Fr. Yves Congar O.P. y su diario

Conseguí el “Diario de un teólogo” en el que Fr. Yves Congar O.P. (19041995), dejó por escrito sus experiencias –a menudo, tensas- entre 1946 y 1956.  Diez años con lujo de detalles acerca de lo que le costó abrir el camino para diversos temas que más adelante fueron parte esencial del Concilio Vaticano II. Uno de ellos, el liderazgo y participación de los laicos.  Todavía hoy, no le faltan detractores; sin embargo, después de conocer más a fondo su pensamiento, así como el libro que escribió sobre el Espíritu Santo, mi conclusión es clara: Fue un dominico en todo el sentido de la palabra, pues supo elaborar una crítica constructiva y, al mismo tiempo, obedecer a los superiores, incluso cuando eso le implicara sufrir los embates del entonces Santo Oficio. En un momento de mucho estrés, viendo cerca la probable prohibición para escribir e incluso enseñar, se cuestionó si debía –como lo hicieron otros- dejar el sacerdocio y la orden; sin embargo, la decisión fue permanecer, pues la renuncia al camino emprendido nunca fue opción por él. Más aún, reafirmó su vocación como dominico y eso lo llevó a perseverar hasta el final. Siempre sostuvo que la oración, los sacramentos y, por ende, el camino de la voluntad de Dios, eran su postura para proseguir en medio de señalamientos que ponían en tela de juicio su honra y regreso a Francia. Aunque el tono de su diario en algún momento puede resultar extremo o difícil de digerir, hay que tener en cuenta que lo escribía alguien que atravesaba por un momento muy duro, casi al límite. Necesitamos católicos así. Que, dentro de la Iglesia, consigan reformar obedeciendo, pero ¿por qué obedecer? Es la lógica de Jesús, porque a través de la obediencia, por ejemplo, podemos descubrir habilidades y talentos “dormidos”. Pensemos en un sacerdote que habla bien pero que por sí solo no tendría un programa de radio a menos de que se lo encargara su obispo. 
 
Fr. Yves Congar no obedecía ciegamente o por sistema. Antes bien, pensaba, estudiaba y actuaba en consecuencia. Mantenía el dedo en el renglón para tiempos mejores, pero siempre respetando las decisiones. Y de eso se trata. Tenemos que ser críticos pero permaneciendo dentro de la Iglesia. Al fin y al cabo, como decía San Pío X, cuando algo es de Dios, tarde o temprano desaparecen las trabas u obstáculos. El P. Congar, paso a paso, lo fue entendiendo.

Y es que su visión le permitía criticar lo que se puede cambiar y no aquello que es la base de nuestra fe. Partir de ese punto es muy importante. Distinguir cuáles son los aspectos que realmente vienen de Jesús y aquellos que, con o sin intención, terminan por desplazarlo. Y aquí entran las lecturas ideológicas, pues ninguna de ellas, permiten vivir un cristianismo auténtico. Ideólogos atraen a ideólogos, mientras que, en la Iglesia, el “contagio” de la fe, no se da por proselitismo o un exceso de sociología, sino a través de la coherencia y, posteriormente, de las palabras.

El P. Congar nos enseña a investigar y, sobre todo, aterrizar la fe a lo concreto de la vida, con sus buenos y malos momentos. Sin duda, su obra es la de un teólogo de lo concreto y nunca de la abstracción aburrida. También hoy es necesario concretar, evitando monólogos que, cargados de frases rebuscadas, no dicen nada, por piadosas que sean. Jesús era breve y profundo. Por eso, despertaba y continúa despertando a muchos. Sus parábolas reflejaban casos del día a día. De modo que nos toca ir a la realidad desde la fe.
 

-----------------------------------------------------------------------------------Audio sobre la vida y obra de la Venerable Concepción Cabrera de Armida: https://mx.ivoox.com/es/concepcion-cabrera-armida-audios-mp3_rf_21064709_1.html