Sábado, 21 de diciembre de 2024

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Es tiempo de orar

Es tiempo de orar

por Un alma para el mundo

Es tiempo de orar

El Papa Francisco les ha dicho a los jóvenes, y a todos, que la Evangelización se hace con las rodillas. No se trata de echarse a la calle sin preparar el terreno. Para que la semilla germine hay que mover la tierra metiendo a fondo la reja para sacar a flote la tierra húmeda.  La semilla que cae en tierra dura, de camino, se la llevan los pájaros.  Y los pájaros no faltan en cualquier siembra, incluida la espiritual.

Hablando de oración traigo aquí  este poema que  conservaba Don Álvaro del Portillo entre las páginas de su breviario. El texto pertenece el Padre Carmelita J. Caraud. Es un diálogo íntimo con el Señor en el Sagrario:

¡Qué bien se está contigo, Señor, junto al Sagrario!

¡Qué bien se está contigo! ¿Por qué no vendré más?

Hace ya muchos años que vengo aquí a diario

Y aquí te encuentro siempre, Amor Solitario,

Solo, pobre, escondido, pensando en mí quizás.

Tú no me dices nada ni yo te digo nada;

Si Tú lo sabes todo, ¿qué voy a decirte?

Sabes todas mis penas, todas mis alegrías,

Sabes que vengo a verte con las manos vacías

Y que no tengo nada que te pueda servir.

Siempre que vengo a verte, siempre te encuentro solo.

¿Será, Señor, que nadie sabe que estás aquí?

No sé, pero sé, en cambio, que aunque nadie viniera,

Aunque nadie te amara ni te lo agradeciera,

Aquí estarías siempre esperándome a mí.

¿Por qué no vendré más? ¡Qué ciego estoy, qué ciego!

Si sé por experiencia que cuando a Ti me llego

Siempre vuelvo cambiado, siempre salgo mejor.

¿Adónde voy, Dios mío, cuando a mi Dios no vengo?

¡Si Tú me esperas siempre! Si a Ti siempre te tengo,

Si jamás me has cerrado las puertas de tu Amor.

¿Por qué no vendré mas si sé que aquí, a tu lado,

Puedo encontrar, Dios mío, lo que tanto he buscado

Mi luz, mi fortaleza, mi paz, mi único bien?

Si jamás he sufrido, si jamás he llorado,

Señor, sin que conmigo llorases Tú también!

¿Por qué no vendré más, Jesús?

¡Si Tú lo estás deseando, si yo lo necesito!

Si sé que no soy nada cuando no vengo aquí.

Si aquí me enseñarás la ciencia de los santos

Como aquí la buscaron y la aprendieron.

Que fueron tus amigos y gozan ya de Ti.

¿Por qué no vendré más, si sé yo

Que Tú eres el modelo único y necesario

Que nada se hace duro mirándote a Ti aquí?

El Sagrario es la celda donde estás encerrado.

¡Qué pobre, qué obediente, qué manso, qué callado,

¡Qué solo, qué escondido... nadie se fija en Ti!

¿Por qué no vendré más? ¡Oh, Bondad infinita!

Riqueza inestimable que nada necesita,

Y que te has humillado a mendigar mi amor.

Ábreme ya esa puerta, sea ésa ya mi vida,

Olvidado de todos, de todos escondida,

¡Qué bien se está contigo, qué bien se está, Señor!

Amén.

 

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Juan García Inza

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