Sábado, 21 de diciembre de 2024

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El pasado 17 de junio tuvo lugar la presentación del libro que sobre el Dr. Irurita se ha publicado

El Dr. Irurita presente en la memoria de Pamplona (y 2)

por Victor in vínculis

PRESENTACIÓN DEL LIBRO EN EL SEMINARIO DE PAMPLONA

Monseñor Manuel Irurita, discípulo del entonces Beato Luis María Grignion de Montfort, infatigable apóstol del Reino de Cristo

El autor [sobre estas líneas junto a Monseñor Martínez Camino, en una foto de 2019] comenzó su disertación afirmando que presentar su libro Mons. Manuel Irurita Obispo de Barcelona, mártir por querer que Cristo reinara en su diócesis, biografía de un apóstol infatigable de su reino en el Seminario diocesano de Pamplona en la festividad del Inmaculado Corazón de María, es un privilegio.

El Corazón de Jesús le dijo a la ya venerable Lucia de Fátima: Quiero que mi Iglesia ponga la devoción al Inmaculado Corazón de María junto a la devoción a mi Sagrado Corazón…pues durante nueve meses, la Sangre de Cristo fue la sangre de María, tomada del Inmaculado Corazón de la Madre, y el Corazón de Cristo latió nueve meses al unísono con el Corazón de María.

Podríamos con justicia aplicarle a Don Manuel Irurita, la oración colecta de la antigua misa de san Luis María Grignion, que, siendo canónigo valenciano le encargaron glosar en el Congreso Montfortiano Nacional de Barcelona en 1918: “Oh Dios que encendiste en San Luis María el anhelo de anunciar tu evangelio a las gentes….haced nos convirtamos en apóstoles infatigables de tu Reino”, anhelo que encendió Dios también en el Dr. Irurita.

Al ser nombrado en 1926 Obispo de Lérida, monseñor Irurita puso en su escudo el lema que iba a presidir su pontificado: Oportet Illum Regnare. “¡Es necesario que Cristo Reine!“, y recordando a San Luis María: “Por la Santísima Virgen vino Cristo al mundo, y por ella ha de venir a reinar”.

Tres etapas en la vida de monseñor Irurita

La primera trascurre durante sus primeros 23 años, desde su nacimiento en Larrainzar el 18 de agosto de 1876, su estancia como aspirante a capuchino, su tarea de maestro en Ostiz y Zugarramardi, y de salmista en Pamplona hasta su marcha a Valencia.

                                               [Extea Michetorena, casa natal en Larrainzar].

La segunda etapa transcurre en Valencia como salmista de su catedral, siendo ordenado presbítero en Gandía en 1900. Tras la muerte de su madre, su padre y hermanos vienen a vivir con él a Valencia. Se doctora en teología, y obtiene el nombramiento de canónigo de la catedral. Predicador popular del Corazón de Jesús y la Eucaristía, funda la primera Adoración femenina del mundo.

La tercera etapa comienza en 1927 al ser consagrado Obispo de Lérida en la catedral de Pamplona, siendo amadrinado por la Diputación de Navarra. Al entrar en su diócesis anunció su premonición: “Vengo a vosotros para inmolarme por la gloria de Dios y la salvación de vuestras almas, si fuera preciso hasta derramar la última gota de mi sangre.”

En Lérida promovió la erección del primer santuario en España a santa Teresita del Niño Jesús predicando la devoción al Corazón misericordioso de Jesús según su camino de infancia espiritual. Tras cuatro años de pacífico pontificado en Lérida visitando todos los pueblos de su diócesis, en 1930 es nombrado obispo de Barcelona. En la sierra de Arañoz de su nativo valle de la Ulzama hay una ermita dedicada a santa Lucía, y ante las felicitaciones por su nombramiento, confiaría a su hermano: Más quisiera ser sacristán en la ermita de Santa Lucía de Arañoz que obispo de Barcelona. Voy al patíbulo.

El 25 de mayo de 1930 tomaba posesión, y en su pastoral Saludo a la diócesis barcelonesa fijaba su proyecto de pontificado reiterando su premonición de martirio:

Nuestro ministerio es de un orden superior, sobrenatural, divino; es el mismo ministerio que vino Jesucristo a realizar en la tierra, esto es, la salvación de las almas… ese es el fin único de nuestro ministerio, y, mediante el favor del Cielo, ésa será nuestra única ocupación, nuestro único negocio, al cual consagraremos todos los pensamientos de nuestra mente, todas las preocupaciones de nuestro espíritu, todos los instantes de nuestra vida… hasta la última gota de nuestra sangre, si es necesaria.

No nos llaméis a otra parte, porque no iremos; no nos habléis de otra cosa porque no os haremos caso. Cuando las almas van rodando por los despeñaderos del infierno malográndose la sangre de Cristo y las lágrimas de su Madre Inmaculada,… traición sería divertir la atención a otra cosa.”

En junio de 1936, a su regreso a Barcelona tras unas semanas de asueto en Navarra, monseñor Irurita paró en Lérida a comer invitado por su sucesor en la diócesis el beato Salvio Huix, y ambos se preguntaron si Dios los tendría por dignos del martirio, y se juramentaron a no abandonar a sus diocesanos, pasase lo que pasase. No quisieron huir y sufrieron martirio.

En la checa de San Elías

El 1 de diciembre de 1936 un pelotón de anarquistas de la Patrulla de Control núm. 11 penetra en casa de Antonio Tort en la que al ser asaltado su palacio episcopal el 21 de julio se había refugiado Mons. Irurita con su secretario Mn. Marcos Goñi, y los detienen junto al Sr. Tort, su hermano, una hija y dos carmelitas vedrunas. A media noche les condujeron al convento de san Elías, checa de la F.A.I. de la que sólo se salía para morir.

