Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

José Javier Esparza relata los asaltos normandos en «Los demonios del mar»

Cristianos y musulmanes, un enemigo común en la Reconquista: los temidos desembarcos vikingos

Los vikingos eran temidos, pero tanto cristianos como musulmanes consiguieron derrotarles en España.
Los vikingos eran temidos, pero tanto cristianos como musulmanes consiguieron derrotarles en España.

Enrique Rodríguez / ReL

Probablemente es su mejor novela hasta el momento. Con toda la épica de El caballero del jabalí blanco y toda la riqueza argumental de El reino del norte. Y además, una prosa que esta vez se ha superado en garra y en poesía. Título: Los demonios del mar (La Esfera de los Libros). Asunto: el primer ataque vikingo a las costas españolas, en el año 844. Lleva dos ediciones en menos de un mes.
 
-Ya son tres novelas sobre la Reconquista, además de la otra trilogía, de divulgación histórica, dedicada a este asunto. Mucho empeño para un periodo que tantos se esfuerzan en ignorar...
-Precisamente. Somos lo que somos porque hubo una Reconquista. Gracias a aquel esfuerzo continuado hoy somos España, y no un país musulmán como Turquía. Es necesario recordarlo continuamente. Máxime, tal vez, en tiempos como los actuales. Y todo empezó en las montañas cantábricas y en los Pirineos hace más de mil doscientos años.

-En esta nueva obra seguimos inmersos en la Asturias de Ramiro I, como en El reino del norte, la novela anterior...
-Es una época fascinante. En muy pocos años pasó de todo.

-Hasta invasiones vikingas...
-Sí. La primera que registran nuestras crónicas: en el año 844, centenares de barcos normandos dejaron ver sus velas en Gijón. Después navegaron hacia occidente y terminaron desembarcando en La Coruña, en la Torre de Hércules. A sangre y fuego.


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-¿Qué buscaban?
-Nadie lo sabe, lo cual deja un espacio inmenso al novelista. Hay quien supone que habían tomado aquel faro por un depósito de tesoros. En todo caso, muy probablemente habrían oído hablar de Santiago, Jakobsland, como lugar de peregrinación y, por tanto, cuajado de iglesias y riquezas. Toda una tentación para una gente que llevaba medio siglo saqueando las costas de Inglaterra, Irlanda y Francia.

-¿Y qué encontraron?
-Nada: un faro vacío en una península que, en la época, era casi una isla, porque así era La Coruña entonces, y ría adentro hallarían campos cultivados y aldeas, porque Galicia era probablemente la zona más civilizada del viejo reino de Asturias.

-Y entonces apareció Ramiro con sus huestes.
-Así fue. Las crónicas son muy escuetas, pero a partir de sus datos, más lo que cuentan las crónicas moras, es posible reconstruir todo el episodio. Eso es lo que he novelado en Los demonios del mar.

-¿También la batalla de Coirós?
-La batalla es ficticia. Sabemos que los de Asturias hicieron frente a los normandos y los derrotaron, pero no hay seguridad de dónde ni cómo.

-¡Pues la batalla de la novela parece de verdad!
-Gracias. Se atienen algo más a los hechos las batallas que libraron los normandos en la zona musulmana, porque después de su fracaso en La Coruña navegaron hacia Lisboa y la saquearon, llegaron hasta Cádiz y la saquearon, subieron Guadalquivir arriba y saquearon Sevilla también, hasta que Córdoba pudo alinear tropas suficientes para aniquilarlos, y de eso han dejado constancia las crónicas andalusíes, aunque frecuentemente se trata de textos muy posteriores a los hechos. En todo caso, Los demonios del mar reconstruye toda esa epopeya normanda desde el principio hasta el final.


José Javier Esparza brinda a sus lectores desde hace años un extraordinario conjunto de novelas sobre la Reconquista.

-En Los demonios del mar volvemos a encontrar a los personajes de El reino del norte: Nepociano, Paterna, Jimena, Rodrigo, Aldonza, Gatón… Y Hernán de Mena, por supuesto. Y el obispo Serrano. ¿Hay que leer Los demonios del mar como una continuación de la novela anterior?
-No necesariamente: cada historia tiene su propia vida y pueden perfectamente leerse como obras independientes. Pero si se leen juntas se observa una evidente continuidad. Al fin y al cabo, apenas dos años separan los sucesos de una y otra.

