«Súper-sutil» adoctrinamiento dirigido al público infantil
«Cigüeñas» lanza un fugaz pero inequívoco mensaje visual a favor de las «familias» homosexuales
¿Se puede juzgar una película por apenas dos segundos de metraje? Juzgarla como película, sin duda no, pero que esos dos segundos pueden ser suficientes para que muchos padres decidan no llevar a sus hijos a verla, está claro que sí, porque es lo que está pasando con Cigüeñas desde su estreno el 23 de septiembre en Estados Unidos (a España llega este viernes).
Dirigida por Nicolas Stoller (Di que sí, Los Muppets) y Doug Sweetland (en el equipo de animación de Toy Story, Monstruos, S.A., Buscando a Nemo o Los increíbles), y con voces tan célebres como Jennifer Anniston, Kelsey Grammer o Danny Trejo, Cigüeñas [Stork] es una de las grandes apuestas de la Warner para este otoño.
Pensada como un producto familiar entrañable y humorístico, nos traslada hasta Montaña Cigüeña, donde las cigüeñas han perfeccionado con tecnología moderna su atávica misión de distribuir los bebés a sus ilusionados padres. La película cuenta las tribulaciones de Junior, una cigüeña que va a ser ascendida, y Tulip, la única humana que trabaja allí porque nunca fue entregada, para llevar a su destino a una adorable niña producida por error.
¿Dónde está entonces el problema ante un argumento tan inocente, ejecutado con solvencia para divertir a pequeños y mayores y, más a éstos que a aquéllos, ofrecer algunos momentos de emoción, evocación y buenos sentimientos?
Apología visual de la ideología de género
Hacia el final de la película vemos a las cigüeñas desempeñando su papel y repartiendo bebés, y entre los receptores figuran una pareja de hombres y otra de mujeres. Una imagen que quedará bien grabada en las mentes infantiles que asisten al espectáculo asociada al mensaje que lleva implícito: la paternidad ya no es cosa de hombre y mujer, cualquier ámbito es igualmente apropiado para el desarrollo vital y la felicidad del niño, las parejas del mismo sexo en nada se diferencian como familia de las que conforman el padre y la madre.
"Es verdad, las imágenes en cuestión son increíblemente fugaces y muchos ni se darán cuenta, y no afectan demasiado al valor global de la película como entretenimiento. En el peor de los casos, confunden y mundanizan sus mensajes, muy positivos, centrados en la familia. Sin embargo, es inexcusable encontrar esta clara idea progresista en una película dirigida a niños y jóvenes impresionables", opina Blake Wilson en Christian Answers, y añade: "A causa de ese breve (pero presente) halago a la visión laicista contraria a la visión de Dios sobre el matrimonio, Cigüeñas no es algo que yo recomendaría a familias y a cristianos".
Una escena intencionada
¿No será excesivo el juicio? ¿Realmente es tan llamativa la escena que, si unos padres no quieren que sus hijos reciban ese mensaje, no deben llevarles a verla?
La prueba de que la escena no pasa desapercibida es que, así como recibe el rechazo desde un lado, también recibe las alabanzas desde el otro.
"Sumémosle unos puntos a favor por introducir furtivamente a esas parejas del mismo sexo en momento culmen del maratón de paternidad", aplaude la revista Rolling Stone.
"Mis hijos mayores dieron a la película puntos añadidos por incluir un montaje de conciencia social con hijos de familias de todo tipo, incluidas interraciales y parejas del mismo sexo", refiere Tara McNamara en su crítica para Fandango.
No se trata, pues, de una escena que no sólo detecta una lupa malintencionada, sino de un momento tan corto como llamativo y, por supuesto, introducido con premeditación: Stoller admitió que su intención fue "mostrar una reflexión sobre qué son las familias hoy día" incluyéndolas "todas, sin importar el color de piel y, mucho menos, la orientación sexual".
