José María Zavala desvela en un libro su correspondencia
Cómo y para qué Pilar Primo de Rivera «fichó» a Fray Justo Pérez de Urbel para la Sección Femenina
Sobre la profunda religiosidad personal de José Antonio Primo de Rivera (19031936) nunca ha habido dudas, pues era conocida en vida, la señalan todos sus biógrafos y es palpable en su testamento.
José María Zavala aportó, sin embargo, en La pasión de José Antonio un documento relevante y sobreabundante a ese respecto, como son las oraciones personales que escribió antes de morir, y que aparecieron en la maleta que contenía sus efectos personales en el momento de ser detenido, en marzo de 1936.
"Una gran crisis espiritual"
Zavala acaba de publicar un segundo libro que, indirectamente, versa también sobre el fundador de Falange Española, al extenderse sobre la vida y la obra (básicamente, la Sección Femenina) de su hermana Pilar: La pasión de Pilar Primo de Rivera (Plaza & Janés).
En sus páginas encontramos, por ejemplo, el dato de que José Antonio hizo dos veces en su vida ejercicios espirituales, una de ellas -le confesó a Agustín de Foxá- "con ocasión de una gran crisis espiritual". "Ambos me sirvieron de gran alivio y vigorización", añadió ante el autor de Madrid, de corte a checa.
Y como éste se mostrase dispuesto a hacerlos él también si su jefe se lo ordenaba ("iré contigo como subordinado falangista"), José Antonio respondió con la lógica de quien conoce bien su papel: "Yo no puedo ni debo mandar eso como jefe. Os lo aconsejo como amigo. Ahora, si no os ponéis bien con Dios y os toca caer un día, no aleguéis allá arriba el acto de servicio para libraros del infierno. Yo soy misionero de España, no de Dios".
La Sección Femenina
El libro de Zavala se centra, sin embargo, en la labor de Pilar Primo de Rivera en la guerra y la postguerra como jefa de la Sección Femenina, la controvertida organización que las feministas consideran fundamentada en el machismo, pero que en su época fue considerada impulsora de la igualdad y el avance social y educativo de la mujer.
Sea como fuere, una parte importante de la labor de la Sección Femenina era la formación y la práctica religiosa de sus miembros, y Zavala, que maneja para esta obra documentación epistolar inédita, desvela en La pasión de Pilar Primo de Rivera cómo ésta conoció e implicó a la persona que debía dirigir ese área fundamental: Fray Justo Pérez de Urbel (18951979). (El libro incluye el informe confidencial que sobre el monje benedictino redactó la red de espías APIS, que informaba directamente a Francisco Franco.)
Fray Justo, un fraile erudito autor de decenas de obras de investigación histórica y que se carteó, entre otros, con Rafael Alberti y Claudio Sánchez-Albornoz, era un religioso burgalés (de Pedrosa del Río Urbel) del monasterio de Silos.
Pilar andaba a la búsqueda de un director espiritual para la Sección Femenina, y quien se lo recomendó fue Severino Aznar (18701959), uno de los grandes exponentes del pensamiento católico social español en el siglo XX y director general de Previsión en el primer gobierno de Franco.
"Auténticamente católicas"
La hermana de José Antonio siguió el consejo, le conoció y poco después se dirigió por carta a Pérez de Urbel el 17 de mayo de 1938 para hacerle una proposición formal de colaboración, en principio para una escuela de jefes que tendría lugar en Málaga.
Le requería para enseñarles liturgia, Antiguo y Nuevo Testamento, cantos gregorianos o el Oficio de la Virgen, pero todo se resumía en esto: "Formar a las camaradas para que sean auténticamente católicas".
Se añadía una tarea, fundamental en la España de la reconstrucción, sobre todo en la zona sometida al Frente Popular, donde miles de templos habían sido arrasados: "Embellecimiento de las iglesias, que también con esto se fomenta la devoción".