-También en la trama cordobesa, la que retrata la España musulmana: el emir Abderramán, el heredero Mohamed, el eunuco Nasr Abu-el-Fath, la bella favorita Tarub. ¿De verdad la favorita y el eunuco querían envenenar al emir?
-De verdad. ¡Pero no hagamos spoiler!

-Otro hilo del relato: la construcción de los monumentos del Monte Naranco: Santa María, San Miguel, etc.
-El proyecto inicial era una auténtica ciudad palatina y, por lo que cuentan las crónicas, debió de haber un buen puñado de edificios. Sólo nos han llegado dos, pero ha sido delicioso imaginar cómo pudo ser aquella tarea de titanes. Aquello era un desafío técnico y artístico que da fe de la pujanza del reino de Asturias.

-Otro hilo: la repoblación de León. Un asunto poco conocido, porque en realidad León no se repobló hasta el reinado de Ordoño I.
-Ciertamente, pero hubo un primer intento en tiempos de Ramiro I que acabó de mala manera. Este es el que se cuenta en Los demonios del mar.

-En ese episodio aparecen personajes extraordinarios: Gatón, Purello…
-Ambos existieron realmente. Ambos se movieron por el entorno de León y El Bierzo. ¿Por qué no imaginarlos en aquel intento pionero?

-Y tampoco puede faltar el escenario de la repoblación: Castilla. La descripción de los paisajes desde Mena hasta Peña Amaya es extraordinaria.
-He dedicado muchos días a patear esos escenarios y a imaginar cómo podían ser hace mil doscientos años. Es una geografía imponente.

-Pero hay más que eso: la pintura de los paisajes castellanos o de los bosques gallegos parece tener vida.
-Es que tienen vida. Los paisajes son la tierra y la tierra es la madre. Inspiran sentimientos propiamente religiosos, de amor. No creo que cualquier colono del siglo IX lo viviera de distinto modo: esa tierra era toda su vida.

-Por debajo de todo lo que aparece en Los demonios del mar, vikingos incluidos, hay una especie de trama policiaca: la del tesoro de Nepociano y las bandas de criminales.
-El tesoro de Nepociano es ficción novelesca; las bandas de criminales son historia real a juzgar por las crónicas, aunque no podemos saber exactamente qué hicieron ni cómo actuaban. El hecho es que la represión de aquellos crímenes, que debió de ser feroz, le valió a Ramiro I el sobrenombre de la Vara de la Justicia. En Los demonios del mar he tratado de imaginar una hipótesis sobre qué pudo pasar.

Booktráiler de la última novela de José Javier Esparza:



-Vayamos a Córdoba: sorprende que en estas novelas, siendo su tema de fondo la Reconquista, los moros no sean unánimemente malos.
-Nunca he sido maniqueo. Buenos y malos los hay en todas partes. Y por regla general, todo el mundo puede ser malo y bueno a la vez. A mí me interesa sobre todo tratar de ponerme en el lugar del personaje e intentar reproducir sus motivaciones, sus pensamientos, sus sentimientos y también sus ambiciones y sus miedos. Eso vale lo mismo para Hernán de Mena que para Abderramán de Córdoba. Y, por supuesto, hay que intentar situarse en el contexto histórico: cuando se hace novela histórica, es una regla fundamental.

-¿Por qué sus historias de amor son siempre tan problemáticas? En Los demonios del mar aparece una nueva trama sentimental: Aldonza, la hija ciega del rey, y Rodrigo de Castilla, el hermano de la reina Paterna.
-El amor siempre es problemático. Máxime en una época en la que el amor romántico, tal y como lo conocemos en la era moderna, no tenía el peso determinante que hoy le concedemos. Pero siempre está ahí, haciendo arder los corazones. No contaré nada más. El resto tiene que descubrirlo el lector.
 

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Título: Los demonios del mar Ocio Hispano
Autor: José Javier Esparza  
Editorial: La Esfera de los Libros  
Páginas: 520 páginas  
Precio 23,90 €  

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