Y, "además, lo hace súper sutil", alaba la actriz Martha Higareda, que da la voz a Tulip en la versión americana en español.
Se trata, pues, de que ese mensaje le entre por los ojos a niños que ni siquiera saben lo que es el sexo, y de paso obligue a los padres que les acompañan a, si preguntan, justificarlo.
Dirigida por Nicolas Stoller (Di que sí, Los Muppets) y Doug Sweetland (en el equipo de animación de Toy Story, Monstruos, S.A., Buscando a Nemo o Los increíbles), y con voces tan célebres como Jennifer Anniston, Kelsey Grammer o Danny Trejo, Cigüeñas [Stork] es una de las grandes apuestas de la Warner para este otoño.
Pensada como un producto familiar entrañable y humorístico, nos traslada hasta Montaña Cigüeña, donde las cigüeñas han perfeccionado con tecnología moderna su atávica misión de distribuir los bebés a sus ilusionados padres. La película cuenta las tribulaciones de Junior, una cigüeña que va a ser ascendida, y Tulip, la única humana que trabaja allí porque nunca fue entregada, para llevar a su destino a una adorable niña producida por error.
¿Dónde está entonces el problema ante un argumento tan inocente, ejecutado con solvencia para divertir a pequeños y mayores y, más a éstos que a aquéllos, ofrecer algunos momentos de emoción, evocación y buenos sentimientos?
Apología visual de la ideología de género
Hacia el final de la película vemos a las cigüeñas desempeñando su papel y repartiendo bebés, y entre los receptores figuran una pareja de hombres y otra de mujeres. Una imagen que quedará bien grabada en las mentes infantiles que asisten al espectáculo asociada al mensaje que lleva implícito: la paternidad ya no es cosa de hombre y mujer, cualquier ámbito es igualmente apropiado para el desarrollo vital y la felicidad del niño, las parejas del mismo sexo en nada se diferencian como familia de las que conforman el padre y la madre.
"Es verdad, las imágenes en cuestión son increíblemente fugaces y muchos ni se darán cuenta, y no afectan demasiado al valor global de la película como entretenimiento. En el peor de los casos, confunden y mundanizan sus mensajes, muy positivos, centrados en la familia. Sin embargo, es inexcusable encontrar esta clara idea progresista en una película dirigida a niños y jóvenes impresionables", opina Blake Wilson en Christian Answers, y añade: "A causa de ese breve (pero presente) halago a la visión laicista contraria a la visión de Dios sobre el matrimonio, Cigüeñas no es algo que yo recomendaría a familias y a cristianos".
Una escena intencionada
¿No será excesivo el juicio? ¿Realmente es tan llamativa la escena que, si unos padres no quieren que sus hijos reciban ese mensaje, no deben llevarles a verla?
La prueba de que la escena no pasa desapercibida es que, así como recibe el rechazo desde un lado, también recibe las alabanzas desde el otro.
"Sumémosle unos puntos a favor por introducir furtivamente a esas parejas del mismo sexo en momento culmen del maratón de paternidad", aplaude la revista Rolling Stone.
"Mis hijos mayores dieron a la película puntos añadidos por incluir un montaje de conciencia social con hijos de familias de todo tipo, incluidas interraciales y parejas del mismo sexo", refiere Tara McNamara en su crítica para Fandango.
No se trata, pues, de una escena que no sólo detecta una lupa malintencionada, sino de un momento tan corto como llamativo y, por supuesto, introducido con premeditación: Stoller admitió que su intención fue "mostrar una reflexión sobre qué son las familias hoy día" incluyéndolas "todas, sin importar el color de piel y, mucho menos, la orientación sexual".
Y, "además, lo hace súper sutil", alaba la actriz Martha Higareda, que da la voz a Tulip en la versión americana en español.
Se trata, pues, de que ese mensaje le entre por los ojos a niños que ni siquiera saben lo que es el sexo, y de paso obligue a los padres que les acompañan a, si preguntan, justificarlo.
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