa se ponga ahora a legislar órdenes para la Iglesia, aunque legalmente pueda hacerlo.
Otra posibilidad es que use la reciente ley de "Ecualidad" de 2010 (Equality Act), contra toda discriminación, para obligar a la Iglesia a "no discriminar a las mujeres" y hacer que ordenen obispas. Pero Morris señala que en la Equality Act había excepciones para las iglesias y oficios eclesiásticos... Además, ¿obligar a que haya obispas a los anglicanos y no a los católicos u ortodoxos, no sería discriminación? Morris cree que el Parlamento no se meterá en un terreno tan pantanoso.
Los 26 obispos de la Cámara de los Lores
Tampoco cree que el Parlamento quiera romper, es decir, "des-establecer" a la Iglesia de Inglaterra como Iglesia de Estado: sus 26 obispos seguirán sentándose en la Cámara de los Lores (aunque no mandan casi nada), la Reina seguirá firmando los nombramientos de obispos y siendo su Gobernadora Suprema y Cabeza de la Iglesia, el arzobispo de Canterbury seguirá coronando monarcas. La iglesia anglicana seguirá siendo "parte del Estado", como dice este experto.
Otra cosa es que por vías extra-parlamentarias los políticos y el Estado fuercen y controlen la doctrina de la Iglesia de Inglaterra por otros medios o presiones.
Un precedente, explica el historiador especializado William Tighe, estaría en las luteranas Suecia y Dinamarca.
El caso de las obispas luteranas suecas
Suecia es un gran experimento en religión "progre". Hoy, la obispa luterana de Estocolmo es una lesbiana que vive con su pareja lésbica, otra reverenda.
Pero la cosa empezó en 1957. Los obispos luteranos suecos votaron por mayoría ese año contra la ordenación de mujeres como pastoras y obispas, algo que sorprendió a los observadores cercanos.
La ley sueca exigía entonces que la "legislación eclesiástica" pasase tanto por la Asamblea Eclesial como por el Parlamento. El Parlamento, ni corto ni perezoso, directamente decidió aprobar la ordenación de mujeres. El poder político imponía su ley a la iglesia. A continuación, el Parlamento convocó elecciones para la Asamblea Eclesial para el año siguiente. Los partidos políticos colocaron gente de su agrado como delegados laicos en la Asamblea, con derecho a voto, y amenazaron con "des-establecer" la iglesia y confiscar sus bienes.
Y, milagro obrado por las amenazas: en apenas un año muchos obispos luteranos suecos cambiaron de opinión, aprobaron la ordenación de mujeres, y en 1960 ya estaban ordenándolas. Sin una Roma a la que mirar, cedieron enseguida al poder político.
Acoso a la minoría conservadora
¿Y el respeto a la minoría luterana conservadora que no aceptase esas ordenaciones? Había una cláusula de conciencia pero, como suele suceder en estos casos, en 1983 se revocó la cláusula: nada de excepciones.
Más aún, en 1994 se prohibió ordenar como diácono o sacerdote a cualquiera de quien se sepa que disiente de las ordenaciones femeninas. Y no lo prohibieron antes porque hasta 1991 no se retiró el último obispo opuesto a las ordenaciones femeninas.
En el año 2000 la Iglesia Luterana Sueca dejó de ser Iglesia de Estado (aunque mantiene vínculos privilegiados con él) y reafirmó estas normativas al estar ya completamente controlada por un establishment liberal. Lo cierto es que aunque oficialmente 6,6 millones de suecos pertenecen a esta iglesia luterana (y pagan por ello un impuesto religioso), apenas 400.000 luteranos suecos son practicantes (definidos como los que pasan por la iglesia al menos una vez al mes). Una encuesta de 2010 mostró que un 15% de esos 6,6 millones de suecos luteranos se declaraba ateo y otro 25% agnóstico.
Los daneses fueron más radicales
Hay un caso incluso anterior al sueco: el danés. Y es más radical. El Parlamento danés votó una ley implantando la ordenación de mujeres en 1947, apenas 2 años después de la Segunda Guerra Mundial. Hay que tener en cuenta que la Iglesia Luterana oficial de Dinamarca tenía entonces 10 obispos, y 8 estaban en contra.
"El gobierno danés durante la siguiente década se aseguró de que sólo defensores de la ordenación de mujeres llegasen a obispos; sólo quedaba uno en 1956, y cuando se jubiló en 1968 ya no hubo más", escribe Tighe.
En la actualidad, 4,4 millones de daneses (un 80% de la población) declara pertenecer a esta iglesia, aunque en un domingo dado no se ve ni al 5% de esa cantidad en las iglesias. Una encuesta de 2009 mostraba que sólo 1 de cada 4 daneses cree que Jesús es el Hijo de Dios y apenas un 18% cree que sea el Salvador de los hombres.