La hermana Mª. Torres escribe: «A mí me tocó sentarme al lado del señor obispo. Noté que rezaba, y una vez, haciendo que se acomodaba, me dijo bajito: ¡Ánimo, María, valor y a dar la vida por Cristo!”. Don Manuel repetía a las monjas: “decid muchas veces: ¡Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío!”. Le quitaron el rosario. Lo reclamó, y lo remiraron para ver qué tenía de particular: Es que no puedo vivir sin el rosario. Lo echaron al suelo. Se arrodilló, lo recogió y lo besó”. Interrogado si decía misa cada día, dijo: -No he dejado de decirla un solo día, y si me dejan aquí también la diré. El Mundo se sostiene por el sacrificio de la Misa.

En San Elías estuvieron del 1 al 3 de diciembre, y los sacaron por la noche de la festividad de San Francisco Javier, patrón de Navarra, llevando a Mons. Irurita, Marcos Goñi y a los hermanos Tort al cementerio de Montcada donde los fusilaron. Al día siguiente el Vicario episcopal Mn. José Mª Torrent dijo a la Sra. Tort: “Creo que no volveréis a verlos en la tierra.”

El 17 junio de 1939 se celebró en la Catedral Basílica solemne funeral presidido por el Cardenal Primado de España y Arzobispo de Toledo Dr. Don Isidro Gomá, acompañado por todos los obispos de Cataluña. El Administrador Apostólico Mons. Díaz Gómara afirmó:

Pocos obispos habrá tenido la católica Barcelona que hayan podido igualar a su pastor que en el anonimato dio su sangre y su vida por la Fe.

Al ser reconocidos sus restos mortales Mons. Modrego enviaba a Mons. Olaechaea obispo de Pamplona este telegrama:

“Acabo de firmar decreto identificación restos Obispo Irurita. Apresúrome notificárselo. + Obispo de Barcelona”.

El Obispo de Pamplona contestaba:

“Nombre propio y fieles felicito Vuecencia, gran consuelo identificación restos mortales santo mártir Obispo Irurita, excelsa gloria diócesis Barcelona y Pamplona. + Obispo de Pamplona. “

En el traslado de sus restos a la capilla del Santo Cristo de Lepanto en 1943, Mons. Modrego afirmó: “¡Santo obispo mártir, Dr. Irurita, que bendijisteis a los que te fusilaban, bendice desde el Cielo a esta tu diócesis, a Barcelona, a Cataluña y a España!”, y exhortaba con esta petición hoy tan actual: “Sintámonos instados a pedir a la Santísima Trinidad la beatificación del mártir de Cristo Manuel Irurita con esta oración: “Hijo del Eterno Padre, mirad con complacencia la sangre tan generosamente derramada por vuestro mártir Manuel Irurita en confesión de vuestra realeza, para acelerar así vuestro reinado en España”.

[1943. Traslado de les restos mortales del Dr. Irurita del cementirio de Montcada i Reixac].

En 1959 monseñor Modrego iniciaba la causa diocesana de beatificación, siendo nombrado Juez Delegado Mn. Narciso Jubany, pero en 1964 su prosecución fue suspendida por san Pablo VI “por razones de oportunidad”.

Siendo Mons. Narciso Jubany Cardenal de Barcelona, el 3 de diciembre de 1986, con su autoridad de cabeza de la Iglesia de Barcelona que habla « ex persona Ecclesiæ » celebró la Santa Misa en la catedral repleta de fieles, en el 50 aniversario de la muerte de su antecesor Mons. Irurita en Moncada, proclamando terminante:

En esta venerable Iglesia Catedral, celebrando la Eucaristía, queremos hacer memoria de una de las víctimas más ilustres de aquella persecución: la del que fue obispo de esta diócesis, Mons. Manuel Irurita, que en la noche oscura y fría del 3 de diciembre de 1936 fue fusilado en la pared del cementerio de Moncada.

Su sucesor en el Arzobispo de Barcelona, el Cardenal Mons. Ricardo María Carles en 1993 procedió a la reapertura de la causa diocesana de beatificación de Mons. Irurita, pues: “No puedo dejar archivado el proceso de Canonización de un predecesor”. Se trata de un obispo que se distinguió por su fama de santidad y fue mártir por la fe, y es un deber recoger su ejemplaridad cristiana, y ahora el Arzobispo se dispone a hacerle justicia".

Mons. Carles completó y clausuró la causa en fase diocesana y la remitió a la Congregación de las Causas de los Santos, que en 2002 emitió el nihil obstat y en 2005 admitió la Positio. Desde entonces la causa permanece silente en los anaqueles de la Congregación esperando la hora dispuesta por Dios para cuando su beatificación sea más necesaria para confortar a los cristianos españoles en tiempos de apostasía y persecución cuya llegada se vislumbra.

El ponente concluyó su conferencia con cita de la revista Cristiandad, julio/agosto 1999 se lee: “Tenemos que apoyarnos en la intercesión de los mártires españoles de la gran persecución religiosa de 1934 hasta 1939, para que se vea firme en nosotros la confianza en el Sagrado Corazón de Jesús, y se renueve en nuestra vida la esperanza en su reinado en España y el mundo ” e invita a esta oración: “Hijo del Eterno Padre, mirad con complacencia la sangre tan generosamente derramada por vuestro mártir Manuel Irurita en confesión de vuestra realeza, para acelerar así vuestro reinado en España”.

                         [1931.03.03 Visita del Obispo Irurita al barrio barcelonés de Pekín]

Terminada su exposición el Sr. Echave-Sustaeta procedió a firmar ejemplares de su libro a los oyentes que se lo solicitaron.

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