La aceptación tardó en llegar, pero en otra carta, del 27 de enero de 1939, Pilar pudo agradecerle al monje su disposición -previa autorización del abad de Silos- a ser el asesor religioso de la Sección Femenina: "Así precisamente es como queremos orientar la formación religiosa de las chicas, que quizás se hubieran evitado muchas cosas si a los españoles se les hubiera enseñado la Religión de una manera más auténtica".
Voluntariedad y devoción
Fray Justo dictó pronto las normas religiosas de la Sección Femenina, que, como refleja José María Zavala, recibirían la admiración del nuncio en España, el futuro cardenal Gaetano Cicognani.
El 22 de febrero de 1939, Pilar Primo de Rivera mandó una circular a todas las jefas provinciales transmitiendo esas normas y recordándoles cuál era su deber: "Tienes la obligación de ir instruyendo a las camaradas en todo lo que la Iglesia ordena a los fieles cristianos".
La instrucción citada se refería básicamente a actos de culto, y hacía una salvedad: "Si hay alguna que no asiste a estos actos, no tienes por eso que reprenderla, antes bien aconsejarle que vaya; pero si no quiere ir, no tiene obligación".
Eso sí, el objetivo apostólico era claro: "Poco a poco, y conforme manda la Iglesia, iremos enseñándole a las camaradas la Palabra de Dios, iremos enseñándoles a conocer y a celebrar las fiestas más importantes, y a unirse a la Iglesia en todos sus ritos. Más adelante procuraremos facilitaros a todas las ediciones baratas del Antiguo y Nuevo Testamento, para que puedan tenerlo todas las camaradas".
Se trataba, pues, según queda claro en La pasión de Pilar Primo de Rivera, de un esfuerzo de enseñanza de la fe, con el que hacer frente a la ignorancia religiosa y la descristianización en la que, pese a algunas apariencias, vivía parte de la sociedad española.
Zavala recoge también algunas anotaciones personales que servían a Pilar de guía para su desempeño. Destacan, entre ellas, la que señala el objetivo de una "unión con Dios mediante una vida religiosa profunda y auténtica", de una misa "dialogada, cantada y participación de los fieles", y todo ello con "voluntariedad de la misa y los sacramentos" aunque su deseo era que a las jóvenes de la Sección Femenina "se les [hiciera] necesidad" el participar de ellos, precisamente por la formación recibida.
Que la Historia juzgue
Teniendo por patrona a Santa Teresa de Jesús, decía, "no caben melindres ni falsedades, sino verdad, alegría, decisión, necesidad de llegarse a Dios".
Toda esa obra de Fray Justo Pérez de Urbel en la Sección Femenina, recuerda Zavala, lo fue también en el alma de su jefa nacional, pues le tuvo durante cuarenta años como director espiritual.
Cuando en 1977 fue suprimido el Movimiento Nacional, el monje burgalés cesó como Asesor Nacional de Religión de la Sección Femenina. El 6 de junio le escribió a Pilar considerando "una bendición divina" haber estado junto a ella "en esta tarea, cuyos frutos será difícil borrar". Ella le respondió el 7 de julio con idéntica gratitud a título personal y colectivo por su "sabia dirección espiritual y en lo religioso que tan hondo caló en nuestras escuelas, en todos nuestros cursos y en toda nuestra vida".
"Una vez extinguida la Sección Femenina, comenzará a escribirse la Historia", concluía, y asignaba en ella a Fray Justo, "con entera justicia, un lugar preferente". El que ocupa también en la obra de José María Zavala, exhaustiva aproximación a una de las mujeres más influyentes en la España del siglo XX.
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Título: | La pasión de Pilar Primo de Rivera | El Corte Inglés |
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Autor: | José María Zavala | |||
Editorial: | Plaza & Janés | |||
Páginas: | 511 páginas + ilustraciones | |||
Precio | 21,90 € | |||