Mundo, Demonio y Carne
Mundo, Demonio y Carne
¿Qué está pasando hoy en el mundo y en la Iglesia? Diariamente nos desayunamos con violencia, muertes, violaciones, pederastia, locuras inducidas por agentes externos y diablos internos. Lo lamentamos y nos alarma, pero se habla poco de esos grandes enemigos del alma que aprendimos de pequeños en el catecismo, al menos los católicos adultos de hoy: mundo demonio y carne.
Conviene dar un repaso al catecismo de siempre, porque estos enemigos no han bajado la guardia. Yo diría que están acosando con fuerza a niños, jóvenes y mayores. Demos un repaso a nuestra doctrina:
Debemos tener algo muy claro en nuestra vida, si queremos seguir los mandatos del Señor. Debemos estar preparados y saber que los enemigos del alma son tres: Mundo, Demonio y Carne. Éstos nos llevan a desobedecer a Dios.
1.- Mundo:
Se lo vence aprendiendo a valorar las cosas como las valoran Dios y los santos, no como lo hace la gente sin fe que tiene un modo de pensar completamente materializado, restándole importancia a Dios y a sus mandamientos.
Esto es a lo que llamamos secularismo, es decir, obrar de acuerdo a las costumbres, modas o ideas de la gente sin fe, sin moral y sin Dios, organizando la vida como si Él no existiera dándole importancia solamente a lo que le guste a nuestro cuerpo, al orgullo, o a la avaricia.
La escala de valores para Dios es la siguiente:
- Amar a Dios y cumplir sus mandamientos
- Amar al prójimo y tratarlo como deseamos que nos traten a nosotros
- Perfeccionarse a si mismo lo más posible
- Tener mucho dinero e idolatrarlo
- Darle al cuerpo todos los gustos que quiera
- Querer obtener muchos honores, mucha fama y muy altos puestos
2.- Demonio:
¿Quién es el demonio? El demonio es un ángel creado por Dios en el cielo, que por haberse rebelado contra el mismo Dios, le precipitó en los infiernos con otros muchos compañeros de su maldad, que llamamos demonios.
El Diablo acosa, acusa, tienta, engaña y miente en su lucha contra el cristiano. El trabaja a través de sus aliados, el mundo y la carne. El Diablo usa el mundo y la carne para causar el mayor daño al pueblo de Dios, para entorpecer el progreso de lo correcto, para acobardar a los cristianos, parar la proclamación del evangelio y debilitar la ofensiva del cristiano para favorecer el Reino de Dios.
La única forma de vencerlo es con oración, con fe, con sacrificios, rechazando todo lo malo, con la cruz, la Virgen María, el agua bendita…. Pero sobre todo al demonio se le vence con la humildad. Como él es tan soberbio, huye de los humildes. Y en casos extremos recurrir al exorcismo.
3.- Carne:
La forma de vencerla es no dando consentimiento a las tentaciones impuras que produce nuestro cuerpo. No es pecado tener tentaciones, el pecado radica en consentirlas. Dios las permite para darnos ocasión de aumentar nuestros méritos y premio en el cielo al luchar contra ellas para demostrarle a Dios que lo amamos a Él antes que nada.
Dios colocó cierto placer en las cosas para el disfrute de los seres humanos, como placer el comer para no morir de hambre, en el dormir para que el cuerpo descanse, y placer en el sexo, para que podamos procrear. El placer es solamente un estímulo, no es el fin, el problema está en que perseguimos el estímulo en las cosas y no el fin.
Decía San Agustín “yo no le tengo tanto miedo al demonio, al mundo le tengo más miedo, pero nuestro peor enemigo es nuestra propia Carne”.
Para no caer en la tentación la Iglesia nos recomienda confesarse, comulgar, asistir a la Santa Misa, evitar las ocasiones de pecar, evitar las amistades peligrosas, pensar en el Juicio y la Eternidad que nos esperan, y hacer sacrificios.
Venciendo a nuestros enemigos
Los santos despreciaban el mundo y le vencían considerándole que estaba rematadamente loco. En el mundo se dice que los listos, los inteligentes, los que son felices, son los que han sabido hacerse ricos y ahora disfrutan de fama, de riquezas y de placeres. En cambio, Jesucristo, sabiduría eterna, dijo todo lo contrario: “Felices los pobres, los perseguidos, los que sufren, los que lloran”. (Evangelio de San Mateo, 5,3-11).
Las escrituras nos enseñan que no debemos amar la parte negativa del mundo y que no debemos satisfacer los deseos de la carne inmoralmente. Las escrituras también nos enseñan cómo luchar contra el Demonio. Si nos ponemos de pie y resistimos al Demonio, él se alejará de nosotros. El Diablo tiembla cuando oramos. Él es vencido cuando citamos o leemos un pasaje de la escritura, porque Cristo se hace presente de inmediato.
No temamos. Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
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